Han quedado restablecidas las relaciones entre ambos Estados mediante la ceremonia de apertura de la embajada norteamericana en La Habana, a finales de la semana pasada, cuyos actos protocolarios estuvieran a cargo del Secretario de Estado, John Kerry.
De esta forma, se sigue avanzando en el levantamiento definitivo de un prolongado y penoso embargo económico que ha pesado sobre la vida de los habitantes de la isla durante los últimos cincuenta y cinco años y cuyas repercusiones fueran tremendamente agudizadas por medio del bloqueo comercial que decretara el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos en mil novecientos noventa y dos.
Tal medida, tuvo como fin, debilitar el régimen de los hermanos Castro, aún más de lo que ya estaba, aprovechando el colapso del comunismo en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.), llevándolos a declarar el estado de emergencia económica al interior del país.
Durante la primera mitad de la década de los años noventa, Cuba experimentaría entonces el peor momento de crisis de su historia reciente, desde que hubiera triunfado la revolución castrista en el año de mil novecientos cincuenta y nueve.
La drástica disminución de los ingresos fiscales que obligara, a su vez, al Gobierno cubano a reducir el gasto público al máximo, produjo una situación de escasez sin precedentes. A tal punto, de que al no haber combustible suficiente para operar el sistema de autobuses de la ciudad capital, se ordenara comprar cerca de un millón de bicicletas a la República Popular China cuya distribución gratuita hiciera que, en pocos meses, la clase obrera se desplazara a sus sitios de trabajo en este medio de transporte y que, tal como señala Fidel, en su autobiografía, la bicicleta viniera a “convertirse en una especie de símbolo de la revolución” (Fuentes: 2004), desde entonces.
Por otra parte, durante la segunda mitad de la década de los años noventa, debido al declive presentado en la producción agrícola e industrial, se toma la decisión de fomentar los sectores farmacéutico, de biotecnología, y de comunicaciones; e igualmente, a través de la firma de tratados principalmente con Canadá, España, e Italia, se lleva a cabo una ampliación de la oferta hotelera que posteriormente convertiría a Cuba en un destino turístico por excelencia.
Diez años después, en dos mil ocho, Fidel, aquejado por serios problemas de salud, delega el poder en la figura de su incondicional hermano, Raúl, quien a sabiendas del enorme descontento que había, entre la ciudadanía, con el modelo económico de planificación central introduce una serie de reformas encaminadas a reducir la dependencia del petróleo venezolano y a incorporar a Cuba dentro del nuevo orden económico internacional.
Es así como, en diciembre del año pasado, Raúl Castro, junto al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, sorprende al mundo entero con la noticia de la pronta normalización de las relaciones diplomáticas y económicas entre los dos países.
Evidentemente, la lenta recuperación de la economía norteamericana, la caída de los precios del petróleo, el cambio de mando político, las demandas sociales, y las ventajas del comercio internacional, como fuente de riqueza, jugaron un papel determinante en todo este proceso.
El viernes pasado, catorce de agosto de dos mil quince, luego de seis décadas de aislamiento y hostilidad, se da oficialmente inicio a una nueva era en la política exterior cubanoamericana, con la que se espera, en principio, aumenten el intercambio comercial, y las transacciones financieras, entre ambas naciones, así como el grado de libertad y de crecimiento económico, sobretodo, de la economía cubana.
En cuanto al aspecto político se refiere, seguramente se mantenga el sistema actual, por un buen tiempo todavía, tal como lo hiciera, Deng Xiaoping, en la República Popular China, a principios de la década de los años ochenta.
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