Buenos días, y bienvenidos a esta entrega de martes de cine, que no tienen que ser necesariamente martes, ni mucho menos deben ser cada semana.
En fin.
Es un pájaro, es un avión… No, es Michael Keaton.
No vale la pena ocultarlo: creo sinceramente que Alejandro González Iñárritu es un genio, y con Birdman nos ha ofrecido (a nosotros, a todos, a la humanidad presente y futura) una historia intensa como pocas, además de un ejercicio técnico perfecto… y los actores, Keaton, Stone, Norton, Watts, y Andrea Riseborough una muestra de actuación apasionada, intensa y profundamente artística.
Es así como sentí a Birdman (o, la inesperada virtud de la ignorancia). Artística, y, lo que es contradictorio en apariencia, profundamente accesible, sincera, casi cruda en su interpretación de la vida y las emociones humanas. Abierta, y a la vez confusa, sin ser innecesariamente oscura, con tan solo una gran pregunta sin resolver al final (¿qué pasó con Riggan…?). Verdaderamente, estoy sesgado. Esta película me gustó mucho.
Quisiera resaltar un par de aspectos que me impactaron, y que siento que hacen que la experiencia de ver Birdman sea muy significativa. Claramente, el hecho de que parezca hecha en una sola toma es admirable, pero más que eso resulta (por lo menos para mí) bastante tensionante. No tener cambios de toma equivale a quitarle al público un punto de apoyo que se da por hecho… adicionalmente, sentí durante mucho tiempo una cercanía casi asfixiante, casi claustrofóbica, como estar encerrado en un lugar muy pequeño junto a los actores, y no poder salir. Es exactamente así como sentí gran parte de la película, lo que me hace pensar que es premeditado. Incluso cuando están en un lugar abierto (la terraza o la calle). La continuidad de la tensión (por la falta de cortes) se suma a esta extraña sensación de saturación… hay una muy buena idea detrás de esto, ya que la vida no tiene cortes, si exceptuamos el sueño.
Premios otorgados a Birdman: Oscar al mejor director, Oscar a mejor película, Oscar a mejor guión original… y un globo de oro para Keaton (algunos creíamos que también recibiría un Oscar).
La intensidad emocional alcanza nuevas dimensiones gracias a la música. ¿Habían visto una banda sonora compuesta casi en total por música de batería? Dentro de mi limitado conocimiento, yo no. Una interpretación magistral que hace que el ritmo del sonido y de la película sean una misma cosa… gracias al baterista de jazz Antonio Sánchez, quien, por cierto, no es el mismo baterista que aparece en la película. Entre otras cosas, es un buen momento para ser baterista en el cine.
Una gran obra tiene momentos especiales… y personalmente, me gusta cuando estos grandes momentos no surgen como una estrategia efectista. Keaton corriendo en ropa interior por Times Square no puede estar más lejos de ser una campaña publicitaria; la esencia msima de esta toma hace parte integral de la película… Y añade aún más a la sensación de que los actores de la obra son los actores de la película, y los actores de la película son los actores en la vida real (autorreferencias y autorreferencias): tan solo dos tomas se usaron para grabar esta escena, ya que otra más sería más de lo que los turistas de Times Square podrían soportar sin afectar el rodaje. Las cosas que hay que tener en cuenta en los tiempos que corren…
La famosa escena en Times Square, desde el punto de vista de un espectador. La cosa fue real… los extras son pocos. La banda estaba contratada para intentar desviar un poco la atención de Keaton.
Iñárritu, director de otras grandes películas (me gustó especialmente 21 gramos) y sus amigos, los nunca suficientemente alabados Guillermo del Toro (Hellboy, El laberinto del fauno) y Alfonso Cuarón (Children of men, Gravity) siguen haciendo historia en el cine. Decir que Birdman es “atrapante» me parece una excesiva simplificación.
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