Cuando el Buda terminó de meditar bajo en árbol de Bodhi, se iluminó. Eso dicen las escrituras budistas. También dicen que, durante su meditación, se encontró con Mara, el demonio de todas las ilusiones que perturban al hombre. Tentaciones y violencias de todos los estilos. Enfrentó a Mara, sintió y escucho sus inclinaciones por dejarse llevar por las aparentes verdades del engaño humano. Pero sostuvo su intención y terminó su larga meditación dejando atrás el sufrimiento.
Hay mucho que me gusta de las enseñanzas del Buda. Me gusta que su camino hacia la liberación incluye benevolencia por el cuerpo. Habiendo sido un asceta por un tiempo, el Buda supo que mortificar al cuerpo solo añade a la guerra interior. Por eso, sus enseñanzas son llamadas el Camino del Medio. Ese balance entre la devoción por lo divino y lo terrestre.
El Buda nos advierte sobre los extremos y con toda razón. La búsqueda del placer y comodidad o la evitación del dolor nos lleva al sufrimiento. En los asuntos del cuerpo y la comida, buscar el punto medio es un camino largo pero seguro. Nos garantiza un aprendizaje hacia la auto compasión y el auto conocimiento. Y los asuntos del cuerpo y de la comida son como todos los asuntos de la vida, y lo antes que entendamos esta verdad, mejor nos va.
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