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La prematura decisión de realizar un largometraje con la tal Operación Jaque como temática central, y la aparición de Yidis Medina en la portada de SoHo son síntomas de la ligereza en el tratamiento de temáticas que en cualquier caso, merecerían una dosis mayor de respeto.
Las predicciones de hace algunos días acerca de la amnesia temporal en lo tocante al caso Yidis Medina fueron inexactas. Amnésicos también, olvidamos un factor de aquellos a los que no se debería perder de vista a la hora de aventurar este tipo de análisis, y por eso Yidis vuelve a ocupar su merecido lugar en primeras páginas, ahora convertida en chica SoHo. Es la colombiana y oportunista tendencia a farandulizar los hechos. De eso hablaré unas líneas más adelante.
Antes quisiera llamar la atención sobre otra actitud de entre las muchas que se veían venir cuando las lágrimas y el fragor y la alegría por la liberación no nos dejaban ver bien. Ya en columnas y algunos reductos de opinión han comenzado a oírse voces disidentes de la Ingridmanía de otros días.
Tal como por entonces se pronosticó, el gesto Betancuribista está comenzando a cambiar, y empiezan a vislumbrarse en el penumbroso panorama político nacional las primeras pinceladas de lo que se perfila como una precandidatura de la ex rehén.
Parece como si en Colombia haber sido sometido a los rigores del secuestro, con la solidaridad y el apoyo popular como principales aliados, se convirtiera en una de las más grandes garantías de éxito político. Quienes sigan sin creerlo pueden preguntárselo al canciller o la futura Nobel de la Paz y de cuántos reconocimientos estén por venir.
Juanes y Manu Chao acompañarán a Íngrid a la marcha del 20 de julio en París. Larry King hablará con Íngrid esta noche. El mundo entero quiere entrevistar, acompañar y conversarle a Íngrid. Y a hacerle documentales, reportajes y películas. Así que, por un momento, en bien de quienes estamos comenzando a hartarnos del tema, dejemos a Betancourt y a sus aspiraciones aún no confesadas en santa paz, y remitámonos a otras imprudencias más recientes.

Desde el día en que Oliver Stone, uno de los más respetados críticos de la sociedad estadounidense, vino para nada, a dar cuenta de una liberación que no ocurrió, no hacía falta ser Walter Mercado ni Mauricio Puerta, ni algún zar de la industria cinematográfica para vaticinar lo que estaba por venirse.

El RAE (Santa Biblia de la lengua española) define ‘oportunismo’ como “actitud o conducta sociopolítica, económica, etc., que prescinde en cierta medida de los principios fundamentales, tomando en cuenta las circunstancias de tiempo y lugar”. O en su segunda acepción, como aquella “que consiste en aprovechar al máximo las circunstancias para obtener el mayor beneficio posible, sin tener en cuenta principios ni convicciones”. Ambas definiciones parecen haber sido escritas en honor a algunas figuras de la Colombia de julio de 2008.
No terminaban Ingrid y sus compañeros rehenes de descender del supuesto helicóptero blanco fantasma cuando ya en las salas de juntas de la división cine de RCN comenzaba a barajarse la idea de rodar una película dedicada al tema.

Ayer estaba leyendo a Vive.In, preguntar entre sus amables lectores, en uno de aquellos foros de adolescentes, a quién debía corresponder el rol protagónico en el próximo rodaje, en cabeza de uno de los colombianos de moda, Simón Brand, con el incondicional y generoso respaldo de Radio Casa de Nariño, acerca de la dramática operación jaque.

Actitud clásicamente colombiana esta de empezar a manosear hechos recientes de guerra y polémica sin esperar, ni siquiera una semana, a que la turbiedad de las aguas se calme y a que los sucesos se decanten. Si eso no es oportunismo. Si eso no es un aprovechamiento prematuro y un tanto descarado de las circunstancias, sigo sin entender cuál calificativo puede otorgársele a algo así.

Entre las muchas candidatizadas para el personaje de Betancourt por algunos foristas estaba Sigourney Weaver, tal vez por su estereotipada imagen de mujer sólida y ruda. Supongo que el postulante la imaginó derrotando a esa gran jauría de mutantes invasores que para algunos debieron ser el ya difunto Pedro Antonio Marín y sus subalternos. Otro de los participantes sugirió a Julia Roberts, y otro a Jennifer López ‘que por sus rasgos latinos era perfecta’. Alguno, aquejado tal vez por miopía señaló una inexistente similitud entre Verónica Orozco e Íngrid. Otro más llamaba la atención sobre la importancia de contratar a alguna que superara las discutibles cualidades estéticas de la verdadera Íngrid Betancourt, porque ella no era “muy bonita, que digamos”. En virtud del respeto que me merecen las opiniones ajenas me abstendré de dar la mía ante tan impresionante despliegue de estolideces juntas.
Ya me estoy imaginando al presidente de entonces prendiendo alguna condecoración nacional en el pecho de Simón Brand, así como en su momento lo hicieron con Shakira o con César Rincón, y como se están demorando en hacerlo con Juanes y con todos los demás concertistas sin fronteras, por un acto al que, a mi modo de ver y de nuevo, con el mayor de los respetos, también parecía estar viciado de cierta dosis de oportunismo.
Ahora regreso al otro de los hechos que hoy nos convoca, que es la escogencia de Yidis Medina dentro de esa suerte de hall de la fama criollo que es el selecto grupo de Mujeres Soho, al lado de Marilyn Patiño, Alejandra Azcárate, Nawal Ayoub, Lina Marulanda, y sí, Piedad Córdoba, en la portada de la revista.  Todas las anteriores apariciones, por supuesto y sin excepción, han sido voluntarias y consentidas con simpatía y anuencia por las implicadas, quienes de seguro deben estar felices por un pantallazo de tan respetable envergadura.
Y después de todo, según reza la razón social expuesta en el sitio oficial de la revista, discutible, por demás: “En SoHo están las mujeres más lindas de Colombia y las mejores firmas nacionales e internacionales abordando todo tipo de temas”. Yidis, fue fotografiada en algún salón de la cárcel de mujeres, sin recibir remuneración alguna (tradición antañona de SoHo), y fue entrevistada además, para no dejar dudas sobre la seriedad del asunto, por Salud Hernández, quejumbrosa y opinadora de profesión, cuyas bravuconadas suelen ser aplaudidas por un sector importante de la opinión pública.
Yidis en SoHo. Betancourt en cinta. Una prueba más de la lamentable farandulización de la que todos los hechos acontecidos dentro del perímetro fronterizo del país son objeto. Me imagino cuán satisfechas estarían las directivas de la prestigiosa publicación en conseguir un par de imágenes de la protoheroína de Ingrid al desnundo, o las del canal con Yidis como artista invitada al rodaje (para invertir los roles).

Culpar en exclusiva a SoHo, o a Simón Brand, o a Radio Casa de Nariño de la ligereza en el abordaje de los mencionados temas sería demasiado simplista, como también lo sería el negar que gran parte de ese aprovechamiento a ultranza de hechos políticos cuyo marco de circunstancias ameritaría, digamos, un tratamiento bastante más racional, pausado y discreto, se debe en gran medida a los éxitos de taquilla o de ventas cuya producción alentamos con nuestro consumo morboso, conmovido o curioso.  

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