Terminada felizmente la campaña presidencial, en que fue elegido por amplio margen el Programa de Unidad Nacional, se observa con satisfacción que ganó el mejor y que existe una sensación general de optimismo hacia el futuro, en muchos campos.

Una de las áreas en donde indudablemente había una fortaleza muy superior en el ganador es la economía, la diferencia no era ni siquiera entre quien presentaba mejor propuesta, si no entre quien sabe y quien no sabe, todo parece indicar que en lo económico estamos en buenas manos y cada día que pasa, sin haber empezado, se siente que teníamos razón en escogerlo.

Muy unido a la propuesta económica, está la lucha contra la corrupción como herramienta esencial para no subir los impuestos y poder cumplir con las promesas. Sin tanto espaviento como el que hacía el contrario, lo cual en vez de convencer terminó ofendiendo a la gran mayoría de los colombianos que sin ser verdes somos honrados, esta nueva administración electa aplica una estrategia, consciente o inconscientemente,  que parece ir en la dirección correcta.

Esta estrategia que he aplicado en las oportunidades que he tenido de dirigir entidades públicas y administrar sus recursos, es la de tener claro los proyectos y metas y hacer tal cantidad de proyectos y gastos necesarios, que el dinero se tenga que usar estrictamente en ellos y no se dejen dineros ociosos para que caigan fácilmente en mano de los corruptos. Esta estrategia se refuerza con el anunció publico de todo lo que se está haciendo, de manera que todo el personal de la entidad, en este caso de la opinión pública, conozca esos proyectos y estén atentos a sus resultados, si los recursos son asignados en su correcta dimensión y todos están pendientes de los resultados, cada vez será más difícil que los corruptos les echen mano y si el proyecto fracasa se va a investigar, dejando al descubierto si hubo fugas.

Se observa en los anuncios del presidente electo, que hay tal cantidad de compromisos y planes a ejecutar que para cumplirlos va a tocar hacer una administración muy eficiente del recurso escaso, que va a ser una barrera obligada para la corrupción.

En lo personal nunca confío de la persona que tiene que decir que es honrado, generalmente no lo es, para quien es honrado es algo tan natural que no lo tiene que presentar como la gran proeza, o ¿es que le cuesta mucho ser honrado? Eso es lo bueno del programa electo, que en vez de andar gritando a los cuatro vientos su honradez muestra hechos que siempre son mejores que las palabras. Que buena señal es la de nombrar a un ex-zar anticorrupción como ministro de transportes, uno de los sectores más cuestionados por corrupción; mostrar que se tiene tantos planes con el poco presupuesto que no le da cabida a la corrupción, habla de disminuir la pobreza y la indigencia, de aumentar la construcción de la vivienda de interés social, de invertir en seguridad y muchos más que además de invertir el presupuesto generan empleo, otra buena bandera del nuevo gobierno.

Solo queda desear que todo este esperanzador panorama que se observa se vuelva una realidad y seguro entraremos a la era de la «Prosperidad democrática».

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