Pasaron las elecciones legislativas, con pocos mensajes y publicidad programática. En ese maremágnum de candidatos, apenas se alcanzaban a entender uno que otro eslogan y unas entrevistas de los más poderosos, mostrando más lo malo de otros candidatos o partidos que lo que pensaban hacer si eran elegidos, pero ni en prensa escrita, ni en radio, ni en televisión apareció la palabra SOBERANÍA como parte de algún programa o lema de campaña.

Inicia ahora en forma la campaña presidencial, solo se habla de a quien se designa como fórmula vicepresidencial, de la suma de votos de unos partidos con otros como calculo para ganar y la verdad pocas propuestas programáticas, que parecen no entrar dentro del juego político y que lo único importante fuera cuantos votos se pueden alcanzar por suma de partidarios que van a votar solo por serlo y no por dedicarse un momento a pensar que se quiere de quien quede elegido.

Después los comentarios serán que hubo apatía electoral, indiferencia por el futuro del país y otras críticas sobre los electores; pero la verdad, es que no fueron estimulados intelectualmente hacia un candidato o programa, sino guiados a votar por azul, rojo, verde, amarillo o una combinación de colores que no traducen en ninguna visión de futuro, diferente a que un color se siente en la burocracia a disponer como se gastarán los recursos de nuestros país.

Sin embargo, tomando la experiencia de anteriores contiendas llegará el momento en que se den debates para ver que piensan los candidatos, algunos dejan ver algunos asomos de interés en lo social, en la paz, proceso que cada uno acomoda a sus intereses o principalmente en contra de los de su adversario, y uno que otro tema, pero nadie habla de la soberanía.

Será que hay un acuerdo tácito o deliberado entre los partidos, entre la clase política o el gobierno no quiere que se toque el tema? Lo cual sería extraño porque sería la mayor razón para que partidos furibundos opositores tomaran el tema como caballito de batalla. Entonces,  ¿por qué nadie toca el tema de la soberanía? ¿O será que es tan obvio que quien quede de Presidente tiene que hacer respetar nuestra soberanía y entregar intacto el territorio que reciba? Pero también es la honestidad, se supone que ser honesto no debe ser una calidad excepcional, sin embargo algunos la aducen. ¿Será que si existe el acuerdo tácito, la prensa hace parte de él?

Una posible razón de este acuerdo tácito es que los partidos tradicionales que han tenido la Presidencia de República, tienen ropita sucia guardada en este tema y se sienten vulnerables, de manera que si atacan al gobierno o su candidato para la reelección sienten que le puedan ventilar los errores cometidos en sus respectivas administraciones y afectar sus actuales candidatos. De ser así los candidatos de partidos que nunca han tenido la presidencia estarían en ventaja mencionando el tema, pero tampoco lo hacen.

Es absolutamente necesario que el tema se toque, no para resaltar que tanta parte del error en el manejo del fallo de la Haya se tiene, si no para saber que se piensa hacer al respecto en caso de llegar a ser elegido. Puede que a los votantes de colores no les interese, pero si les interesa a los votantes de opinión, a los que por no sentir la patria defendida votaron en blanco, a los que anularon deliberadamente su voto y a muchos de los abstencionistas que sienten que votar no va a cambiar nada o nadie logra decirles algo que los moviera a votar.

Sucesos que pueden afectar la soberanía, como el Fallo de la Haya y la forma en que ha sido manejado, le dan especial relevancia a saber que piensan en este tema los candidatos, ya no hacen lucir tan obvio que se entiende claramente su responsabilidad con la soberanía y la integridad del territorio, a pesar que es claramente una de las funciones principales que va a tener como Presidente de la República. Al deber cumplir con la constitución, es menester hacer respetar la soberanía y mantener el territorio de la nación que le entregan el 7 de agosto, como parte intrínseca e irrenunciable de su responsabilidad de acuerdo con su artículo 102, donde dice que el territorio, con los bienes públicos pertenecen a la nación, no al gobierno. De manera que, por ningún motivo un gobierno, o el futuro presidente puede enajenar o dejar que le quiten parte de su territorio, el cual está descrito con lujo de detalles en el artículo 101 e incluye el mar territorial, la zona económica exclusiva, el espacio aéreo y hasta la órbita geoestacionaria.

Si hay errores en cualquier campo de la vida de la nación, de orden social, económico o político, son situaciones que van y vienen y pueden ser solucionadas. Pero si se afecta nuestra soberanía de tal forma que, en el peor de los casos, nos cercenen un pedazo de nuestro territorio, es un error que no puede ser revertido, si no vean el mapa de hace 120 años y el de ahora, para ver el territorio perdido que no ha podido ser recuperado. Esta afectación de nuestra soberanía también puede ser por que otros países consideren pasar sobre nuestro territorio a su antojo, o el gobierno de turno no le ve importancia, o no tiene el carácter para hacerla respetar teniendo los medios suficientes para impedirlos, dejando que se sienten precedentes que luego nos lleven al peor de los casos.

El cuidado de nuestra soberanía y del territorio sobre la que ella se ejerce es sagrado, no cabe ningún error; el candidato que sea elegido presidente con la constitución en la mano, su gobierno, todos sus mecanismos y en determinado momento unidos con las otras dos ramas del poder deben tomar las decisiones oportunas, acertadas y contundentes para mantenerla y si no es suficiente, tienen a sus Fuerzas Militares para hacerla respetar, hoy más fuertes que nunca, pero no puede ceder por ningún motivo un centímetro del territorio que recibió o incurre en falta al artículo 198 de la constitución que lo hacen responsable de los actos u omisiones que violen la constitución y las leyes. Se puede entonces aceptar errores menores o incluso mayores en cualquier campo de la vida nacional pero jamás y por ningún motivo el más mínimo en la preservación de la soberanía.

No podemos olvidar que la constitución en su artículo 217 ordena a las Fuerzas Militares como finalidad primordial la defensa de la soberanía y la integridad del territorio nacional. Quien quede como Presidente de la República, al quedar como Jefe Supremo de las Fuerzas Militares, asumirá la responsabilidad de liderarlas para que cumplan esta irrenunciable misión. Omitir las acciones necesarias u ordenar en contra sentido del cumplimiento de este deber por parte de las Fuerzas Militares, lo pone en desobediencia del artículo 198 ya mencionado. Por lo anterior, es de la mayor importancia saber si quien se lanza como candidato tiene la conciencia de la responsabilidad que asume, si está dispuesto a asumirla y si tiene el carácter suficiente para llegado el caso dar las ordenes necesarias para que las Fuerzas Militares cumplan con la finalidad primordial que le asigna la constitución. Eso no solo lo deben decir los candidatos de labios para afuera, debieran jurarlo con la mano en la constitución, solo para ser candidatos y nosotros como electores tener clarísimo que así es.

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Si estuviera en mi poder, invitaría a los candidatos presidenciales al punto más noroeste de nuestras aguas, para que en la cubierta de una de nuestras poderosas fragatas, con el pabellón nacional ondeando con la brisa marina, firmaran un documento de compromiso que incluya el mapa oficial y que cada uno con una mano sobre la constitución hiciera el juramento, que por el medio necesario hará respetar la constitución y la soberanía de nuestro país, de ser elegido Presidente de la República de Colombia.

Yo si quiero saber claramente si por quien voy a votar para ser el Presidente de la República de Colombia, le interesa la soberanía del territorio que le confíe el pueblo, en quien dice la Constitución que reside la soberanía, y sobre todo si va a ser capaz, sin excusas de ninguna índole, de hacerla respetar entregando a su sucesor al final de su mandato el mismo territorio que se le confió, por lo menos. Para ello el tema de la soberanía no puede estar vedado en los debates que se avecinan.

Puede que el mío sea un solo voto, pero me gusta hacerlo valer, ese a la final es el principio de la democracia, que cada ciudadano vote de acuerdo con sus convicciones, habrán otros votantes que piensen como yo y harán valer el suyo y otros que piensen igual en cuanto a la soberanía como tema fundamental en su decisión, con la esperanza que todos esos votos sumados sean una cantidad superior a la de aquellos que llevados solo por un color no les importe el destino de la patria. Espero entonces, que seamos más los que votemos para que quien salga elegido tenga el conocimiento y el carácter para defender no solo la parte continental si no un color realmente importante, el azul de la bandera, nuestro entrañable mar.