En el día de ayer, leí el articulo sobre las carnes rojas y las carnes procesadas. Según nuevos estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud, se confirma que las proteínas animales procesadas como salchichas y jamones, aumentan el riesgo de cáncer colorrectal en un 18% por cada 50 gramos consumidos. Adicionalmente, las proteínas provenientes de la res, la ternera, el caballo, la cabra, el cerdo y el cordero pueden aumentar el riesgo de contraer cáncer, aún cuando la información sea limitada.
No soy vegetariana, tampoco quiero promover un estilo particular de comer, pero quisiera que recapacitemos sobre los resultados de estos estudios y lo que estos representan. Aunque en el pasado ya se ha hablado sobre limitar el consumo de carnes rojas, no se había dicho de manera contundente los riesgos que representan.
Mi temor es que esta historia se repita una y otra vez con comidas que alguna vez nos dijeron que eran seguras y saludables. Estamos a la espera de que estos estudios nos confirmen lo que en realidad deberíamos estar comiendo. Mientras tanto, vamos a ciegas en un gran experimento para ver hasta donde aguanta el cuerpo con tanta basura procesada. Soy coach de nutrición y unas de mis pasiones es investigar las luces y las sombras de los alimentos. Según las investigaciones del Environmental Working Group, www.ewg.org, una de mis fuentes informativas más confiables, los embutidos contienen nitritos, un aditivo problemático que les permite prolongar su vida de anaquel. De hecho, estos aditivos se incluyen dentro de la lista que el EWG llama el Dirty Dozen, es decir, los doce peores ingredientes químicos que la industria utiliza en los alimentos procesados. No es una sorpresa para mi que los embutidos sean tan malsanos. Fue una sorpresa para muchos, e inclusive causó controversia y malestar. Es evidente que nos resistimos a dejar las comidas a las que tanto nos hemos acostumbrado.
En cuanto a las carnes rojas, cuando la industria dice que los estudios son limitados, yo prefiero abstenerme. Tal vez no reducir del todo el consumo, pero si disminuirlo al limite.
La invitación es a que volvamos a los alimentos que no tienen treinta ingredientes impronunciables, que retomemos los alimentos vivos que la naturaleza magistralmente sabe producir. Llenos de colores y vibrante vida, estos son inconfundibles por su sabor y belleza, tienen envoltorios naturales que se llaman cascara, y nuestro organismo los celebra cada vez que los consumimos. Esa es la vía segura, sin estudios, ni expertos. Solo un voto de confianza en la naturaleza, que sabe lo que hace, en cada bocado.
Coach de Nutrición
Institute for Integrative Nutrition, NYC