Las cosas más extrañas dan perspectiva a mi vida. Desde hace unos años, tuve la fortuna de realmente ver, por primera vez, la magnífica belleza de los procesos naturales. Nunca me había detenido a mirar, nunca había tenido la capacidad de observar y relacionarme con la naturaleza. Hoy en día, tengo la dicha de encontrar la dulce compañía de esta humanidad que habita una tierra flotante en un universo que se expande sin límite. No lo estoy viendo directamente, pero me relaciono íntimamente con el hecho de que habitamos un lugar tan asombroso, de saber que nuestros cuerpos están literalmente hechos del material de las estrellas. Me da esperanza, me da ánimo, me da fuerza. Vivimos en un universo donde existen otras galaxias, estrellas, lunas, agujeros negros, supernovas. Cuando la vida se torna estrecha en mi mente, cierro los ojos y habito el espacio infinito que también es mi hogar.
Hace unos días tuve una visita en casa, un padre católico de Santa Marta. Me estaba contando sobre las teorías de las 3 separaciones del hombre. Según este planteamiento, nuestro dolor humano, nuestra terrible encrucijada se debe a que el hombre se separó de Dios, de la naturaleza y el cuerpo, y de su prójimo. No hay que estudiar mucha teoría para ver la veracidad de este planteamiento. El hombre ha perdido contacto, no nos relacionamos con la vida mas allá de nuestra pequeña realidad, nuestros angostos confines. No solo es una lastima, sino que nos causa mucho sufrimiento, nuestra esencia nos reclama aquello que nos pertenece, pero no sabemos nuestro camino de vuelta a casa.
Sin embargo, para todo hay solución, y el primer paso es reconocer que algo falta. La potencia de la vida es tal que si pedimos, se nos dará el camino de vuelta, y puede ser rocoso y retar nuestros sistemas de seguridad, pero del otro lado espera algo magnifico y sabremos que el universo entero vive en nuestro interior.
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@camilasernah