Hace unas semanas vi el documental What the Health. Sentí muchas cosas mientras lo veía. Es casi imposible no sentir algo, lo que sea, mientras pasan las imágenes.
No soy vegana ni vegetariana. Adoro un ceviche, fresco, con limón y cebolla. Como casi de todo. Menos carne de res y lácteos. Dejé la carne y ella me dejó a mí. No la extraño porque mi decisión de dejarla es sincera, simplemente a mi cuerpo no le provoca. Adicionalmente, me gusta no contribuir con más gases invernadero y tala de bosques para ganadería. Tampoco creo que necesite carne; el tema de la proteína está siendo reevaluado constantemente. Al parecer, es poca la proteína que necesitamos y fácilmente se consigue de otros lados. Con todo y esto, si un día quiero volver a comer carne, lo haré.
Después de hablar con tantas mujeres sobre su alimentación, algo se hace evidente: comer es un proceso que nunca termina. Es un viaje personal de pruebas y errores. Yo sigo aprendiendo cómo comer de la mejor manera para mi cuerpo, que va cambiando con el tiempo. Un documental como What The Health me parece interesante, pero no es la última palabra. Su punto de vista tiene su lugar, y me gusta que la gente se cuestione y sienta muchas cosas. Sin duda, prefiero que haya una actitud inquisitiva, a que sigamos comiendo como robots lo que cualquier corporación nos venda. La comida que elegimos es como un voto, uno que hacemos todos los días.
Pero, ante todo, comer es un asunto íntimo. Entre más íntimo sea, mejor. No podemos tercerizarlo, y tampoco dogmatizarlo. Preocuparse excesivamente por la comida también tiene consecuencias. Sabemos que el estrés desregula nuestras hormonas del apetito, nos hace comer de más y no permite la absorción de nutrientes. No es ideal tratar de convencer a otra gente de cómo comer. Cada uno es responsable de su proceso. Veganos o no, hay gente saludable que se alimenta desde el respeto y el placer, y por eso, su comida le cae perfectamente.
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