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No pocas veces se oyen críticas, de gerentes de tecnología, en contra de empresas y consultores individuales de seguridad informática, que con el ánimo de demostrar sus capacidades en el área, llegan a la primera reunión con su posible cliente demostrándole las fallas de seguridad que pudieron explotar mientras estaban en la sala de espera, precisamente esperando ser atendidos.

Esta crítica es más que fundada y no sin razón muchos de esos posibles clientes, al encontrarse de frente con los argumentos de venta de esos proveedores, les piden, a veces no muy amablemente, que se retiren de las instalaciones de su empresa.

Un consultor de seguridad me comentaba precisamente que un cliente suyo le pidió, antes de cualquier cosa, la firma de un acuerdo de confidencialidad y, en segundo lugar, le expresó su temor de que actuara igual que otro consultor, quien al sentarse en la sala de reuniones le demostró cómo había logrado tumbarle la conexión inalámbrica en cosa de minutos.

Obviamente, este señor que dejó la empresa sin acceso inalámbrico fue algo torpe, en términos comerciales (?). No es arriesgado afirmar que quienes suelen incurrir en esta práctica pueden ser objeto de una investigación penal y, si lo hecho por ellos le causa daños a su eventual cliente, deberán responder civilmente.

Acaso no hay 10.000 argumentos distintos para vender estos servicios/productos? Si para venderme un chaleco antibalas alguien consigue que me roben y me disparen para, luego, explicarme cómo necesito ese producto, lo mínimo que hago es, muy decentemente, mandar a ese fulano para ya sabemos dónde.

Las empresas serias no suelen cometer estos errores de principiante; los que empiezan en estas lides, que ya se cuentan por montones, deberían aprender un poquito de ellas…

Usted qué piensa?

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