Hace poco oía una entrevista a Michael Gervais, un reconocido entrenador de deportistas de alto nivel, como los atletas olímpicos. A la hora de competir, estas personas deben estar tan enfocadas, que cualquier ruido mental o distracción puede definir su desempeño. La ansiedad que generan pensamientos como “no soy suficiente” o “qué dirán si pierdo” son exactamente lo que estos deportistas de alto nivel deben aprender a erradicar al momento de ejecutar su oficio.
Los deportistas que se mantienen en las filas ganadoras, han dominado el arte de la Maestría. Lo hacen, aprendiendo a manejar sus miedos. No son humanos de hierro, claro. Simplemente, se han entrenado para reconocer su mundo interior, las sensaciones físicas del miedo y del malestar, y han entablado una relación franca con el temor. Hacen algo fantástico: vuelven el miedo en excitación. En combustible, y así reafirman su decisión de estar ahí, compitiendo, dándolo todo. Como explica Gervais, los deportistas de alto nivel, usan el presente como principal herramienta; se sumergen en el único tiempo real, y viven ahí. Su entrenamiento consiste en vivir en el ahora, en el instante presente, no más. Si se van, vuelven. Una y otra vez. El miedo es natural, tanto como la ira. (ver este post sobre la ira) Pero ellos lo saben bien, si no se le aprende a manejar, los maneja a ellos.
Gervais hace una anotación que me pareció acertada. Dice que el modelo de hacer más para ser más está roto. En su experiencia, si te arriesgas a ser más tú mismo, verás cómo este es el único camino posible para tener y ser más. Es decir, no es un asunto de hacer, en principio. No necesitas ganarte tu merecimiento, porque ya eres. Pero no se trata de ser cualquier cosa, la clave es ser más de ti, entrenarte para ser más de eso que es tuyo desde siempre, eso que se siente genuino y real para ti. Ese es el truco. La lealtad a ti mismo. Me acuerda de Brené Brown cuando dice que la libertad es pertenecerte. Me gustó que Gervais dijera esto porque él trabaja con personas que hacen muchas cosas exitosamente en el mundo, pero no se deja encantar con los éxitos visibles y se va a lo esencial de cada quien. Eso, para mí, también es el cimiento desde el cual construyes todo el resto.
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