Hay muchas discusiones alrededor de lo que generalmente se conoce como piratería; para los que trabajamos en campos que tienen que ver con ella (en contra de ella, realmente), piratería es básicamente cualquier forma de violar los derechos de intelectuales de otro. Vía falsificaciones, vía Internet, vía discos ópticos, da igual: siempre es piratería. Y, al menos para nosotros, es algo negativo: en carne propia tenemos que ver cómo nuestros compañeros de trabajo, y hasta nosotros mismos, se quedan sin trabajo por cuenta de las ratas siempre crecientes de piratería, cómo tantas familias pasan de tener una vida simplemente normal a tener una de angustias y necesidades.
He visto la escena muchas veces: ingenieros que se quiebran porque, tras conseguir inversionistas para desarrollar aplicaciones de software muy interesantes, sus ventas no dan para recuperar la plata que le metieron a sus proyectos porque ya algún cliente o amigo colgó el nuevo programa en BitTorrent. Artistas que juntan ahorros para sacar un disco y encuentran que ya está en Internet un día antes del lanzamiento; ingenieros de sonido que le meten todo a montar sus estudios, para terminar convirtiéndolos en escuelas de música porque no hay quién grabe a los artistas profesionales gracias a la piratería. En fin.
Por otro lado, para el lector que no es colombiano, un San Andresito es casi un mercado persa en el que se pueden obtener desde electrodomésticos y bicicletas, hasta ropa, artículos de aseo, licores, música, armas y demás cosas que uno puede encontrar en mercados legales o ilegales. En ellos hay comerciantes rectos y honestos, obviamente; pero lo normal es que la gran mayoría ofrece precios muy bajos gracias a uno de dos factores: o están lavando activos para que algún mafioso legalice plata del tráfico de drogas o están vendiendo falsificaciones, así sean de muy buena calidad.
La cultura de la viveza y del más avispado, del que cree que es muy inteligente y se siente feliz porque compra 20 películas a $20.000 (unos 10 dólares americanos); o del que compra licor en San Andresito y lo exhibe ante sus amigos orgullosamente exclamando que le costó menos que en un supermercado. Cuánto me gustaría llevar a estos personajes a San Andresito y exponerles la realidad de verdad: quiénes determinan el precio al público de los productos piratas o contrabandeados, quiénes controlan esos mercados, qué vacunas deben pagar los comerciantes y a quién, de dónde sale la plata que permite esos precios tan bajos, para dónde va lo que cobran esos comerciantes.
La defensa de quienes están de acuerdo con la piratería suele concentrarse en el alto precio de los productos: un DVD en lanzamiento puede costar más de $30.000 (unos 15 dólares, tal vez); un CD, algo similar; una botella de buen whiskey ni hablar y unos jeans de marca pues otro tanto. Alguien, a quien estimo mucho y que fue casi jefe mío, me hizo una comparación en una oportunidad, cuando apenas yo empezaba a trabajar en estos temas: así como yo no me robo el carro del vecino, que es un Mercedes Benz, simplemente porque «yo lo quiero y punto», no existe razón alguna que me permita robarme los derechos de otro simplemente porque «es que es muy caro y lo quiero tener». Si quiero un Mercedes Benz, pero me alcanza para comprar un Renault 4, pues me compro el Renault 4 y punto; o pido un crédito, o hago vaca o lo que sea; pero no me robo el Mercedes.
Ambos son robo en la misma categoría; tal vez el robo de la propiedad intelectual es peor porque desde hace años está siendo usado por organizaciones criminales para financiarse: desde Hamas y Hezbollah hasta los paras y otras organizaciones que dan mucho susto, se dieron cuenta de que es un mercado explotable que da unos réditos muy altos, con un nivel de impunidad que tiende al 100%.
Pero, como siempre, en nuestra inconsciencia y en nuestra idiosincrasia criolla, lo único que diremos será «¡qué bueno! Me conseguí esta mañana 6 botellas de sello negro y 15 películas, además de la ñapa que me dieron, y sobró plata, pero como me tocó pasarle algo al policía para que no se llevara el carro porque lo dejé en un sitio prohibido, pues no vamos a Pajares sino a La Hamburguesería – policía hp!».
No sé hasta qué punto esta inconsciencia y esta gran y triste viveza nuestra está llena de un enorme arribismo, de querer jeans de alguna marca y de exponer ante nuestros amigos un mejor whiskey que el que ellos nos ofrecen; de alardear por el hecho de tener miles de canciones o películas en el computador, mientras que el amigo de al lado a duras penas tiene unas 10 películas y unos 22 CDs – legales. De ser el fantoche de la cuadra o del grupo de amigos que tiene el carro engallado con repuestos comprados en los mercados de segunda del siete de agosto, a sabiendas de que son repuestos robados, que volverán a ser robados y volverán a ser vendidos.
Así que, para concluir, mis queridos compatriotas, sigámoslo haciendo: usemos todos jeans chiviados, tomemos whiskey contrabandeado, oigamos música pirata, compremos televisores Zony o Sonyh, metámosle software bien pirata a nuestros computadores y mostrémosle a nuestros hijos películas infantiles grabadas no se explica uno cómo, dentro de las salas de cine, o descargadas a través del p2p. Sigamos así que vamos bien; vamos muy bien y vamos a llegar lejos, porque tenemos claro cuál es la importancia del capital intelectual.
Actualización # 1: a las 11 PM hay 28 comentarios al post, más dos que borré por ser insultos entre dos lectores; es entonces el tema de la piratería un asunto de altos precios? O, más bien, será uno de falta de valores? De inversión de valores? De ausencia de niveles educativos y culturales aceptables? Cuál cree usted que es la causa de la piratería?
Actualización #2: La Dra. Graciela Melo, ex Presidente del Centro Colombiano del Derecho de Autor, me ha enviado este comentario que publico acá por considerarlo muy apropiado y juicioso, con su autorización:
Hola Carlos: Me gustó mucho tu último artículo y sólo quisiera anotar 2 aspectos: i)el concepto de piratería se ha flexibilizado en sentido lato de manera contraria al espíritu y conveniencia del derecho de autor, San Andresito sí está lleno de piratas pero no es el mismo caso de los estudiantes y amas de casa que descargan música y ese, siguiendo a la profesora Ginsburg, ha sido un error de política de titulares y estados; ii)los titulares sí tienen parte de culpa cuando no crean las condiciones y espacios para que se pueda descargar música digital de manera legal: Ej:Colombia!
Carlos S. Álvarez
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