Porque estoy gorda, porque estoy flaca… La gente opina sobre mi cuerpo, me van diciendo lo que creen, sin pensar, por un momento, en las repercusiones de sus palabras. Me sorprende cómo la gente se aventura en sus comentarios sobre lo que mi cuerpo debería ser. No solo me pasa a mí, nuestra sociedad permite todo tipo de intromisiones. A mis clientas las felicitan cuando pierden peso, las llenan de flores y celebran su victoria.
Cuando ganan el peso de vuelta, como suele ocurrir, la actitud es sombría. La gente, preocupada, pregunta: ¿qué te paso?
Mi cuerpo ha fluctuado con los años. Ahora, a mis 36, estoy bastante flaca. Al parecer, mi cuerpo quiere estar así. No gano un gramo, así trate. Pero lo que me llama la atención, es la reacción de la gente.
Todos tienen un comentario sobre mi apariencia. No aprueban. Consideran que estoy demasiado flaca. Y lo dicen. Así no más.
Como coach de alimentación consciente, trabajando con mujeres que luchan con su cuerpo, encuentro este fenómeno curioso. Hemos creado una sociedad que acepta esta conducta, sin cuestionarla. Todos parecen con el derecho de comentar libremente sus opiniones sobre el cuerpo de las mujeres. Muchas de nosotras, las recibimos, resignadas, aunque no tenemos ningún interés en oírlas.
Nos parece correcto felicitar a alguien cuando pierde peso.
Pero no entendemos que al hacerlo, esa persona recibe aprobación solamente con base en su apariencia. Y eso, no le hace bien. Nos parece correcto recomendar dietas y productos, para “ayudarle” a alguien con sobrepeso.
Pero, al hacerlo, damos un mensaje desaprobatorio, que dice: cambia, que así no estás bien.
Por eso, a mis clientes les digo que olviden a la gente y se enfoquen en cómo se sienten. Los comentarios van y vienen, pero un ancla segura es conectarse con lo que se siente. Quedarse con eso y soltar el resto. Es un entrenamiento nuevo, porque usualmente reaccionamos a los comentarios, nos vamos con ellos hasta donde quieran llevarnos.
Todos tenemos una historia con el cuerpo, una privada e íntima. Cuando ganamos peso o cuando lo perdemos, no ocurre de manera aislada.
Hace parte de la historia de nuestras vidas. Se entreteje con todo, traduce cada evento en nuestra biografía. De pronto, una mujer gana peso porque llegó un bebé a su vida; otra, pierde peso porque está triste. Pero los comentarios que vamos botando al aire sobre la apariencia, reducen toda esa magnifica complejidad de vida, a un simple juicio, insensato y desinformado.
¿Qué pasaría si no volviéramos a comentar algo sobre los cuerpos de las mujeres?
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