Miedo.

Nunca se va. Hasta el último día.

Nadie ni nada puede prometerte que se irá. Vivir es miedo. Es la naturaleza de las cosas. Por eso, a veces nos confundimos con ideas espirituales sobre nuestro deber de hacer desaparecer el miedo. Intentarlo, genera confusión. Y más miedo.

Tenemos sistemas nerviosos cableados para sentir miedo porque es protector. Los humanos, hemos creado civilizaciones, gobiernos y normas de tráfico pero somos, en esencia, una especie más que se codea por sobrevivir. El miedo, la vida, la muerte, todas están íntimamente vinculadas. No tienes una, sin la otra.

No creas que somos víctimas, claro. Por el contrario. Podemos relacionarnos con el miedo, atravesarlo y verlo por lo que es. Es natural. A veces, nos salva. Otras, nos paraliza y bloquea la vida. Pero siempre, es energía que se mueve por el cuerpo y nos recuerda que estamos vivos, que la vida es nuestro tesoro y no queremos perderla.

El miedo no me es ajeno. Me da miedo perder todo tipo de cosas. Mi familia, mi salud física y mental. Últimamente, he tomado una decisión frente al miedo: decido invitarlo a tomar té. Como dicen las enseñanzas budistas. Apenas siento el más mínimo asomo, le doy un espacio amplio para sentirlo. Lo recibo en mi cuerpo con toda mi capacidad. Siento la energía que sube y baja por mis piernas. El golpe seco en el estómago. No me voy, ni a la nevera ni al scroll de FB. Me mantengo y permito que las sensaciones pasen.

Cuando el cuerpo siente este tipo de sensaciones, la mente inventa historias. Seguro te has dado cuenta. No intento detener la mente porque hacerlo es como pedirle a mi cuerpo que no genere miedo. Pero vuelvo al cuerpo. Habito las sensaciones y la mente se calma. Creemos que el miedo se apacigua desde la mente, con sus soluciones y su lógica, pero no es así. La mente está programada para ser negativa y como te habrás dado cuenta, en estos casos, la mente no ofrece alternativas ecuánimes o justas. Sus historias son paranoicas y catastróficas.

Pero el cuerpo es el maestro y la guía. En casos de miedo, habita sus sensaciones y verás como la mente se calma. Si el miedo es demasiado intenso, hazlo en compañía de alguien en quien confíes. Pero dale un espacio y comprende que está ahí por razones legitimas. Reconócelo. Invita su incomodad y conocerás tu fuerza. Atraviésalo y estarás a salvo.

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