Lo único que se necesitaba para ganar las elecciones del 2022 era gobernar bien !sencillo¡ Además, era un compromiso que tenía la supuesta derecha para demostrar que el modelo era mejor que el opuesto. Difícil demostrarlo si las medidas que se tomaron durante casi todo el gobierno fueron más parecidas a un modelo socialista, asistencialista, que el que se esperaba de este gobierno. Y los resultados fueron los que hubiera dado el bando contrario si hubiera gobernado estos cuatro años, periodo que ahora se ve como una oportunidad de oro perdida para haber demostrado que era el mejor modelo de gobierno. Lo curioso es que para eso lucharon durante siete de los ocho años del gobierno anterior, pero al ganar se llegó a hacer lo mismo.

Eso se pagó en las urnas. Uno no puede gobernar, haciendo lo contrario de lo que promete, emulando a quien se quitó con el voto, con la incongruencia de al mismo tiempo tenerlo de excusa durante todo el periodo; excusa combinada con el «coco». La estrategia política parece haber sido gobernar como sea, hacer lo que quisieran, pero manteniendo vivo y vigente a un coco para distraer mientras tanto a los colombianos. Un «coco» que después de las elecciones de Mitaca anteriores era un cadáver político, pero con base en culparlo día a día de los efectos de los errores de este gobierno, lo volvieron otra vez vigente, para al final tenerlo nuevamente de rival, y si ya le habían ganado le iban a ganar otra vez. En resumen, creyeron que el miedo le iba a ganar al voto castigo. El tiro salió por la culata, pasó a segunda vuelta.

Se demostró que gobernar mal no ayuda a ganar elecciones. La estrategia del miedo fue usada y repicada, se hacían las cosas mal y se culpaba al gobierno anterior o al coco, que no siempre tenía que ver en lo que estaba pasando, más bien les colaboraba en el congreso para sacar reformas tributarias y otras leyes, siempre en contra de los colombianos, lo cual hace que el continuismo no solo sea del ejecutivo, cuyo candidato no pasó a segunda vuelta, también hay continuismo del poder legislativo, de los últimos 12 años, que pasó a segunda vuelta a tomarse el ejecutivo. Durante este tiempo, desde el congreso, han aumentado sistemáticamente los impuestos sin reducir la pobreza que tanto esgrimen como su razón de ponerlos. También quitaron todo tipo de libertades y dificultaron la vida de los colombianos, haciendo un país que cada vez se acopla menos a la idiosincrasia propia, con leyes draconianas de otros países, pero con la infraestructura y necesidades de un país que la polarización no deja salir del subdesarrollo y la mediocridad.

Uno de los puntos a destacar de estas elecciones es que el gobierno que sacó la más alta votación de la historia, perdió 5´311.760 de votos con su candidato, con relación a las anteriores elecciones. Ya que les gusta hacer lo más grande de la historia, perdió por haber alcanzado la devaluación más alta de la historia, por tener una de las inflaciones más altas de siempre, por llevar los servicios públicos a los niveles más altos conocidos y el combustible a los precios más altos de la historia; Incluso en acciones positivas en que le dieron a los colombianos el salario mínimo más alto de la historia, en pesos, esto se volvió una mentira al hacer la cuenta en dólares y sobre todo al traducirlo en beneficio para los asalariados. Gracias a la inflación causada por sus constantes alzas, las de siempre y unas mayores a las de siempre, ordenadas por decreto, quien recibe ese mayor salario de la historia, compra hoy la mitad de lo que compraba al inicio de este gobierno, con hambre no se vota a favor de quien la causa.

Excusas mil, pero es claro que los colombianos, con su voto, manifestaron que no creyeron las “excusas chimbas” sobre las razones de la inflación y la devaluación, en la que algunos irresponsables analistas económicos, desde el mismo momento en que la primera bomba iba en el aire, cayendo sobre Ucrania, ya lo estaban presentando como causa, en reemplazo de la violencia post paro, excusa desgastada por más de un año de uso. Como todo eso era culpa de los malos, estaban seguros que los iban a excusar de sus errores y los colombianos tranquilos iban a dejar de comer o iban a comer excusas, cuando malos ha habido siempre y a un gobierno se elige es para que no deje actuar a los malos y si a los buenos.

Bueno, obviamente 15´709.055 de ciudadanos no creyeron esas excusas y si se quitan los 8´527.768 votantes por el «coco», que son casi los mismos de la elección pasada, por lo menos 7´181.287 no creyeron al gobernante, al que ilusionados, 10´369.210 le habían dado su voto hace cuatro años para que arreglara el país. Desafortunadamente se dedicó a seguir el mismo libreto del anterior, obteniendo resultados parecidos, pero que al caer sobre la situación encontrada, en el acumulado nos tienen en la situación de hoy. Una inflación que está produciendo hambre, no porque no haya producción de alimentos, es porque es tan caro todo que a muchos ya no les alcanza para comprarlos y como los fanáticos han apoyado cada error culpando a otros, nadie está tratando de corregirlo, incluso después que los colombianos con su voto les dijeran claramente: no creemos sus excusas. Hay fanáticos que siguen diciendo que la inflación es culpa de todo el universo, menos de las medidas económicas tomadas en este país y nada se arregla.

Para quienes creen que los subsidios son la panacea contra la pobreza, a pesar que está más que demostrado que son una fábrica de pobreza en la mayoría de los casos, es obvio que por muchos subsidios que se den, si se da más inflación de lo normal, esa inflación se va a comer el subsidio, así como se comió el aumento del salario mínimo. La inflación hace imposible comprar siquiera los alimentos para subsistir. Por esta razón, el mejor subsidio, además de más empleo, serían los alimentos a precios asequibles. Pero con alimentos incomprables, ni los subsidios ni el salario mínimo (aumentado de manera generosa, pero pésimamente acompañado de medidas económicas que encarecieron todo) permiten tener las tres comidas en la mesa a millones de colombianos.

Quedan tres meses de esta administración, un gobierno que se quejó y tuvo como disculpa que le dejaron la olla raspada para hacer una primera, innecesaria y contraproducente reforma tributaria (RT). Como último acto de decencia, debe mostrar claramente las cuentas, mostrar que no deja el país en quiebra, lo que insinuaba hasta su candidato en los debates al decir que tenía que llegar a hacer una reforma tributaria igual a la que empezó a desprestigiar este gobierno. No se puede negar que los colombianos pasaron a segunda vuelta a quien dijo que antes de cualquier reforma tributaria hay que llegar a bajar la corrupción y la burocracia, quien ofreció eso para primera vuelta, pasó y dos días después ya está de primero en las encuestas. Los colombianos no les cabe en la cabeza que mientras haya un cálculo de $50B de pesos en corrupción, le estén haciendo RTs de 14 billones para alimentarla, por no mencionar el intento de $34B que casi acaba con el país y su economía como la conocemos.

Otro acto de decencia, es el de bajar esa inflación. Una buena contribución es congelar las tarifas de servicios públicos y los combustibles a los colombianos. Esto contribuiría a no seguir produciendo alzas en los productos dependientes de procesos de alto consumo de energía, agua y gas; ya bajar tasas incluidas o el impuesto de consumo para evitar que se sigan cerrando restaurantes, sería demasiado pedir para este gobierno, pero la forma está ahí. Mucho se advirtió, que el dólar debía estar por debajo de los $3500 antes de primera vuelta si querían que el candidato del continuismo ganara, ninguna de las dos cosas sucedió. Con control del Banrepublica y de Minhacienda para trabajar a favor del país, sería una buena cifra para tratar de alcanzar y no entregar con otro récord de la historia, de ser el gobierno que más devaluó el peso en un solo periodo.

4 años pasan muy rápido, cuando nos demos cuenta ya estamos nuevamente en las siguientes elecciones presidenciales, todos saben de donde viene cada candidato y cada vez los colombianos recuerdan más la historia, eso que el que la olvida está condenado a repetirla cada vez es menos cierto, conviene hacer un cierre decente del gobierno que permita a cualquier candidato que siquiera huela a venir de este, tenga alguna posibilidad por mínima que sea, de optar a pasar a segunda vuelta en las próximas. Tres meses para gobernar sin excusas y hacer un cierre transparente de un gobierno que no cumplió con las expectativas que tenía un país ilusionado por un candidato joven, aguerrido en los estrados del congreso en ese momento, que se iba a tragar el mundo, llevando el país a la cúspide de desarrollo y bienestar social y lo llevó a las nubes de la inflación, la devaluación y la inseguridad.

La antipolarización y anticorrupción encabezan las encuestas para la segunda vuelta y ahora la otra parte es la que representa el continuismo en el poder, ya que lleva varios años en el congreso él y los parlamentarios que se le han unido, que han hecho parte de las ultimas 20 reformas tributarias, que no han hecho más que producir cada vez más pobreza, más inflación y menos bienestar. Esa lista de congresistas que acompañan a la contraparte también participaron en las leyes que han ido quitando la libertad, que volvieron borrachos a quien se toma una cerveza, que bajaron los límites de velocidad a 50 km/h en las ciudades (incluyendo vías “rápidas” como la NQS), que subieron tanto los licores que impulsaron el contrabando o volvieron imposible su compra, que con impuestos verdes han encarecido alimentos, bolsas, restaurantes y que han vuelto vivir en Colombia cada vez menos agradable, muchos de los que sacaron las leyes que tienen cohibida la libertad de los colombianos están reunidos alrededor de quien se erige como la gran incertidumbre contra la democracia y de paso desfiguraron la palabra cambio, volviéndola una ofensa a la inteligencia.

Hablando del voto castigo la primera vuelta infringió una dura derrota al continuismo del ejecutivo a través de su candidato; ahora, las encuestas muestran que el voto castigo va a infringir una derrota al continuismo del legislativo que ha colaborado a los primeros a llevarnos a la situación de hoy, en cabeza de quien han tenido de coco, que nunca renunció a su puesto en él. Los representa hasta estando en segunda vuelta.

Para que el voto castigo haga su trabajo completo derrotando también el continuismo del legislativo en el poder, que pretende pasar a tomarse el ejecutivo, el candidato de la Liga Anticorrupción, le debe hacer honor a su nombre; con sus propuestas de primera vuelta, cada vez más colombianos, que votaron por los candidatos que no pasaron, votaran por él siempre y cuando mantenga sus promesas de primera vuelta y no deje permear su campaña de personas equivalentes a las llegadas a la contraparte, por el acumulado de pactos.

Alistándonos para el D3, el voto en segunda vuelta, con la esperanza de continuar con un país gobernado por una democracia, con una ilusión, otra vez, de bajar la polarización, la corrupción, las restricciones a la libertad y durante los próximos años tener un estado más eficiente, que incluya en su agenda el desarrollo del país, sin olvidar la libertad y bienestar de los colombianos.