Por si no lo sabe, apreciada lectora, lector o lectores, actualmente pende de un hilo en el Congreso la Ley Estatutaria de Salud que tras mi humilde lectura sin ser abogada y mis interpretaciones de lo que se dice en los medios, amplía los derechos de los pacientes, y hasta dónde sé todos y todas somos pacientes potenciales, por lo que vale la pena pegarle una miradita a la cosa.

No tiene que estar de acuerdo conmigo, me conformo con que después se pase por este link, lea el proyecto de ley de tres páginas (sí, TRES no más) y si quiere busque en algunos periódicos lo que se ha dicho o lo converse y forme su opinión.

Mi historia, infortunadamente, tiene que ver con algo relacionado con el sistema de seguridad social que ya está legislado: las pensiones. Algo así como que “me jodí”, si me permite la expresión. Hoy se da la oportunidad de cambiar el enfoque del sistema de seguridad social y puede ser diferente para otras personas.

Por eso cuento mi experiencia, para que la tome como algo que a todos nos puede pasar, ya que considero que lo que dice el documentico de la Ley Estatutaria proponecambiar la lógica de financiación y atención de la salud en Colombia. Para bien o para mal, hay que hilar más fino, seguramente, y por mi parte ya lo estoy haciendo poco a poco y me gusta eso de que el Estado garantice el derecho a la salud, según dice el texto, y que haya un organismo encargado; aunque amigas médicas también me dicen que la propuesta puede tener «micos» y tenemos pendiente charlarlo. Pero bueno, más bien, venga le cuento…

Tomé la decisión de emigrar al extranjero porque hace dos años me diagnosticaron una enfermedad rara que genera un fuerte temblor en mis manos. Este me incapacita para hacer casi todo, por lo que siempre necesito ayuda para cosas básicas como comer y escribir. Antes era totalmente normal y todo cambió hace sólo dos años.

El panorama en Colombia no era muy alentador y por esto acudí a mi doble nacionalidad para buscar un mejor tratamiento y calidad de vida en otro país, porque lo que me encontré en Colombia es duro, bien duro.

Comienzo explicando el proceso. En el país después de tener seis meses de incapacidad médica con la EPS y no mostrar mejora, se inicia el trámite para recibir o no una pensión por invalidez. Consta básicamente de tres pasos: radicación de la solicitud, calificación de porcentaje de invalidez y resolución final.

Hasta ahora parece sencillo pero el proceso está plagado de elementos, procederes, requisitos que lo deshumanizan totalmente. Es decir, para no ponernos castizos, que me volví una papel que vio mucha gente, un cifra, un número, un gasto, todo, menos un ser humano.

Por ejemplo, la calificación de porcentaje de invalidez se dio sin que ningún médico o médica de la institución encargada de evaluarme me viera físicamente, me hiciera pruebas o al menos preguntas (me habría aguantado hasta llenarlas en un formulario).

Me calificaron sólo a partir de informes hechos por un neurólogo de mi EPS, teniendo en cuenta que por la rotación de personal me vieron 5 en poco más de un año. Sin embargo, yo tuve suerte. La calificación fue superior al 50% (si es menor, no se accede a este tipo de pensión y si sigue enfermo… le cuento…), esto permite que el trámite continúe y mi caso sea evaluado, nuevamente, por mi fondo de pensiones para dar la resolución final.

Pero, aunque no puedo hacer nada con mis manos, al dar la calificación, el ente evaluador consideró que no alcanzo el rango alto del porcentaje de invalidez (mayor a 65%). Eso significa que al aplicar la ecuación que dice la ley usada para calcular el valor de mi pensión, que también tiene en cuenta mi salario promedio en los últimos 10 años (tengo 33), el resultado supera levemente un salario mínimo actual.

No importa mi formación, edad, experiencia, necesidad de ayuda constante; soy sólo un número más. Además, el asesor que me atendió me aclaró varias veces que hasta no tener la resolución no hay nada oficial. Sólo queda esperar.

A lo largo del proceso existe la posibilidad de apelar las decisiones. Por ejemplo, en mi caso podía apelar la calificación del porcentaje de invalidez. Esto dura por lo menos tres meses más y el asesor me contó extraoficialmente que pocas veces dan una calificación superior cuando se apela y hay casos en que es menor. Mi espera ha sido de un año y está pronosticado que la resolución salga en marzo de 2015, preferí que se quedara así.

Igualmente me informó que es posible que la pensión no sea retroactiva. Es decir, que no reciba lo que equivale al año de espera ya que, en un acto de solidaridad, la empresa para la que trabajaba cuando me enfermé continuó pagando mi seguridad social. Es decir que no estuve “desprotejida”. Malo si sí, malo si no.

Es claro que aquí no importa el paciente, importa lo que cuesta y sobre todo, las ganancias que dejan de recibir los grandes grupos que se están lucrando con el dinero de los aportes a pensión. No me malinterpreten, no estoy diciendo que pasemos al extremo ingenuo del altruismo o el todo gratis. Hablo de equilibrio, palabra que se olvida mucho por nuestras tierras tropicales.

Es difícil explicar los sentimientos que surgen ahora que me acoge otro país. Mientras los descifro he pasado por diversos estados. Primero pasmada, luego agradecida, y sí, siento “dolor de patria” al reconocer visiones del mundo tan distintas, que tienen sus matices, lo tengo claro, sus pros y contras. Por eso, me emociona ver que asociaciones de pacientes y médicos se estén movilizando hablando de dignidad, valor de la vida. Nociones que distan mucho de las que hay tras la ecuación que me califica.

Yo ya me fui. Pero queda mucha gente con casos similares o peores que el mío. En el caso de la atención en salud que concierne la Ley Estatutaria, yo creo que todos y todas tenemos historias de mala atención, deshumanización, abusos, cosas que parecen el colmo cuando hablamos de personas. Y hoy, algo está moviéndose al respecto, no lo dejemos pasar.

@caroroatta

Le invito a leer mis poemas aquí

Y a conocer algunas memorias sobre mi enfermedad aquí

ACLARACIÓN: No recibo ninguna retribución económica o de otro tipo por parte de El Tiempo u otra organización por la escritura de este blog. Las opiniones aquí expresadas son personales.