Con base en una movilización social en contra de la inoportuna, desproporcionada e inconveniente reforma tributaria, que ha resultado más nefasta de lo que se previa por sus consecuencias posteriores, se logró que esta fuera retirada por sus proponentes o por lo menos por quienes pusieron la cara para presentarla.

Sin embargo, posterior al retiro de la RT21 – para el que tantos colombianos participaron de manera pacífica, se expresaron por las noches con sonoros cacerolazos y llenaron las redes de razones de la inconveniencia de ese adefesio – resulta que los organizadores del paro decidieron seguir manteniendo personas en las calles en manifestación, en plena pandemia, con otros motivos. Ya nadie sabe ni qué quieren.

En lugar de permitir una reflexión, ante la contundencia del llamado nacional a archivar esa reforma, decidieron continuar en paro. Así como a los proponentes se les habían abierto las agallas para llegar a una reforma tributaria, que a lo último ya sobrepasaba los 30 billones de pesos, en plena pandemia, a los del paro, cuando vieron que «habían ganado», también se les abrió la ambición de pedir más y más y más. Lo lógico, era haber regresado a sus oficinas e ir construyendo alternativas o planeando qué pasaría si la retirada de la reforma tributaria no era definitiva y en este caso, si la que presentaran en su lugar seguía siendo dañina para los colombianos.

Pero no, decidieron seguir en las calles después de retirada. Han pedido ya tanto que no se sabe si lo hacen es para buscar peticiones imposibles de cumplir y para llevar al país a una situación de caos, como el que están logrando. Pésima idea y desafortunada decisión, porque lo que están mostrando es que pase lo que pase y obtengan lo que obtengan su idea es seguir en el desorden y dando pie a los vándalos y a los delincuentes de hacer de las suyas a costa del bienestar de los colombianos.

Además, los desordenes y bloqueos causados están haciendo daño a los gremios y personas que decían proteger. En este momento el remedio está siendo peor que la enfermedad, la imposibilidad de mover insumos, productos, trabajadores, ambulancias y todo lo requerido para el normal vivir de los colombianos está causando todo lo que iba a causar la reforma tributaria e, incluso, peores consecuencias. Ya empezó el encarecimiento de productos, la inflación, ahora un desabastecimiento, una devaluación del peso por la violencia, y no por haber retirado la RT21 como los tozudos defensores de la misma continúan insistiendo en engañar a los colombianos. Ahora están afectando los suministros, insumos, el oxígeno, etc. para atender la pandemia; sí señores directivos del paro, seguimos en pandemia y esta violencia y todo va a ser la disculpa perfecta para lo que no funciona, ahora el paro va a ser la causa de que no se lleguen a los objetivos de vacunación y de todos los males del país el resto del año, sino más.

En pocas palabras, la reivindicación social y el esfuerzo de tantos colombianos para que retiraran la reforma, así como cualquier éxito que se hubieran podido apropiar en el retiro de la misma, lo están echando a la caneca y convirtiéndolo en un caos para los colombianos, una gran pérdida en calidad de vida y una disminución de garantías de un mejor futuro.

Pensándolo desde el punto de vista de lo legal, el derecho a la protesta – desfigurado por la infiltración de vándalos y su violencia, agravado por  la acción de delincuentes que aprovechan el desorden – se está privilegiando sobre los derechos a la movilidad, al trabajo, a la salud y a la misma vida de los colombianos, consagrados en la Constitución Nacional; el paro y sus efectos ya no es contra el gobierno y su reforma tributaria, ahora es contra los colombianos.

Señores del paro, si de verdad ustedes trabajan por el bien de los colombianos, paren ya cualquier manifestación, así sea pacifica, porque están dando pie a la destrucción del país y están dañando todo lo avanzado, si algo tuvieron que ver en la retirada de la reforma tributaria, porque la responsabilidad en el caos, los muertos y heridos, los incendios y desastres, así como de la crisis económica que nos envuelve en este momento, esa sí es toda su responsabilidad. Están acabando con su credibilidad y su futuro como interlocutores validos de trabajadores, a quienes están dejando sin trabajo, y de los colombianos que están enfrentando el hambre, la falta de transporte y de oportunidades. Se están convirtiendo en los enemigos de los colombianos.