Nunca paro de sorprenderme con las paradojas de la vida. Siempre son interesantes porque no son lo evidente. Si la vida fuera tan básica como la mente, no habría lugar para esos aspectos de la vida que nos parecen incomprensibles, y en los cuales radica gran parte de la belleza de vivir. Me encantan las paradojas con respecto al cuerpo, la comida y las mujeres. No es evidente para nosotras que para vernos y sentirnos bien, el primer paso sea aceptar lo que no nos gusta. Lo que está “mal”. En mi experiencia, no es un paso opcional si quieres una paz que dura. Puedes saltarlo, claro, pero viene con el riesgo de regresar a la guerra.
La aceptación es un proceso incomprendido. Las mujeres me dicen que podrán empezar a quererse cuando bajen de peso. Lo tienen todo al revés. No inician un proceso de aceptación porque les parece inaceptable vivir con eso que las deprime. Pero la aceptación no significa que las cosas te gusten o que las apruebes, solo significa que puedes vivir con eso, y vivir bien. Es reconocer la realidad de las cosas y dejar la guerra. Es un lugar de transformación interior porque es una declaración de poder. Soy más fuerte que estos kilos de más, la vida vale la pena, no hay un error fundamental en mí. Eso es lo que dice la aceptación.
Este tema me acuerda de Winnie Harlow, la modelo negra con vitíligo. Su proceso de aceptación debió ser muy interesante. Lo que vemos hoy es una mujer que transformó eso que era su mayor “defecto”, en una gran fuente de inspiración y belleza. Al aceptarse con tal coraje, le da permiso a otras mujeres de mostrar sus imperfecciones, ella está modelando posibilidades para todas.
Cuando aceptas, es más fácil tomar decisiones, porque la aceptación no se opone al cambio. Es más fácil ver las cosas con ecuanimidad. No estás desesperada, ya tienes suficiente para vivir bien. Vemos pocas personas que se aceptan completamente porque es un proceso activo, de alta participación y trabajo. Es mirar todo y enfrentarlo, y sentir lo que preferirías no sentir. Por eso, muchas no se comprometen. Pero la aceptación es una de esas paradojas de la vida; es como una puerta que te ofrece regalos insospechados, solo tienes que cruzarla.
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