No hay duda que estamos viviendo inundados en mares de ansiedad. No son aguas fáciles de navegar, la ansiedad es una emoción turbulenta que nos impide pensar claramente. Las estadísticas claramente nos muestran como las mujeres somos las más vulnerables a sufrir trastornos de la ansiedad. Somos nosotras las que estamos cayendo en la trampa de preocuparnos de manera descontrolada. Las mujeres somos valientes y hermosas, guerreras ante la vida, capaces de todo por cuidar y proteger. Pero también fallamos en poner límites, valorarnos a nosotras mismas, comprender nuestras necesidades y darles prioridad.

Primero, quiero que miremos más de cerca qué es la ansiedad. La ansiedad es una emoción natural, respuesta a una amenaza futura real o percibida. ¿Qué quiere decir esto? Nuestro más básico instinto es la supervivencia, tengamos eso claro. Mucho de lo que hacemos inconscientemente está ligado a este poderoso llamado a permanecer vivos. Cuando nuestra mente cree que hay una amenaza, sea verdad o no, comienza a la preocupación. Puede tratarse de una importante presentación en el trabajo, una entrevista, una intervención médica, una charla en público. La función útil de la ansiedad es que resolvamos el problema para no tener problemas en el futuro. Esto puede ser práctico para ciertas cosas en la vida y además tiene un carácter temporal. El evento pasa, la ansiedad pasa.

El problema es que vivimos pegados a una emoción que debería ser transitoria. La amenaza no cede y la ansiedad permanece prendida en nuestro interior. Las mujeres tenemos el doble de riesgo de padecer un desorden de la ansiedad que los hombres. ¿Qué estamos haciendo, por qué estamos desprotegiendo nuestra salud? Creo que lo primero es que no nos permitimos fallar. No podemos fallar ante nuestros conocidos y amigos, ante nuestra familia. En el eje de todo está la preocupación desmedida por lo que otros pensarán y cómo nos juzgarán. Bajo este escenario, es más que normal que reventemos por algún lado. Después de todo, solo somos humanas.

En un escenario en donde sabemos poner límites y aceptarnos tal cual somos, las mujeres movemos montañas solo con el poder de nuestro corazón, con nuestra creatividad. Las mujeres me maravillan con sus historias, estamos bendecidas con una fortaleza femenina que no podemos perder. No queramos ser hombres, seamos tan féminas y salvajes como queramos. Fracasemos ampliamente y criemos niños que sepan fracasar.

Si alguna lectora tiene problemas de ansiedad, le recomiendo que vuelva siempre al cuerpo. Que conozca íntimamente como se siente la ansiedad en el cuerpo y también qué mensajes nos trae a la mente. Es decir, sintamos las sensaciones corporales, dándoles el tiempo y la atención, y también seamos juiciosas en observar todos los pensamientos asociados, cómo llegan, qué los desencadena, etc. De esta manera, con paciencia y cariño, podremos desarticular ese mecanismo ansioso y vivir plenamente la dicha de ser mujer.

Coach de Nutrición y Bienestar
Institute for Integrative Nutrition