Empezó el 2015, y aunque durante cualquier minuto del año podemos tomar la decisión de cambiar, a veces nos gusta pegarnos de un símbolo para encauzar nuestros deseos de cambio. Es usual hacer una lista de propósitos y afrontarlos con la potencia que viene con la emoción del cambio de año, con el anhelo y la ilusión de un mejor año. Nos gusta el símbolo del cambio de fecha, creemos que nos dará ese último espaldarazo que necesitamos para lanzarnos hacia un cambio sostenible. Es mi experiencia que esta manera de abordar el cambio se parece un poco a la ilusión que genera la dieta de moda, en la cual depositamos toda nuestra fe y a la cual nos adherimos por unos semanas con una disciplina feroz, pero que después abandonamos cuando las cosas no avanzan tan rápido como queremos o cuando la presión de un régimen inhumano nos hace explotar.
Personalmente, entro en el 2015 como entro en cualquier otro día, con todo el compromiso por vivir una vida de crecimiento espiritual. No quiere decir que pase mis días meditando, de hecho, mis acercamientos con la meditación aun no entran en un espacio que trascienda la resistencia que me genera el desacelerar la mente. La mente es un mecanismo tremendamente útil, pero que con frecuencia utilizamos en nuestra contra. Y toparme con la resistencia de la mente a atravesar sus límites es un ejercicio que aplico a la cotidianidad más mundana, todos los días del año. Mi compromiso con mi crecimiento personal ha sido un elemento vital en mi vida y en la medida que pasan los años, mi compromiso se afianza, y al mismo tiempo se relaja. No hay mucho que haga, no sigo métodos ni doctrinas. Honro mi propio camino y mi objetivo es encontrar mis propios ritmos, seguir mis propias instrucciones. Me gusta esporádicamente encontrarme con algún libro que me inspire. Pero es poco lo que necesito para seguir un camino espiritual a mi medida.
El año pasado fue un año maravilloso, lleno de retos y glorias, la vida se desplegó sin pedirme permisos, desafió mis límites y me empujó hacia territorios que mi mente consideraba peligrosos. Eso es lo que la vida hace y seguirá haciendo, quiéralo o no. Es en este espacio de cambio donde se encuentra el potencial de cambio, y ocurre todos los días del año, a cada instante.
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@camilasernah