De vez en cuando leo libros y tomo citas que luego me gusta releer, y, ahora, compartir. Agradezco a los usuarios lgarcia278, manolina, leunamcrowley, VicenteFoster, rorro1947, childeharold y concursodeortografia por comentar en la entrada anterior. Pueden ver sus contribuciones y las primeras cinco citas aquí.

Para hoy tengo cuatro: añado los títulos originales de las obras entre paréntesis, junto con su año de publicación.

Yo estaba acurrucado en mi cama y Salamano se había sentado en una silla delante de la mesa. Estaba enfrente de mí y apoyaba las dos manos en las rodillas. Tenía puesto el viejo sombrero. Mascullaba frases incompletas bajo el bigote amarillento. Me fastidiaba un poco, pero no tenía nada que hacer y no sentía sueño. Por decir algo le interrogué sobre el perro. Me dijo que lo tenía desde la muerte de su mujer. Se había casado bastante tarde. En su juventud tuvo intención de dedicarse al teatro; en el regimiento representaba en las zarzuelas militares. Pero había entrado finalmente en los ferrocarriles y no lo lamentaba porque ahora tenía un pequeño retiro. No había sido feliz con su mujer, pero, en conjunto, se había acostumbrado a ella. Cuando murió se había sentido muy solo. Entonces había pedido un perro a un camarada del taller y había recibido aquél, apenas recién nacido. Había tenido que alimentarlo con mamadera. Pero como un perro vive menos que un hombre habían concluido por ser viejos al mismo tiempo.

El extranjero (L’Étranger, 1942)
Albert Camus

Además, decían, si las banderas están ahí para celebrar el hecho de que la muerte ha dejado de matar, una de dos, o las retiramos antes de que hartos comencemos a detestar los símbolos de la patria, o vamos a pasar el resto de la vida, es decir, la eternidad, sí, decimos bien, la eternidad, mudándolos cada vez que los pudra la lluvia, que el viento los desgarre o el sol les coma los colores. Eran poquísimas las personas que tenían la valentía de poner así, públicamente, el dedo en la llaga, y hubo un pobre hombre que tuvo que pagar el antipatriótico desahogo con una paliza que, si no se le terminó allí la pobre vida, fue porque la muerte había dejado de operar en este país desde primeros de año.

Las intermitencias de la muerte (As intermitências da morte, 2005)
José Saramago

Me desperté, pues, el domingo por la mañana sin la preocupación habitual de tener que emprender inmediatamente la marcha; y por más que esto ocurriese en el más profundo abismo, no dejaba de ser agradable. Por otra parte, ya estábamos habituados a esta existencia de trogloditas. Para nada me acordaba del sol, de la luna, de las estrellas, de los árboles, de las casas, de las ciudades, ni de ninguna de esas superfluidades terrestres que los seres que viven debajo del astro de la noche consideran de imprescindible necesidad. En nuestra calidad de fósiles, nos burlábamos de estas maravillas inútiles.

Viaje al centro de la Tierra (Voyage au centre de la Terre, 1864)
Julio Verne
EL PUEBLO DE CALI RECHAZA
A los Graduados, los Hispanos
y demás cultores
del «Sonido Paisa» hecho a la medida
de la burguesía,
de su vulgaridad.
Porque no se trata de «Sufrir me tocó
a mí en esta vida»
Sino de «Agúzate que te están velando».
¡¡Viva el sentimiento afro – cubano!!
¡¡Viva Puerto Rico libre!!
Ricardo Ray nos hace falta
¡Que viva la música! (1977)
Andrés Caicedo

dancastell89@gmail.com