Soy Charlie porque soy periodista y me indigna que se constriña la libertad de expresión con las armas, más la de un medio de comunicación que hacía sus críticas desde la caricatura, un género que por naturaleza puede burlarse de todo. Sí, a Charlie-Hebdo se le iba la mano a veces, ¿pero matarlos a tiros?
La discusión debía darse en el escenario del lenguaje, de los símbolos, o hasta en el jurídico. Y allí vaya que hay cosas para decir sobre los estereotipos e ideas coloniales que este medio circula. Pero NADA debería justificar el reducir de tal forma el valor de la vida. Y ahora que hay cierta bruma silenciosa que invade algunas opiniones en las redes con la idea de que “se lo buscaron” hay que llamar la atención sobre esto para no perder el foco de la cuestión.
Soy Charlie porque he visto cómo miles de personas se han movilizado para rechazar la sevicia del hecho. He constatado cómo los medios de comunicación franceses han tratado el tema con prudencia sin volverlo un espectáculo, con respeto a las víctimas y sus familias, y hasta a los sospechosos. Evitando ante todo presentar la historia de forma dramática y mostrando distintas voces: autoridades, musulmanes, ciudadanía, todos hablan. Y el mensaje de rechazo y llamado a la solidaridad y unidad nacional es claro.
Cosa muy distinta a lo que pasa en mi Colombia, dónde los medios repiten sin parar las imágenes del tiro en la cabeza al policía (aquí la omiten en todas las emisiones) y donde las víctimas de la violencia y el conflicto armado son vistas de forma negativa por algunos sectores.
Pero como he dicho, soy y no soy Charlie. No soy Charlie porque el hecho indigna al mundo y se visibiliza en todas partes mientras dramas similares en otras latitudes nunca salen a la luz. Sólo hay que tomar el ejemplo de nuestro país que tiene el vergonzoso segundo puesto en América por el número de periodistas asesinados (56 desde el año 2000, según Reporteros Sin Fronteras). Un hecho que debería ser igual o más indignante y protagonista.
No soy Charlie porque la “libertad, igualdad y fraternidad” y los valores de la república que también defienden las manifestaciones en Francia, no han sido tan claros en el pasado colonial francés que constituye un lado oscuro y vergonzoso de esta potencia europea, que invadió territorios por años, queriendo imponer sus ideas de civilización y dejando a su paso una estela de sangre como la de la guerra de Argelia que aún cala en su historia.
No soy Charlie porque me asquea que el hecho se tome como excusa para generalizar a las y los musulmanes, promover el racismo y la xenofobia. Y sobre todo, que se vuelva un argumento más del discurso de la “guerra contra el terrorismo” que radicaliza la intolerancia y vuelve hegemónica una visión del mundo basada en el miedo al otro y el rechazo a la diferencia.
Soy y no soy Charlie, indignada, crítica, compasiva y solidaria. Porque más allá de la cuestión de ser O no ser de la popular cita de Shakespeare, ser Y NO ser en simultáneo también es posible. Porque somos complejos y el mundo es complejo. Y estoy convencida de que al construir las opiniones reconociendo esto, se vuelve al camino correcto en medio de tanta crisis, caos y desesperanza. El de defender el único valor universal que debe ser defendido a toda costa: el de la vida misma.
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ACLARACIÓN: No recibo ninguna retribución económica o de otro tipo por parte de El Tiempo u otra organización por la escritura de este blog. Las opiniones aquí expresadas son personales.