CADA IMPUESTO A UN ARTICULO, ALIMENTO O BEBIDA AUMENTA EL COSTO DE VIDA. Mientras el costo de vida se dispara en todo el mundo, por razones generales y por razones particulares de cada país, en Colombia miembros del gobierno electo se devanan los sesos por ver cómo le incluyen más costo a la vida de los colombianos, a través de impuestos innecesarios. La experiencia del gobierno saliente no ha servido de nada, no se aprende. Tomar las tendencias mundiales a la ligera, sin prevenirlas y sin tratar de disminuirlas con las capacidades internas fue un grave error que ya estamos pagando con una inflación real, la mayor de mucho tiempo, y la peor devaluación de la historia. Todo debido a que cuando se prenden las alarmas las toman para justificar la debacle y no para hacer lo que corresponde, que debe ser atender la alerta para tratar de menguar la situación.
A pesar de Colombia ser autosuficiente en algunas cosas y tener unos recursos naturales envidiables por muchos países, voluntariamente se mete en tendencias mundiales que podría aprovechar como un diferencial a su favor, para no ser de las economías más devaluadas del mundo. Es el caso de la tendencia mundial de incremento de los costos de energía y de alimentos y bebidas. Sin ninguna necesidad, se ha ido incrementando el valor de la energía, hasta el punto de estar pagando el doble y más de las tarifas, de cuando inició este gobierno, antes de la tendencia mundial, un periodo de sequía corto se aprovechó para subir tarifas y luego no se bajaron, ni con inundaciones. La energía como el combustible es de los factores que mas inciden en la inflación que hoy nos agobia, y por simpatía, ha sido seguido por otros servicios públicos como el agua, el gas, el aseo, incidiendo todo en el aumento del costo de vida de los colombianos, así como por el incremento causado en la producción de alimentos y otros bienes.
Según recientes encuestas, el 77 % de los colombianos tienen sentimientos negativos por el aumento en el costo de vida. Según Samuel Tombs, de Pantheon Macroeconomics “Hemos tenido un aumento masivo de los precios mundiales de la energía y los alimentos, y eso está afectando a la renta disponible de los consumidores y obligándoles a recortar el gasto”. El gobierno saliente ha adelantado la mala situación descrita en la frase, y por no atender las alarmas mundiales, como no hizo con la pandemia, ni con la crisis de los contenedores, ni con las alzas de fin de año. Esto puede llevar a que los colombianos también recorten ese gasto, lo que incida en parar el supuesto crecimiento que tanto cacarean y que es cada vez menos creíble, ante los síntomas de nuestra economía: inflación y la increible devaluación de nuestra moneda; que no refleja fortaleza alguna de nuestra economía y contribuye al incremento del costo de vida.
Las alarmas están prendidas en todo el mundo, ni siquiera hay que cruzar el charco para verlo, ya Estados Unidos está sufriendo el rigor de las medidas tomadas iniciando su gobierno y la situación mundial descrita, pero en Colombia ¿será el gobierno entrante igual de ciego y sordo para las alarmas como el saliente? o ¿tomará las medidas para tratar de reducir los costos en todo lo que dependa de las políticas públicas que quieren implantar o modificar?
Es tradicional en Colombia que un gobierno entrante llegue a colocar nuevos impuestos, sin siquiera demostrar que sabe administrar y también que jamás llegue a reducir impuestos ya existentes por obvia que sea la necesidad de bajarlos, por la sencilla razón que encuentra ya un proyecto de presupuesto que incluye los anteriores y para retirarlos toca pensar y trabajar mucho, hay que hacer proyecciones de crecimiento, análisis de cómo van a mejorar los recaudos por crecimiento poblacional y mejora de la industria o el comercio y cosas muy complicadas, mientras para colocar más impuestos no hay ni que pensar, ni calcular, solo tomar la idea loca de cualquiera políticamente bien colocado y adivinar cuanto sería lo máximo que pueden aumentar los impuestos, que se aguanten los colombianos en luna de miel con el nuevo gobierno.
Pero las alarmas ameritan con urgencia establecer prioridades, casualmente haciendo caso de frases de quienes van a presidir el ejecutivo y ya presiden el legislativo, que le van a dar prioridad a la vida, que van a ser de Colombia una Potencia Mundial de la Vida, así mismo dijeron que no se puede convertir los alimentos en artículos de lujo que solo pueden adquirir unos cuantos.
Disminuir el costo de alimentos y bebidas es la forma más elemental de proteger la vida de los colombianos y en especial los más pobres, cuya existencia inspira a los altruistas legisladores para colocar impuestos. Si esa es su razón autentica, esos impuestos no pueden llegar a aumentar el costo de unos alimentos a los que cada vez tienen menos acceso, por el contrario, se debe llegar incluso a reducir los que sean posibles, con el fin de garantizar que cada vez haya más alimentos y bebidas disponibles a los menores precios, para evitar que el hambre llegue a los más necesitados.
Ya hay hambre y sed con los costos actuales, muchos aumentados por impuestos ya existentes. Se ha visto que un control de precios no es una política favorable para la economía, ni para la producción, llevando a la escasez y desincentivando la producción. Este control de precios no puede ser abierto ni disimulado a través de incluir precios escondidos, llevando a los alimentos y bebidas a precios que nadie puede pagar o que por mantener unos precios casi pagables los productores lo tengan que vender a perdida, nadie produce para perder, unos precios exagerados que nadie paga acaban con la industria y llevan a la escasez.
Se habla que el gobierno entrante es el gobierno del cambio, un gobierno humano y una defensa inédita de la vida, eso no se puede quedar en palabras. Desde el primer día se debe mostrar una política clara de recorte de costos con prioridad en alimentos y bebidas. Es ineludible e inaplazables que se garantice el acceso a ellos a los menos favorecidos. No se puede poner en peligro el acceso a ningún tipo de alimento o bebida, por metas hipócritas de reducir una obesidad que puede ser causada por problemas metabólicos u otros motivos, diferentes a ingredientes de los alimentos o bebidas, que de dejar de comerse del todo, por no poderlos adquirir, van a aumentar el hambre y la sed.
La desnutrición y la deshidratación matan, la obesidad por diversas causas es solo una enfermedad, que debe tratarse individualmente y como mucho por grupos afines, pero no poniendo en peligro a una población de 17 millones de pobres, que si no tienen como adquirir la comida menos que van a estar gordos por su exceso, o el insumo en demasía de alguno de esos productos.
Escrito hoy antes de que reciba el nuevo gobierno, como lo hice el año anterior avisando la posibilidad del aumento de la inflación si hacían lo que hicieron, la prioridad es la reducción de costos, ya suficiente están aumentando el valor de las cosas por el incremento de los costos de producción, por no producirlos en el país, por la guerra, por mayores ingresos en otros países, por muchas razones, para que el nuevo gobierno venga a autoflagelarnos con impuestos que aumenten el costo de vida, que en el caso de los alimentos y bebidas puede ocasionar la muerte de los más necesitados.
A los economistas se le les llena la boca hablando del aumento de la inflación y de la perspectiva de una crisis del costo de vida para muchas personas en todo el mundo. Gritan a los cuatro vientos que en abril se registró un aumento del IPC (índice de precios al consumo) oficial del 8,3%, y se ufanan de saber que la inflación en Estados Unidos se ha mantenido en el nivel más alto de los últimos 40 años, pero se hacen los locos con las causas en nuestro propio país, al igual que en los cuatro años anteriores buscan factores y causas en todo el mundo y se callan ante las acciones que nosotros mismos hacemos para empeorar la situación. Ante todas esas alarmas prendidas, llegar a incrementar el costo de vida, es la acción más absurda que puede llegar a acometer un gobierno, en especial cuando el encargado de las finanzas manifiesta que no puede hacer nada para bajar la inflación porque es mundial, pero a todas luces las acciones que está proponiendo van a aumentar gravemente el costo de vida.
No es responsable aumentar deliberada e innecesariamente el costo de vida de los colombianos con impuestos adicionales a los existentes. Los daños a la economía y al bolsillo de los colombianos puede ser tan grande, que lo que en un inicio se recoja, no va a durar mucho y va a deprimir tanto la economía que el recaudo de impuestos llegará a disminuir por debajo del hoy existente. Aumentar impuestos de manera irresponsable, e indiscriminada, es darnos un tiro en el pie de nuestra economía y de nuestra calidad de vida, con afectación desde los más pobres, que sobrevivan, hasta los mismos generadores de tal perjuicio.