Hablo mucho de las emociones en mis escritos y con mis clientas. Me gusta ir hondo, directo a lo que creen las mujeres de ellas mismas. Son las conversaciones más interesantes, sin duda.
Pero este post no es sobre creencias y todo lo espiritual de la comida. Se trata de la importancia de los aspectos nutricionales del alimento. A veces, una mujer necesita comer para sanar. Necesita nutrirse para poder descansar en su cuerpo y así poder darle orden a sus ideas. Un cuerpo que no recibe lo que necesita, es un cuerpo que lucha; nadie escapa a su biología.
Ocurre con frecuencia: después de años de dietas, muchas ya no saben cómo nutrirse. Creen que es un asunto de comer menos. Pero no es. Es un asunto de comer más y mejor. Se confunden con ideas sobre la comida “correcta”, con etiquetas de bajo en grasa y porcentajes de calorías. Se les olvida qué comidas son buenas para su cuerpo y qué les gusta. Por años, no tocan ni huelen su comida, simplemente la tramitan y la escogen según un criterio que poco tiene que ver con el gozo y la real nutrición.
Pero el cuerpo no sabe de estándares de belleza, él sabe sobrevivir. Por eso, esas mujeres que desayunan un té con tostada integral y media manzana, a veces, no saben por qué llega la tarde y su hambre parece un lobo feroz. Les digo que exploren con la comida de nuevo. Que coman alimentos de todos los colores, la variedad es clave. Que incluyan verduras en el desayuno, que jueguen con los sabores, que cocinen en casa. Que reconquisten su alimento.
He perdido clientas porque no les digo qué comer. Yo no doy menús. Poco creo en eso. Pero sí las motivo para que ellas sean las que reclamen su alimentación. Mi propósito es que se nutran. Que su cuerpo descanse y que amen la comida de nuevo.
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