Normalmente la expectativa de unas elecciones trae ánimo y nueva esperanza a los ciudadanos de tener un país mejor, escogiendo candidatos con los que se espera que lleguen nuevas ideas y soluciones a nuestros problemas que, al ser dinámicos, requieren un nuevo ímpetu, determinación de cambio y ganas sinceras y claras de mejorar.

Siguiendo lo expuesto en mis blogs anteriores, mi principal esperanza estaba basada en terminar la polarización o empezar a acabarla; y claro está, escoger personas no polarizadas que ofrecieran posibilidad de cambio, por mínima que fuese. Es evidente que eso no sucedió. El 14 de marzo el país amaneció más polarizado que el día anterior, que el año anterior, e incluso que hace 4 años. A partir de ese día todo ha sido pelea, insultos, amenazas y faltó muy poco para que se llegara a los golpes. Las propuestas de país siguen escondidas, en donde dos candidatos y sus áulicos ya se auto proclamaron ganadores de la primera vuelta, que no se ha votado.

En el análisis de elecciones y resultados de las votaciones, una de las primeras conclusiones es el papel de la abstención y del voto en blanco, que ambas deciden, así algunas veces no parezca. Llama la atención que no hubo una alocución presidencial el día antes de las elecciones invitando a votar masivamente en defensa de la democracia, como se acostumbraba. Con una alta abstención, se da pie para que quienes compran votos tengan un mayor impacto en el resultado final. Si la votación fuera masiva, la compra de votos es absorbida por el voto a conciencia.

La abstención llegó al 58%, de 38.819.901 colombianos habilitados para votar en los comicios legislativos, se registraron solo 16.278.961 votos (es posible una variación con votos nulos y no marcados que todavía no es clara). Significa que 22.533.854 colombianos decidieron no ejercer su derecho al voto, no fueron a votar ese día, no se aparecieron por su puesto de votación. Unos, porque sienten que su voto no sirve para nada; otros, que da igual votar por uno o por otro, que todo va a seguir igual o peor, como se ha mostrado en los últimos 12 años; y otros, por indiferencia o pereza, no sacrificaron domingo ni descanso para hacerlo.

Otra cosa es el voto en blanco, diferente a la abstención. Porque para que haya voto en blanco, la persona si asiste, deposita su voto escogiendo una casilla de Voto en Blanco y deliberadamente dice con eso que ninguno de los candidatos en contienda es digno de recibir su voto, porque no le inspiran confianza o no está de acuerdo con sus propuestas o ambas, fueron 1.056.670 que se expresaron de esa manera. En el caso del congreso, puede tener que ver con su desacuerdo con leyes expedidas, escándalos que día tras día se oyen y el hecho que jamás le dan una buena noticia a los ciudadanos; en el mejor de los casos, le imponen una carga tributaria con la esperanza de mejorar algo, que nunca mejora, o le restringen una libertad para salvar unas vidas que nunca salvan, algunos prácticamente se vuelven enemigos de los ciudadanos que los eligieron.

Ese millón de inconformes fueron evidentes y contabilizados real y numéricamente, pero hubo otro voto en blanco, que fue en las consultas. Eran tres cartones, ninguno tenía una casilla de voto en blanco, ni forma de hacerlo para las tres. De modo que siguiendo la definición de voto en blanco, los votantes que asistieron a las urnas a votar por congreso pero decidieron no votar por ninguna de las tres consultas, se puede entender que votaron en blanco por las consultas. Haciendo la operación, la votación total por el congreso: de 16.286.047 menos la votación por la suma de las tres consultas: 12.235.688, resulta en un voto en blanco para las consultas de 4.043.273 votos.

Es evidente que el voto en blanco fue el “candidato” más votado en el legislativo. En el congreso el voto en blanco sacó 1’056.670 votos, el candidato más votado en Senado sacó 223.167 votos y en la cámara la más votada 118.884. El voto en blanco para las consultas, fue tan grande  que superó el voto de la Coalición de la Esperanza. El voto en blanco, sin hacer campaña, le ganó a todos los candidatos de una alternativa política donde había cinco candidatos promoviendo su nombre a los colombianos día y noche, aunque en ese caso más peleando con todos y entre sí que haciéndolo, pero los votantes silenciosos fueron a las urnas y prefirieron colocar su voto de desesperanza democrática ante los candidatos en contienda y dijeron: ninguno me sirve.

Pensando en democracia, sin intereses partidistas, los resultados de los que sí votaron dejan mucho que desear, y marca una gran incertidumbre ante cifras que no cuadran. Si los resultados los pudieran haber arreglado, parecería que lo hubiera hecho un experto en polarización: un candidato que recogió 2´500.000 firmas para inscribirse, obtuvo de manera increíble solo 706.587 votos. El partido conservador, que en total obtuvo 2.213.528 votos, su candidato obtuvo solo 629.167, conociendo que tiene votos de otros partidos; ambos parecerían tener embolatados en las cuentas alrededor de 2´000.000 de votos. Difícil de creer que los conservadores que fueron a las urnas y votaron por el congreso fervorosamente, no hayan votado por el primer candidato conservador a la presidencia en años. Así mismo, que los dos candidatos costeños hayan sacado solo 1.335.754 votos, cuando en la costa hubo 3.941.715 votos por congreso, además de costeños votando en Bogotá y el país en general. Por otro lado, también es difícil creer que por uno de los lados polarizantes haya obtenido en consulta 5´806.278 votos, cuando por senado solo votaron 2.302.847, de donde están saliendo 3.503.431 votos más para la consulta?. Es extremadamente difícil de creer que con lo «entusiastas» que son los seguidores del Pacto, hayan ido a votar solo por el candidato y no hayan puesto una cruz en la casilla del Pacto al Congreso. No tenían ni que escoger candidato, solo una X en el logo! Parecería que le sobran muchos votos al candidato del pacto y le faltan muchos votos a dos candidatos del Equipo.

Son 3.5 millones de votos que llegan a alimentar la polarización en que estamos sumidos de manera inexplicable, que parece convenirle solo a los dos lados que la promueven. Para terminar la comparación, el resultado de la coalición en el supuesto centro, con una votación muy baja en que su mayor votado obtuvo 723.084, es similar a los dos del Equipo y los tres por debajo de la segunda del Pacto, mucho menos conocida que el más votado de la Alianza con varias campañas presidenciales.

Al cierre de este blog, cada vez más voces en Colombia se manifiestan sobre las dudas en la contabilización de los votos en Colombia. Desafortunadamente, hay un solo grupo activo en el reclamo de votos y ya se habla de 500.000 votos encontrados. Lo difícil de creer es que, si es por error de contabilidad de votos o mal diseño de los formularios de recolección y consolidación de los datos de los votos depositados, solo aparezcan votos a favor de un solo partido, que afecta directamente el conteo de curules. Todos a favor de ese partido, todos los errores son a favor de ellos y ningún otro partido ni candidato le han aparecido votos. Grave cosa al determinar la transparencia del proceso y aún más del reconteo. A todas estas, no se oye una palabra del Consejo Nacional Electoral y surge la pregunta, ¿después de cuántos votos “aparecidos” y de cuántos errores encontrados, se determina que las elecciones no son confiables y hay que anularlas? Y para el CNE también, ¿cómo andan en la revisión de topes de la campaña? que algunos candidato triplican los gastos de otros. Las acciones a este respecto deberían tomarse antes del día D2. Después de que se posesione quien haya violado los topes, ya es un pronunciamiento inocuo.

Indudablemente no es lo que se esperaba. Es evidente e insoportable que la polarización siga igual o peor. Los elegidos y sus seguidores, cada día más violentos e irracionales, dejan ver que el progreso, el desarrollo y las soluciones no están en sus planes y cada día son mas lejanas. Los debates se hacen en torno de quién dice qué tan malo es el contrincante y no qué tan bueno es lo que se ofrece. Esto muestra que el país perdió cuatro años, en muchos campos, pero lo más evidente en lo político. En este periodo, se perdió la oportunidad de mostrar que la fuerza, que ganó hace cuatro años, era tan buena que no tenemos por qué estar hoy con los mismos argumentos de entonces. Estos resultados, al aumentar la polarización, nos llevan a una mediocridad aún mayor, sin esperanzas de un mejor país, como el que ofrecían algunos de los candidatos “derrotados en las urnas”.

La polarización ha llegado a tal proporción, que ya se ve innecesaria la primera vuelta, ya prácticamente por la necesidad de derrotar a quienes creen su único y gran oponente, descartaron a los otros ocho candidatos en contienda, auto asignándose una plaza en la segunda vuelta los representantes de la polarización, dejando a esos ocho candidatos prácticamente de adorno para el día D2, con el cuento que si no se unen a uno de esos lados, se corre el riesgo que el otro va a ganar en primera vuelta, lo cual no es cierto, ya que todos los votos suman, estén en un lado, dos o tres.

Eso amerita que esos ocho candidatos tomen una determinación muy clara por la democracia, o se unen y sacan uno o dos candidatos muy fuertes, como opción adicional a quedar de primero o segundo en D2, o se hacen a un lado, adelantamos la segunda vuelta y le ahorramos al país un día de elecciones con sus costos y, sin duda, una mayor cantidad de votos en blanco y una mayor abstinencia por quienes ven que salir a votar, cada vez más, carece de sentido práctico.