Mucho se ha hablado de la forma en que Venezuela llegó a la situación en que está hoy, pasando por el gobierno de Chávez. Cada uno acomoda la historia a la conveniencia de sus intereses. Nadie menciona que a una situación crítica como esa no se llega por voluntad y acciones de una sola persona, sino por la acción y la omisión de muchos en diferentes etapas de la decadencia de la democracia.

La nuestra se encuentra en su fase terminal y nuestras acciones y omisiones son las que van a definir si logramos detener esa fase o aceleramos ese proceso, para lo cual nuestro voto es la herramienta más efectiva que tenemos, confiando en que este va a ser debidamente contado.

Esta fase se puede diagnosticar por sus síntomas, entre ellos las garantías que tienen los candidatos para participar en igualdad de condiciones en la contienda electoral, incluyendo a los medios y en especial a las cadenas nacionales con responsabilidades y obligaciones claras con el gobierno y con los colombianos. Pero también con la labor de los organismos reguladores y de control, que no se deben limitar a investigaciones inocuas que no llevan a acciones reales, como el CNE que ya determinó que ha habido desigualdad en los espacios y tiempos otorgados a los candidatos, pero no toma ninguna acción antes del domingo, día de las elecciones. Muestra de ello se ve en temas tan prominentes, como el debate final de «los candidatos», en que excluyen a dos de ellos, porque en sus propias encuestas, o las que escogen para «decidir» no aparecen en la punta, sin importar lo que han bajado otros candidatos que permanecen en el mismo.

No es posible que el último debate público, programado tres días antes de elecciones, alguien tenga el poder para excluir dos candidatos presidenciales serios y que han hecho todo el esfuerzo para participar en franca lid, pero el poder de una persona o un grupo los han marginado anteriormente y lo harán en este último debate. Al igual que hoy en la mañana, un debate llamado «decisivo» lo hacen con 2 de seis candidatos. Esto trae un tufillo de maniobra parecida a lo que pasó en Nicaragua con los candidatos de la oposición.

Unido a que en ocasiones anteriores dos de los cuatro invitados no han asistido, y que uno anunció que no volvía a debates porque le rendía más reuniéndose con los colombianos en otros escenarios, esto haría que al último debate público solo sean admitidos los dos candidatos de una sola región y si va un tercero, sería quien ha dado los mayores indicios de no tener intenciones democráticas de ser elegido.

¡Y los candidatos que dicen querer unir a los colombianos y defender la democracia, sin ningún recato asisten! ¿Cómo pueden los seguidores de dos candidatos querer unirse con quien los discrimina? ¿Cómo pueden los colombianos creer que alguien va a defender la democracia, si patrocina la discriminación a otros candidatos? Por otro lado, la libertad de prensa es uno de los bienes más preciados de la democracia, pero algunos medios, que deben ser sus defensores, se empeñan en no darle igualdad de condiciones a quienes participan en las gestas electorales, esa incoherencia debilita profundamente nuestra democracia.

A la final, si asisten sólo tres, los tres están demostrando que el respeto a la democracia no es precisamente su bandera y que la van a afectar cada vez que lo consideren.  La democracia tiene muchos componentes y actores, como cada uno se desempeñe en ellos muestra su carácter, su verdad y su responsabilidad con el mantenimiento de nuestra democracia, que a la final es la garantía de nuestra libertad y bienestar.

Es muy diciente de la decadencia de nuestra democracia que una persona o grupo diga que candidatos pueden oír los colombianos; que los principales medios hagan lo que dice y que los candidatos, incluso los que dicen que van a defender la democracia, asistan a un debate sin ningún ápice de respeto a la democracia, a sus competidores en la carrera a la presidencia y a los colombianos; que inviten a un debate a escoger al mejor, pero de seis, solo muestran dos o tres.

La democracia en peligro inminente en progresiva decadencia, los derechos de igualdad y libre expresión violados descaradamente a tres o cuatro candidatos y nuestros derechos a la información cercenados por quien(es) se cree en el derecho de darnos las migajas de información que consideren y que de casualidad son los de sus intereses.

Escribo este chat en medio de los más fuertes sentimientos de impotencia democrática que me han invadido en los últimos años. Solo el voto por los excluidos podrá reforzar nuestros derechos democráticos, solo eso nos puede salvar de que esta sea la última fase de esa indiscutible decadencia en que se encuentra nuestra democracia, en que cada cuatro años nos dicen por quien debemos votar y el país sigue en el rumbo en el que lo llevan. ¡Nuestra omisión o complicidad podrá acabar definitivamente con nuestra democracia!

Dicen que somos una democracia en continua evolución, pero en la realidad muestra un acelerado deterioro, que solo lo puede atajar el votar bien.