Hoy los ciudadanos y usuarios de redes sociales viven en una constante búsqueda de aceptación en sus diferentes círculos sociales como lo son amigos, familiares y otros; esto ha generado que el comportamiento se vaya adaptando con el fin de generar más empatía con sus audiencias, el cambio de la forma de expresar sus opiniones, la información que se comparte y hasta la inclinación por los gustos ha denotado que hoy la sociedad tiene la necesidad de tener un mayor reconocimiento por los demás.
Cuando el usuario utiliza Internet está construyendo una huella digital, es decir, todas las actividades, movimientos y acciones como publicar fotos, vídeos, realizar comentarios son parte del historial de la presencia digital del ciudadano. Es por tanto que toda la información que está en la web y que se asocia con el nombre de la persona se convierte en la manera que tienen terceros de conocer más y, por ende, forma parte de la identidad digital.
Esta realidad no se puede catalogar ni como buena o mala. Únicamente como lo indican estudios es un “manejo estratégico de la autorepresentación” que quiere decir, el poder de decidir qué será lo más acertado a compartir con las redes sociales.
La problemática actual está enfocada en que cada vez más en las plataformas digitales se empieza a tolerar y promover el uso de lenguaje violento, palabras vulgares, y fotografías que demuestran acciones no acordes a la buena cultura ciudadana.
¿Estudios sobre el tema?
Según un estudio de la Escuela de Derecho y Ciencia Política UIS, entre los diferentes delitos que ocurren a través de las plataformas digitales el matoneo en redes sociales que es más recurrente en las mujeres, los resultados demuestran que con frases soeces se denigra la honra de las mujeres en estos medios digitales. Lo que nos deja ver un claro panorama que cada vez más las personas son más tolerantes con estos contenidos.
“Si yo publico algo en redes sociales soy responsable de querer difundir esa información y debo asumir la responsabilidad moral y ética” así lo indicó la profesora UIS Lucia Andrade, investigadora sobre acceso a la información pública, quien a su vez precisó que la agresividad se ha convertido en la norma socialmente aceptada que va alineando las opiniones y los comportamientos de quienes usan internet, la difamación o amenazas para hacer daños a terceros remplaza los ataque físicos y hoy la ley colombiana sanciona hasta con 10 años de cárcel esta clase de delitos.
¿Qué dice el Mintic?
Los colombianos en promedio según las cifras de Mintic denuncian alrededor de más 100 casos de matoneo digital diarias en los juzgados del país, es importante recordar que según fallo de la Corte Constitucional “Las redes sociales de la misma manera que los demás medios de comunicación… en consecuencia, está sometido a las exigencias de la veracidad e imparcialidad” normativa que evidencia el deber como usuario de las plataformas digitales y el uso correcto de la información, por tanto toda cuenta en una red social adquiere el carácter de medio y deberá ser responsable absoluto de lo que lo dice.
Hoy las personas han generado un comportamiento que radica en que para hacerse oír y leer en redes sociales deben recurrir a insultar, burlarse y descalificar todo lo que esté en contra de sus pensamientos u opiniones.
“Los ciudadanos debemos entender que si nos compartamos de cierta forma en el mundo análogo así lo debemos trasladar al mundo digital, se debe tener en cuenta que las agresiones verbales dan origen al cibermatoneo y la difusión de mensajes de odio son discursos excluyentes y de violencia simbólica que pueden terminar vulnerando la dignidad de las personas” enfatizó Nathaly Vargas Pico, embajadora de la iniciativa En TIC Confío en Santander del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.
Hoy las escuelas, colegios y universidades deben crear códigos de buena conducta que dejen claro la responsabilidad de sus acciones en las redes sociales y realizar una rigurosa curaduría de contenidos con el fin de tolerar y rechazar informaciones que estimulan la violencia.