Mi bebe cumple un año de vida hoy. El 15 de diciembre del 2014 estaba en la clínica, con una cesárea recién hecha, con dolor y alegría. Desde que vi a Cristóbal me pareció lo más lindo que he visto, guapísimo, redondo, de mirada noble. Hoy, un bebe de 1 año, lo veo aún más guapo, me mira con sus ojos grandes y reconoce mi voz, nos queremos todos los días un poquito mejor. Nos vamos conociendo.

Me siento feliz y orgullosa de haber vivido este año con todo lo que trajo, sobreviví un año que me estremeció hasta el fondo y cambió para siempre mi manera de ver la vida. Este año ha sido duro, no todo fueron risas y momentos de tierna intimidad con nuestro bebe. La verdad es que el primer año de crianza es un reto, muchas veces es incómodo y genera conflictos mentales que jamás antes se contemplaron.

En un inicio el estrés se concentra en el parto, luego la lactancia, después otra cosa, cualquiera. Dientes, cólicos, caídas, colas quemadas, el repertorio es amplio. Sin embargo el ritmo eventualmente cambia, las cosas ceden, las rutinas se establecen y no hay tanto estrés. El cansancio permanece, pero el cuerpo responde y el corazón se ensancha.

Durante este año, me di cuenta de la importancia de la manada. Me reuní con otras madres, todas cansadas, hablamos mal de nuestros esposos adorados, nos reímos, nos juntamos como leonas que necesitan consuelo. Encontré un alivio maravilloso al escuchar otras historias, otras madres que aman a sus bebes y que han visto su vida perder balance.

La crianza es para los hijos y para los padres. No hay nada mas doloroso que reaprender cosas que nos quedaron mal aprendidas, tumbar viejas estructuras. Eso hacen los hijos, vienen y te tumban lo que habías construido y en su lugar nos dan la oportunidad de crear nuevas ciudades, más armónicas, más sabias.

Feliz Cumpleaños, mi corazón.