Cuando tus clientas son mujeres hermosas, pero una tras otra, tienen una historia de insatisfacción con el cuerpo, no puedo evitar preguntarme, ¿qué está pasando? Son mujeres que han logrado maravillas en muchas áreas de sus vidas, pero este asunto las atormenta con dolor. Algunas se han acostumbrado a su situación, y por consiguiente su relación con el cuerpo es distante, lo atienden por necesidad, pero no con cariño. Ha sido mi experiencia que si una mujer llega a mí porque pelea con su comida, en algún lugar de su historia, hubo un quiebre en la relación con su cuerpo.
Muchas de mis clientas creen que ganar peso es la peor pesadilla y la grasa es el enemigo. No es su culpa, la grasa corporal se ha demonizado en nuestra cultura. Tenerla se asocia con mala salud, pereza, fealdad. Pero en la medida que investigo este tema de la grasa, encuentro que la desinformación alimenta prejuicios sobre nuestro cuerpo. Es legítimo querer estar cómodas en el cuerpo y sentirse bien. Es legítimo querer ser fit. No por moda o porque es lo correcto para encajar. Cuestiona tus motivos. Pregúntate: ¿por qué quieres modificar tu cuerpo? Apoyo a las mujeres que quieren habitar su cuerpo con amor. El problema es declarar una guerra ciega que nunca vamos a ganar. Por eso, hoy hablemos de grasa.
A pesar de la cantidad de dietas y libros de nutrición, es poco lo que la ciencia sabe sobre cómo lograr que la gente baje de peso. Mi hipótesis es que la gente se engorda por razones diferentes, y por lo tanto, lograr que bajen de peso debe tener en cuenta la complejidad de su contexto, de su estado emocional, genético y hasta espiritual. Es un tema individual sin fórmula mágica. La vieja premisa sobre calorías que entran y calorías que salen ha caducado. Si un nutricionista aún te habla de esto, no está actualizado. Ahora sabemos que la comida es información, y las calorías poco sirven para medir el efecto bioquímico que generan en el cuerpo. Esa premisa es además contraproducente porque implica que si no has perdido peso, es tu culpa, finalmente no puedes con una simple fórmula de quemar más de lo que consumes.
Hace poco una mujer escribió un libro dedicado a sus investigaciones sobre la grasa. Ella, una bioquímica, que en su vida personal sufrió con este tema del sobrepeso, quiso comprender más sobre el asunto. Lo más valioso de su libro es esto: la grasa es un órgano endocrino, no un lastre desagradable. Por eso el cuerpo defiende su grasa, y por eso las dietas no funcionan! El cuerpo tiene los mecanismos para recuperar la grasa perdida porque es una cuestión de vida o muerte. Las células adiposas crean hormonas como la leptina, encargada de generar la sensación de saciedad después de comer. La leptina es fundamental para regular el peso, pero también tiene funciones en la salud de los huesos, el tamaño del cerebro y la salud reproductiva. Hay muchas clases de grasa. La grasa visceral no es deseable porque recubre los órganos, se inflama e interfiere con la sensibilidad a la insulina. Pero existe la más benigna grasa subcutánea, la grasa café y la grasa beige, que son metabólicamente activas y vitales para el cuerpo. Ella menciona a los luchadores de Zumo. Según los exámenes de laboratorio, estos hombres son saludables a pesar de los 150-200 kilos que usualmente pesan. Ellos hacen mucho ejercicio. El deporte libera adiponectina, una hormona que toma los triglicéridos de la sangre, limpiándola, y ubicándolos en la grasa subcutánea, en donde no hay efecto nocivo. Hay bastante evidencia que muestra que la gente con sobrepeso tiende a vivir más tiempo y también que es mucho más saludable hacer ejercicio teniendo unos kilos de más, que hacer ejercicio y estar por debajo del peso.
¿Por qué quiero hablo de la grasa? Porque hay muchas trampas estos temas del peso. Una de ellas es creer que es imposible tener sobrepeso y ser saludable. Eso no es verdad. No estoy hablando de obesidad, aunque existe la gente obesa que es metabólicamente saludable. Si no quieres tener sobrepeso, entiende tu grasa y tu cuerpo, honra tu legado evolutivo y encuentra la mejor manera de perder peso sin declararte la guerra. Visto así, ese camino que recorras para perder peso será emocionalmente y espiritualmente enriquecedor y nada tendrá que ver con las mentiras de nuestra sociedad sobre el cuerpo de las mujeres.
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