Mientras los países desarrollados han construido sus fortalezas sobre el cambio de estaciones, que por centurias los han obligado a almacenar alimento para el invierno, en otras palabras a prever a corto, mediano y largo plazo; países subdesarrollados, la mayoría sin estaciones, no aprovechan la bondad de sus climas, no hay que guardar para cuando todo esté cubierto de nieve. Ahora con el cambio climático, se nos han presentado inundaciones que no se habían visto antes, o no tan seguidas y a tan alto nivel de aguas, ya no podemos solo esperar a inundarnos, quejarnos de nuestra mala suerte y seguir igual.
Aunque pueda parecer increíble, teniendo todavía damnificados de la ola invernal, ya hay lugares con sequía, y damnificados de la misma. Después de tener más de mil municipios de 28 departamentos y unos 4 millones de habitantes afectados, ahora nos enfrentamos a una sequía en la cual no hay reservorios de agua, hay sed, plantaciones enteras se están perdiendo y detrás de ellas empieza a morirse el ganado, da la impresión que en pleno siglo XXI (con sus avances en ciencia, tecnología e innovación) parece que estuviéramos a la merced de los elementos y de una naturaleza convenientemente caprichosa, cuando estamos es realmente en manos de la imprevisión, falta de dolor de patria y conciencia social, que algunos entienden con regalar mercaditos para un día, cuando lo que necesitan es soluciones no paliativas sino definitivas que les cambie la vida.
En cualquier conferencia de superación o administración es común oír: «hay que hacer de las crisis oportunidades», sin embargo las crisis las utilizamos para lamentarnos y ver a quien le otorgamos la culpa, así mismo uno de los lunares de la actual administración es la falta de ejecución del presupuesto y por ende de las obras, en las cuales la reina de la ineficacia son las obras para prevenir las inundaciones.
Bueno, estamos en el momento preciso para iniciar y terminar esas obras, alistar presupuestos, adjudicar contratos con términos claros, a menor costo y tiempo limitado, es ahora cuando los ríos van a llegar a su menor caudal, cuando las lagunas, estanques, riveras, terraplenes y jarillones están secos, que menos cuesta y más fácil es hacer contenciones, diques, perfeccionar orillas, fortificar el canal del dique, hacer depósitos artificiales para cuando haya agua y las próximas inundaciones sigan a esta sequía.
Ahora es fácil recorrer las zonas antes inundadas y verificar esos trabajos para que en abril próximo no vuelvan a estar inundados, sino sus aguas circulando o almacenándose para la agricultura, la ganadería y los tiempos secos.
Es la hora de asegurar las carreteras que se desbarrancaron, de hacer puentes, de defender las que estuvieron en peligro y subir el nivel de las que se inundan, de crear vías alternas que en invierno es imposible pavimentar, o afirmar las que se vuelven barriales intransitables, de tirar las líneas de tren para evacuar las mercancías de los puertos, etc.
Lo mejor de todo es que el gobierno, y por qué no algunas empresas privadas, puede en este momento matar varios pájaros de un tiro, convertir la crisis de la sequía y de la falta de ejecución e ineficiencia en las obras de la ola invernal en la oportunidad para dar soluciones a los damnificados, dar empleo en estas zonas tan golpeadas, dejar obras que el país viene reclamando hace décadas y otras que han surgido con los nuevos niveles de pluviosidad, a la vez que crea muchos puestos de trabajo en todos los niveles y le da un empujón inmenso a la locomotora de la prosperidad para aprovechar los muchos TLCs que hasta el momento se ven muy bonitos en el papel, pero que realmente van a ser fructíferos para el país cuando estemos interconectados y las mercancías, cosechas y nuestros productos puedan moverse fácilmente desde los centros de producción hacia los puertos marítimos, aéreos, fluviales y férreos y viceversa los productos importados.
Tenemos escasos cinco meses para demostrar que si somos una economía emergente y que si merecemos avanzar en nuestro camino hacia el desarrollo, consolidando una imagen de fortaleza económica que hasta el momento solo parece una figura de labios para fuera. Si lo que cuentan son los votos, solo imagínense la cantidad de votos de personas con nuevo trabajo, con sus mercancías moviéndose, de los transportadores circulando raudamente por todo el país, de los puertos aumentando el porcentaje de manejo de carga, de todos encontrando oportunidades y con su mente y su oficio ocupado, mientras el gobierno entre otras cosas avanza en darle una paz duradera, la cual a todas luces será mucho más fácil consolidar.
Con la solidaridad por quienes sufren en este momento la sequía, la noticia buena es que es una excelente oportunidad para el país, para que el gobierno le de un empujón a su locomotora hacia la anhelada prosperidad.