Hace unos días tuve una claridad: no queremos ser especiales, queremos pertenecer.

Esta idea me rondaba hace un tiempo. Es la lucha por ser especiales la que nos aleja.

Ya lo decía Brené Brown. El principal obstáculo para pertenecer es encajar. Es cierto. Eso que hacemos para asegurarnos un lugar, es lo que nos saca de la posibilidad de auténtica conexión. Es imposible conectar cuando estás tratando de ser algo que no eres.

Esto lo sentí cierto en un retiro de fin de semana. Éramos 30 mujeres juntas, reconectando con la femineidad. Viéndolas a ellas y viéndome a mí, supe que tanto lo único que queremos es pertenecer. Sentirnos parte de algo.

Ser especial es encajar. Es natural buscarlo porque es inherente al acondicionamiento humano, sentirse aparte. Estamos llenos de fronteras de todos los estilos.

Los otros. Los de allá.

Es fácil que surjan fenómenos como el clasismo, el sexismo o la misoginia. Es mucho lo que hay para defender.

Especiales somos, pero no cómo quisiera nuestra mente. Somos especiales porque estamos vivos. Porque somos una especie humana interesantísima que tiene todo para dar.

El reto y el riesgo es ser más de uno, para ser más de todos. 

Más artículos de interés en:

www.francamaravilla.com