Anoche, mi esposo y yo, vimos el documental Amazona, dirigido por Clare Weiskopf. Hace rato queríamos verlo. Algo con el corto tráiler, que vimos meses antes, cautivó nuestra atención. Personalmente, me gustó el tema: la maternidad. Vista a través de los ojos de Val, la madre y de las preguntas de Claire, la hija. Madre e hija, comparten una historia familiar poco convencional, sin duda. Lo inusual, además, se resalta con la belleza y la magia del Amazonas. Pero en lo básico está, para mí, el mayor encanto: en lo humano y sincero de una madre que busca y vive y en una hija que sana y comprende.

Soy madre hace poco. Como muchas mamás, mi crianza es un amasijo de ideas de libertad, control y confianza. De cuidar y soltar. Mi deseo es dar suelo y alas. Pero una y otra vez, me encuentro con una realidad inexorable: no puedo dar lo que no tengo.

Por eso, trabajo consistentemente en mí. Como Val. Lo hago para poder ofrecer lo que yo considero verdadero. Lo que se siente real, eso es lo que quisiera ofrecer a mi hijo. Y lo busco. Por amor. Como Val. Porque uno no solo busca para uno, uno busca para todos.

Viendo el documental Amazona, me sentí parte Clare y parte Val. Mi parte que busca y mi parte niña que pide. Eso somos todos. Me encanta que se hagan registro de estos procesos, tan complejos y bellos. Lo que pasa con una madre y sus hijos es un fenómeno humano sin igual. Me encanta que hablemos de los sacrificios y de cómo perpetuar las cadenas de deuda no es felicidad.

No hay fórmulas para criar hijos felices, pero sí hay intenciones sinceras de ofrecer lo que se cree correcto. Es suficiente, es todo.

#amazonalapeli

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