Conozco bien el asunto de preocuparse. Muchas de mis clientas también. Una de cada cuatro mujeres sufre de trastornos de la ansiedad. Creería que todas hemos pasado por momentos de cercano encuentro con esa sensación desagradable e inquietante. Aunque la ansiedad es un estado de angustia, es parte normal de nuestras reacciones ante el miedo. En muchas ocasiones la ansiedad nos ha sido útil. Te prepara para futuras amenazas. Si tienes algún trabajo que entregar y estás colgada, la ansiedad te avisa que es hora de ponerse a trabajar. Su función es prepararte para que afrontes ese futuro reto de la mejor manera.
Cuando te preocupas, una parte en tu cerebro, tu sistema límbico, siente alivio porque tiene la sensación de que estás tomando el control de la situación. Por eso, a tu cerebro le gusta preocuparse. Claramente, todos sabemos que preocuparse excesivamente es una mala estrategia a largo plazo. En un estudio realizado por el doctor Karl Pillemer con 1.200 personas mayores, una de las cosas en que todos parecen coincidir en sus últimas etapas de vida es que hubieran querido preocuparse menos.
No nos preocupamos en vano, lo que estamos haciendo es tratando de ejercer control. El problema del asunto es que es una ilusión. En esas edades avanzados, los octogenarios ya habían detectado que esa ilusión empaña nuestra capacidad para entregarnos al momento. En el momento presente habita la alegría, y ellos también hablan de la alegría. Dicen que les hubiera gustado fomentar más la alegría en sus vidas.
Si quieres seguir el consejo de estos participantes del estudio de Kilmer, aprende a preocuparte menos. Siendo la mente como es, no es tan fácil. Sin duda no podemos obligar a la mente a hacerlo. Porque estos comportamientos están tan firmemente enraizados en nuestro sistema, debemos ir por los lados para llegar al centro. Por ejemplo, algo que siempre me funciona, a mí, es volver al cuerpo. Sentirlo todo en el cuerpo. De manera consciente. Inclusive a la ansiedad, le doy un espacio legítimo para ser sentida desde el cuerpo. También me ayuda practicar mi capacidad para ser vulnerable y sentirme cómoda con mostrarme como soy. Esto está directamente relacionado con el hábito de preocuparse porque, como dice Brene Brown, nos preocupamos para ganarle terreno a la vulnerabilidad. Nos vamos a solucionar en la mente para controlar la posibilidad de ser heridos. Busca tus soluciones al hábito de solucionar en el mente porque es una conducta que desgasta y no paga, como bien dicen los viejitos que comparten su sabiduría con nosotros.
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