Para una gran mayoría, esta lección no la aprendemos temprano en la vida. Pasan unos buenos años antes de poder asimilar que la felicidad más pura viene de la mano de las cosas que más trabajo nos cuestan. ¿Te has fijado? Por ejemplo: una mujer supera una condición médica debilitante cuando decide tomar por las riendas su propia salud, y en contra de todo pronóstico, sana. Ese tipo de cosa. O sacar adelante hijos, cuidarlos día y noche cuando nuestro propio cuerpo parece querer rendirse. O lograr el sutil balance de un matrimonio sano que se reinventa en cada etapa. Enfrentar fobias, cambiar de carrera cuando no hay garantías, mantener la sobriedad cuando la adicción fue un recurso de supervivencia o sacar adelante un negocio. Son cosas realmente difíciles. Todas te hacen temblar. Cuando voluntariamente caminamos hacia retos de tal magnitud, estamos declarando nuestro poder. Sin duda, nuestros programas automáticos no quieren luchar, pero cuando lo haces, poco a poco, el gran músculo del coraje comienza a trabajar. Nadie que haya superado obstáculos difíciles se queja. No lo hacen porque aprendieron a ser fuertes y ahora saben algo que no sabían sobre ellos mismos: que son valientes y pueden con cualquier cosa que la vida les ponga enfrente.
No es coincidencia que las personas que ganan la lotería pierdan su fortuna al poco tiempo de haberla ganado. Nunca desarrollaron el músculo que les permitiría aprender a apreciar lo ganado, y por ende no saben conservarlo o hacerlo crecer. En cambio, una persona que lentamente fortalece su músculo, sabe que la vida es un proceso y es lento y así sabe mejor. Cuando una mujer quiere bajar de peso rápidamente, está perdiendo el punto. Ese es el atractivo de las cirugías como la bariatrica. Aunque la evidencia claramente la postula como uno de los procedimientos más riesgosos (y sin garantías de éxito), es un procedimiento que muchas personas buscan para obtener resultados rápidos.
Pero si quieres hacerlo de otra manera, la vida te da la pauta. Siempre habrá sorpresas. Unas agradables y otras amargas. La vida es así. Son muchas las montañas que tendremos que escalar. Pero a cada paso sabremos que estaremos ahí para sacarnos adelante.
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