Este es un libro para todas las mujeres. Es un mapa para navegar la incomodidad; eso que molesta cuando la vida duele. Y es un libro para incentivar rebeldía. Adoro esa energía efervescente que nos impulsa a salir de viejas maneras, esa que es fuego y creatividad, y sabe exactamente de lo que somos capaces.

 

Así comienza mi libro Yo debería ser flaca. Lo escribí para las mujeres que creen que deben ser más de otra cosa, y se pasan la vida intentando conseguirlo. Entiendo la trampa. Es fácil sentir que algo falta. Es fácil creer que ese algo se soluciona desde afuera. Finalmente, nuestra sociedad se mueve por fuerzas económicas, lo sepamos o no. Para nosotras, el cuerpo es ese vehículo que garantiza el éxito. Nos pasamos la vida en un constante plan de modificación y mejoramiento. Pero nunca hay suficiente belleza.

 

Esto me recuerda ese artículo que leí en la revista Semana, sobre un médico colombiano que redefine la salud, un término que usualmente vemos como un absoluto. Queremos la salud perfecta y hacemos mucho para logarlo. Pero él dice que la salud se mueve en un espectro y buscar la salud perfecta es tan fútil como perseguir cualquier otro ideal que el humano, con su inherente frágil humanidad, jamás podrá conseguir.

 

Se necesita ir en contra de mucho de lo que oímos y vemos para realmente vernos y confiar en todo lo que somos, fuera de los mensajes que nos venden en los medios. Nada es un absoluto. Lo único cierto es que el humano es suficiente, así como es. Es glorioso y lleno de fuego. Cuando no estamos persiguiendo ideales, podemos descansar en la realidad del medio, donde todo es posible.

Yo debería ser flaca, publicado por Penguin Random House, disponible en todas las librerías a nivel nacional.