Hace una semana, el mundo entero se sacudía con una noticia proveniente de los Estados Unidos de Norteamérica, que daba cuenta del visto bueno que la Corte Suprema de Justicia de aquel país del norte había dado finalmente al matrimonio para personas del mismo sexo.

Tras un apretado proceso de votación, y once años después de que el Estado de Massachusetts se hubiera convertido en el precursor de este tipo de legislaciones, entre los estados de la unión, la Corte, concluía por medio de un escueto comunicado que las leyes que habían impedido contraer nupcias a cientos de miles de ciudadanos legalmente, hasta entonces, se venían abajo por haber sido, en efecto, anticonstitucionales.

El júbilo y alborozo que esta decisión provocó no se hizo esperar, contagiando en cuestión de minutos las pantallas de los celulares y computadores de millones de habitantes del planeta, con banderas de arco iris, quienes vertiginosamente han venido constituyéndose en un actor fundamental de la opinión pública internacional gracias a las redes sociales.

Al punto de que, sin importar la diferencia de 5 horas que hay actualmente entre Washington D.C. y Londres, por ejemplo, se leía prácticamente enseguida un trino donde el célebre grafitero inglés, Banksy, apoyaba decididamente la buena nueva que venía del otro lado del Alántico.

Todo lo anterior, no ha hecho más que ponerme a pensar en los conceptos de frontera, ciudadanía transnacional, y derecho a la ciudad, esbozados por los profesores Étienne Balibar y David Harvey respectivamente.

Fronteras que debido al proceso de globalización tienden a difuminarse cada vez más aunque en algunos casos particulares subsistan y sean necesarias; ciudadanía transnacional que gira en torno, más que todo, a referentes simbólicos (libertad, igualdad, solidaridad, etc.) y que tiene como patria la virtualidad de las nuevas tecnologías; y derecho a la ciudad en tanto a las cuestiones vitales de la ciudadanía que sin diversidad y cambio no tendrían ningún sentido hoy en día.

En resumidas cuentas, una contradicción perenne que nos invita a reflexionar continuamente sobre nosotros y nuestra relación con el mundo.

Y que también nos hace anhelar a algunos, el refugio que encontrábamos en la delimitación, la diferencia, y lo antiguo, así sea por una pequeñísima fracción de segundo.

@AJARAMORENO.