Me funciona permitir todo lo que me ocurre. Esto quiere decir que reconozco la legitimidad de todas mis partes. Cuando llega un pensamiento envidioso, lo permito. Cuando me confundo ante la vida, lo permito. Cuando me visitan la tristeza, el miedo o la ira, lo permito. Y lo digo: lo permito. Lo digo para mis adentros y las palabras calman mi mente. No creo, ni por un momento, que este material no deba estar ahí. Me he acostumbrado a repetir esta frase como un mantra y veo la magia de darme permiso para ser humana. Cuando me preguntan en qué consiste querernos, pienso en esta decisión de permitir todo lo que llega sin reproche. Y, contrario a darle rienda suelta a nuestros impulsos más bajos, lo que ocurre es que estamos permitiendo que cada emoción cumpla su misión y nos visite para luego irse. Nada más liberador que no tener emociones atoradas que igual salen, pero con más fuerza, cuando uno menos lo imagina. Así que, si estás de pelea con tus partes difíciles, considera darles la bienvenida e invítalas a tomar el té. Camila Serna www.francamaravilla.com