La Bandera o el Pabellón Nacional es uno de nuestros símbolos patrios, tiene su significado y representa nuestra nacionalidad, en un acuerdo que ha perdurado años desde las gestas de independencia y la misma creación de nuestra nación, lo cual ha sido oficialmente instituido en la Ley 12 de 1984, por la cual se adoptan los símbolos patrios de la República de Colombia y sentencias posteriores de la Corte Constitucional, como la que la consideran objeto de respeto y veneración del pueblo que simbolizan, considerando su irrespeto como falta grave y a veces incluso como delito.

Ninguna circunstancia coyuntural puede cambiar ese símbolo que nos representa y nos identifica ante el resto del mundo. La bandera se constituye en un elemento de identidad internacional de los países, cada una con los colores que la caracterizan, con base en una simbología autónoma de cada país, con significado diferente para cada uno de sus colores, algunos incluso los mismos colores nuestros, en diferente orden o en que los nuestros hacen parte de varios colores de su propia bandera, de manera que colocar la nuestra en diferente orden o en diferente sentido, antes que mostrar una protesta, puede representar a otro país, en el caso de nuestros colores en diferente orden o sentido pueden ser de Rumania, Armenia, Moldavia, Chad, etc,

Este 20 de julio, mientras las Fuerzas Armadas hablaban de #LibertadQueUne el amor por nuestra bandera, en la instalación de la última legislatura de este congreso observamos con estupor patrio que unos individuos, llevados por uno de los miembros del congreso o varios, colocaron la bandera al revés en uno de los balcones, ante la impavidez de quienes presidian el acto, quienes juraron cumplir la constitución y las leyes de la república y precisamente en el recinto donde estas se crean las incumplieron. ¿de qué sirve crear unas leyes que ni en el mismo recinto donde se crean se cumple? ¿Están cumpliendo con su juramento quienes presiden esos actos solemnes, al permitir que se ofendan nuestros símbolos nacionales y por ende el espíritu de la nacionalidad de todos los colombianos de quienes ellos son sus representantes y que deben responder por la confianza que le dio ese pueblo con su voto? Todo esto sin contar lo expresado en el Código Penal en el capítulo de Delitos contra la existencia y seguridad del estado, en el artículo correspondiente a Ultraje a Emblemas o Símbolos Patrios ¿le cabe responsabilidad a quienes promovieron y auspiciaron estos actos en el recinto del congreso?

El país puede atravesar por las peores circunstancias, incluso tenerse la sensación que se encuentra patas arriba, percepción personal o grupal que pueden tener algunos en su manera respetable de ver las cosas, pero en cualquier momento de la historia quienes tendrían el país así son personas pasajeras en el tiempo de la institucionalidad, los colombianos somos todos, Colombia sigue siendo la misma y es de todos, quienes la dirigen son transitorios y lo que hagan, o dejen de hacer, no puede llevar a ningún colombiano a dejar de querer a su patria, ni lo que la representa entre nosotros o en el exterior, por mucho que deje de querer a quienes eligieron para dirigirla, en cualquiera de los campos del poder.

Eso es aplicable en cada una de las instituciones en las que trabajamos, o con las que interactuamos, la decisión del momento de un jefe, un abuso o una orden absurda, no significa que esa institución es mala y se tiene que tener la objetividad de seguir queriendo esa institución y trabajando lealmente para ella mientras se espera que ese momento pase, siempre queriéndola y respetándola como fue creada para beneficio de los colombianos, así no se pueda hacer nada para cambiarlo en ese momento, llegará el momento de hacerlo y en ese momento se hará lo que sea necesario.

Los colombianos no pueden almacenar odio contra su país y sus instituciones por culpa de la corrupción, las injusticias, los abusos, o por culpa de las personas que eligieron para dirigirlo; existen mecanismos para corregirlo, entre ellos en medio de nuestra imperfecta democracia esta el voto popular, que ojalá se mantenga creíble en el conteo, que ya hemos visto en países vecinos que cada vez es menos confiable; afortunadamente, cada vez más los votantes se dan cuenta que dejarse pagar por el voto, lo que le pagaron se le acaba, el que les pagó sigue en el gobierno, quitándole mucho más de lo que les pagaron; es que quien paga por el voto, es porque va a llegar a cobrarse lo que pagó. Cada persona piensa en ella misma, como si fuera la única a la que le pagan el voto, pero así como le pagaron le han pagado a muchos, así lo que tienen que recoger es mucho, por eso es tan necesaria la lucha contra la corrupción y otras acciones, pero nada de eso nos puede hacer sentir menos colombianos, solo menos confiados en quienes llegan mal a hacer todo mal.

En la medida en que los colombianos respetemos nuestro país, nuestros símbolos patrios y nuestra nacionalidad, habrá menos sentimiento de caos y dejaremos de obedecer al síndrome de la ventana rota, del cual los mismos corruptos y los violentos  aprovechan para hacer de las suyas, al ver que ya es normal que todo sea anormal.

Cada vez estamos a menos tiempo de las próximas elecciones, miren todo lo que hay que esperar para esta próxima oportunidad ¿vamos a escoger a los mismos con nuestro voto? ¿Vamos a escoger a quienes han motivado a algunos colombianos a de manera equivocada emprenderla contra nuestro símbolo patrio en lugar de corregir esa situación? No colombianos, así no es, no vamos a dejar de ser colombianos porque nos avergüencen algunos compatriotas que han perdido el camino y quienes consideran ya normal abusar de sus conciudadanos. Al contrario, debemos reafirmar nuestros símbolos, nuestro país, nuestras instituciones y escoger a quienes de verdad nos representen y hagan valer esa nacionalidad y ese país que tanto queremos reafirmando el compromiso por nuestro desarrollo, nuestra seguridad, nuestra salud, nuestro patrimonio y nuestra libertad, por encima de cualquier interés personal de un puñado de aprovechados, que nos han impuesto adversidades mayores incluso que los embates de la naturaleza y de la misma pandemia.

Es hora de enderezar nuestra bandera y nuestro camino y se acerca la gran oportunidad para hacerlo en las próximas elecciones, pero siempre con nuestra bandera erguida y ondeante con nuestros vientos caribe, pacífico, andino, llanero, selvático e insular, nuestra bella bandera que representa nuestra riqueza; nuestros mares, ríos y lagos; y los sufrimientos pasados como nación y por nuestros antecesores, simbolizando nuestra tenacidad como país, un pueblo orgulloso de poder mostrar nuestro carácter y tenacidad para sobrevivir y llegar a destacarnos en el concierto mundial.

Desde hoy invito a todos los colombianos a llevar una bandera de Colombia a las próximas elecciones, en una mano nuestra bandera y en la otra un voto honesto y claro por quienes consideremos en justa conciencia que van a arreglar este país, que seguirá siendo nuestro y tendrá siempre ese bello tricolor que representa el fervor patrio de todos los colombianos.