Siempre me ha llamado la atención que las predicciones sobre nuestro futuro se disparen justo a menos de una semana de que el año finalice. Basta con que echemos un rápido vistazo en la red para darnos cuenta de la cantidad de vaticinios que hay hoy disponibles pronosticando cómo nos irá el año entrante en distintos aspectos de nuestra vida. Yo personalmente sigo preguntándome, ¿seremos tan miopes o faltos de sentido común o nos conoceremos tan poco como para que tengamos la necesidad de recurrir a este tipo de supersticiones con tanta devoción cada vez, al parecer, con mayor frecuencia? ¿Habrá habido acaso alguna adivinación o pronóstico que haya resultado verdaderamente infalible? ¡No que yo sepa! Y si se pifian a menudo encumbrados economistas con las proyecciones de crecimiento y desempleo, ¿por qué no habrían de hacerlo tarotólogos y culebreros?
El caso es que la búsqueda de la felicidad, al menos es así como yo lo interpreto, aunque sea un fenómeno propio de la ciudad y la urbe y, por ende, del urbícola, no puede quedar nunca en manos de terceros. Mucho menos cuando a través, eso sí, de un gran derroche de creatividad lo que realmente se busca es cautivar ingenuos. Lamentablemente, hemos llegado al punto de que con la multiplicación incesante de estímulos digitales y cibernéticos la norma apunte a que nuestra felicidad se consiga a costa de nuestro mundo interior que, dicho sea de paso, tiende a empobrecerse inevitablemente con el paso del tiempo.
Por eso, no queda más remedio que disfrutar plenamente de la vida. Aunque para ello tenga que hacer todo lo contrario. En ese sentido, mi consejo de fin de año sería: trate de volver a su intimidad desentendiéndose del mundo exterior hasta dónde más pueda. Recuerde que personas tan místicas como el mismo Alejandro Jodorowsky han reconocido inclusive que no hay ninguna posibilidad real de predecir el futuro. Más bien hágase el firme propósito de leer, hacer ejercicio, portarse correctamente, usar bien el sistema de transporte masivo, salir a caminar o a correr y darle más espacio a su voz interior a través de silencios más prolongados ahora que la ciudad está vacía. Y si de veras se trata de ser mejor persona, no lo piense más: monte en bicicleta. Le aseguro que en poco tiempo obtendrá los mejores resultados.
Ah, y no se le olvide: ¡Al diablo con las predicciones! ¡El cambio comienza por Usted!
Finalmente, sea esta la oportunidad para agradecer, de todo corazón, a aquellas personas que semanalmente me leyeron en este espacio.
Para todos Ustedes, ¡Feliz y próspero año nuevo 2016!
Twitter: @AJARAMORENO.