Hubo de todo en el arranque taurino del 2017. Accidentes, triunfos para la reflexión, jóvenes en ascenso y hasta rechiflas.

Felipe Motoa Franco

Redactor de EL TIEMPO

En Twitter @felipemotoa

Ha pasado una semana desde que se cerró por última vez la puerta grande de la Plaza de Toros de Manizales. Es reposo suficiente para haber reflexionado con detenimiento en torno a lo ocurrido. Es hora de hacer balances, destacar lo bueno y también advertir lo menos notable, para que la Feria del 2018 sea aún más exitosa.

En lo más alto

Julián López ‘El Juli’: la volvió a romper. Por sexta ocasión se llevó el Trofeo Catedral de Manizales, gracias a la faena que le orquestó a Joropo (Ernesto Gutiérrez), un acarnerado que nada prometía como último astado de la temporada manizaleña. Pero en frente estaba López, el más querido de la plaza. Reclamó paciencia, la gente se la concedió y todo acabó en una clase magistral: mando, temple, toreo en redondo, chicuelinas, arte, tauromaquia pura, un monstruo sobre el ruedo, lidia absoluta. Difícil encontrar alguno que en los últimos 20 años haya entendido mejor que él los toros en esta importante plaza. Gracias a Julián por ser un artista y caballero. Ya se debe ir pensando en una placa en mármol que lleve su nombre, en pasillo central y visible.

Sebastián Castella: si no le concedieron la Catedral fue por cuestión de afinidad o preferencia (apretada) por quien se la llevó. Pero la faena que el francés le ejecutó a Millonario (Ernesto Gutiérrez), el día jueves, tercera corrida, puso la plaza patas arriba. Mucho toro y mucho torero, tanto que al alimón lograron que sonara el pasodoble Feria de Manizales. Fue indulto, el único de la temporada manizaleña. Bien que el diario LA PATRIA le haya concedido su trofeo, El Voceador, a la mejor faena.

Se le ve muy maduro, más lidiador que antes y todavía más humano (no olvidarán los monosabios el toro que les dedicó, a mucho honor y más que merecido, durante el Festival Taurino). Un grande.

Sebastián Castella con Millonario. Fotos: Manuel S. Alzate/ EL TIEMPO

Ramsés: el colombiano armó un lio de torería y valor el día sábado, cuarta corrida (Juan Bernardo Caycedo). En el primero que le tocó consiguió un apéndice, y en el segundo, dos. Para que no quedaran dudas. Sus cambiados de rodillas, sus derechazos y su buen oficio con la espada lo dejaron en una nota alta, pues lidió junto a figuras mundiales y les ganó en franca ley. Si sigue así no saldrá de las principales ferias y ganará en proyección. Muy bien.

Juan de Castilla: vino a conseguir en Manizales lo que hacía más de una década no conseguía un novillero en Feria: salir en hombros. Con un formidable encierro de Paispamba, el joven medellinense dijo presente y firme antes de acudir a su cita con la alternativa, en la próxima Temporada de Medellín. Si bien una de sus tres orejas fue rebatida por una sección del público, con las otras dos le bastaba para salir en hombros. Nace un torero que puede traer muchas alegrías.

Destacados

José Arcila: se le vio maduro al torero caldense, punto que agradeció con palmas el público que lo aguardaba. Su variedad de gaoneras con mucho riesgo, sus estatuarios, cambiados, manoletinas y demás argumentos con capa y muleta dejaron un muy buen sabor de boca que se materializó en la oreja que le quitó a Caperuzo (Santa Bárbara). Si continúa en su racha ascendente, gracias a sus lidias en España y México, podría dar alegrías más rotundas a la afición. Que siga buscando su sueño con la disciplina que lo caracteriza.

José Arcila ejecuta un cambiado por espalda a Caperuzo. Foto: Manuel S. Alzate

Monosabios: volvieron a estar a la altura de las circunstancias. No es tarea fácil dejar en buenas condiciones un ruedo luego de un chaparrón, pero este voluntarioso equipo ya acostumbró al público a conseguir ese cometido en repetidas ocasiones, cada vez que el caprichoso cielo hace llover. Eso por mencionar solo uno de los muchos oficios que durante la semana ferial desarrollaron con suficiencia. Aplauso para ellos.

Festival Taurino: esta iniciativa es un ejemplo para la sociedad y para los demás empresarios del mundo taurino. Son 7.000 millones de pesos los que se han recogido en los últimos años, gracias a las actuaciones que cada viernes de feria regalan los matadores sin cobrar un peso, y que van a parar al Hospital Infantil de Caldas. En buena hora, este año volvieron las figuras a visitar los niños del centro asistencial: Miguel Ángel Perera, Sebastián Castella y Morante de la Puebla dijeron presentes. Un largo ‘ooole’ por esta bonita causa.

Abono joven y del primer empleo: hay que aplaudir el esfuerzo que se hace en el mercadeo de Cormanizales al ofrecer estas dos opciones. El tema de los jóvenes va en ascenso, pues de los 1.000 abonos que se vendieron en el 2016, se pasó a 1.200 en el 2017. Significa que los aficionados de menor edad se incrementaron, para que la Fiesta Brava siga tirando hacia adelante.

En deuda

Luis Bolívar: de la Feria de Cali llegó con dos puertas grandes y a lidiar en dos tardes. La expectativa era alta, pero se fue en blanco. Sigue estando en el top de Colombia, pero hace ya años que no triunfa en Manizales. Se le abona, eso sí, que mostró voluntad, intenciones y humildad, elementos que se le habían olvidado en anteriores presentaciones.

De Luis Bolívar se esperaba un triunfo que no llegó.

Miguel Ángel Perera: salvo la magnífica estocada que ejecutó en la corrida del sábado 7 de enero (Juan Bernardo Caycedo), poco quedan de las actuaciones del español. Intenciones se le vieron, pero no llegó a cuajar una faena para la memoria.

Flojos

Pablo Hermoso de Mendoza: nada se vio de la maestría que el navarro demostró en años previos. Es una figura mundial, consumada, pero qué flojo se le vio en el ruedo, sobre todo a la hora de ejecutar los rejones de muerte: sin tiempo, sin ritmo, sin precisión. A esto se le agrega que el público ya refiere cansancio por la redundancia de sus apariciones en los carteles de Manizales. Variar de rejoneador para las alineaciones del 2018 no sería mala idea (Lea Vicens, Leonardo Hernández y Rui Fernandes son alternativas que podrían manejarse).

Morante de la Puebla: mal, muy mal se le vio en el mano a mano que remató la Temporada de Manizales. Por segunda ocasión  figuró en el cartel más importante de la semana (en el 2014 también alternó con ‘El Juli’, el domingo) y por segunda ocasión volvió a responder a las patadas. Tres toros y nada bueno qué decir (si acaso la oreja de su tercer contendiente, Silvestre, quinto de la tarde, que le fue concedida por la Presidencia aún con pinchazo ¿?). Cabe decir que en una entrada previa de este blog ya había advertido que eso podía suceder con el andaluz. Pero es que la forma en que se dieron las cosas fue lamentable: nadie niega que no le cayó el mejor lote, pero hombre, la gente paga para verlo, lo espera largo tiempo, y es casi ofensivo que no haga el mínimo esfuerzo por exprimirles algo de emoción a los toros. El toreo facilista, el que solo triunfa cuando tiene en frente lo mejor de lo mejor, puede traer alegrías pasajeras, pero no se queda en el corazón de los aficionados. Morante, que llegaba de México con el aura inmensa por una faena de antología en La Monumental, se fue de Manizales chiflado y con una bronca bien ganada por su falta de voluntad.

Adenda

Felicitaciones a Manizales, a los aficionados y a Cormanizales por volver a demostrar que la capital caldense es la gran ciudad de los toros en Colombia. No lo digo yo, lo dicen colegas de Bogotá, Medellín, Cali y otras latitudes. Un honor ganado a pulso. Bravo por eso y que vengan muchos ‘oooles’ más.

La afición manizaleña respondió toda la semana. Foto: Felipe Motoa/ EL TIEMPO

En Twitter @felipemotoa