Tuve la oportunidad de viajar este fin de año a la ciudad de Sincelejo, para lo cual en esta ocasión me obligaron a viajar por el aeropuerto de Montería, a dos horas de viaje por carretera. Por esta misma vía ingresan quienes vienen de Tolú y Coveñas, los principales sitios turísticos del Departamento de Sucre, y los que vienen de Cartagena por la vía de San Onofre. Pero el acceso nos muestra la entrada a un pueblo olvidado en medio de un polvero endemoniado, un monumento icónico tapado y una obra vial inconclusa desde hace bastante tiempo, que no le permite creer al ciudadano desapercibido que esté entrando a la capital de un departamento, por relegado que este sea.

En esta ocasión no voy a hablar a profundidad de esta capital, a la cual profeso gran cariño, como también debieran tenerlo tantos personajes de la vida nacional, que han salido de allí o han pasado en algún momento de su vida, incluso senadores de varios años y algunos con gran influencia en el gobierno nacional. Pero la entrada occidental de Sincelejo muestra cualquier cosa menos que esta capital haya tenido amigos, en alguna época lejana o cercana, de las más altas esferas de la vida nacional.

La disculpa de siempre será que la responsabilidad no está en los niveles nacionales, aunque de haber querido habrían tomado acción, en alguna de las muchas formas como se construyeron grandes obras alrededor de Rionegro, Medellín y todas las vías que unen a estas ciudades con el país. No obstante, para organizar 500 metros de entrada a la capital del departamento de Sucre no hubo el más mínimo interés.

¿Qué es esto al lado de los túneles de acceso al aeropuerto de la capital antioqueña? Aunque la responsabilidad de las autoridades regionales es clara, que de hecho pudieron haber hecho obras en otras partes de la ciudad, la entrada principal desde los importantes lugares turísticos de su departamento se encuentra completamente destrozada, por largo tiempo.

Esta entrada ha tomado mayor importancia, ahora que Avianca decidió no volar más a Corozal y que toca viajar llegando de Montería. De hecho, la entrada oriental que viene del aeropuerto de Corozal, durante el auge de ese aeropuerto fue mejorada y da la sensación de entrar a una ciudad floreciente, la joya de la sabana, mientras quienes entran por la entrada del pescador parecerían entrar a un pueblo del viejo oeste del siglo XIX. Muestra una ciudad anclada en la desidia y el subdesarrollo, a quienes vienen por carretera del principal aeropuerto de la región o por carretera de Medellín, dejando muy pocas ganas a quienes vienen por negocio de invertir en su capital, al ver una cara de miseria e ineficiencia.

Al salir de la ruta 25SC, que une la Troncal de Occidente con Tolú para tratar de ingresar a Sincelejo, se encuentra una especie de triangulo en el cual hay escondido por la maleza y el polvo un pescador. A diferencia de todas las poblaciones que uno pasa desde el aeropuerto de Montería hasta esa entrada, en que todos tienen un letrero con el nombre de la ciudad y algunos como Sampués un monumento claro, limpio y con una base aislada, el pobre pescador casi ni se ve en medio del desorden que lo rodea.

Al subir una pequeña pendiente se llega una cuadra después a lo que alguien planeó alguna vez como una glorieta, que podría llegar a ser elegante, pero solo se ven los bordes de un redondel, lleno solo de tierra, sin ninguna vegetación ni ornamento, e inmediatamente se entra a la “Avenida” San Carlos.

De hecho, nadie osa llamar a esa cosa avenida, ni siquiera calle. Tuve la suerte de no ir manejando al llegar de noche, pues tiene que meterse al carril de quienes salen, porque el carril que recibe a los turistas y propios que entran a la ciudad está en obras (vitalicias, llevan más de un año) y tiene unas vallas improvisadas con las que uno se estrella, sin ninguna indicación iluminada de noche. La vía por la calzada sur esta inhabilitada unos cien a trescientos metros, después de los cuales se devuelve a esa calzada sur por un trecho sin pavimento y de bastante desnivel, para quedar en la parte ya pavimentada de la vía San Carlos.

Se preguntarán cual es la alharaca por una vía en construcción. Es que lleva así muchos meses, más de un año, no me atrevo a decir si varios años. Lo que pudiera ser una avenida bien organizada, pavimentada de doble carril, con un round-point diseñado para tener vegetación de la región que la ornamente, hoy es un desorden vial desesperante, una vergüenza de los sincelejanos con quienes los visitan. Es un balde de agua hirviendo (no cabe de agua fría en semejante calor y polvero) a quienes llegan con la esperanza de ver una ciudad floreciente, como la que percibían los que entraban del lado del subutilizado aeropuerto de Corozal y es como una puntilla que se le pone a los sincelejanos que sin poder viajar por su propio aeropuerto de Corozal, el principal de su departamento, les toca viajar a Montería (Córdoba), para después desplazarse, más del tiempo que viajaron en avión, para poder acceder a su ciudad, capital del departamento de Sucre.

Arreglar y poner en condiciones el sitio del monumento El Pescador (donado por el Club Rotario, escultura de Edilberto De la Espriella) y el round-point es solo cuestión de cariño. Con una acción cívica se arranca en forma su limpieza y ornamentación. En cuanto a la vía, no es posible que pasen otros 350 días para pavimentar aproximadamente 300 metros y darle vida y movilidad a esa entrada a la capital. Entre alcaldía y gobernación, sea de quien sea, indudablemente a ambos compete y conviene, tienen que poder hacerlo y !ya¡ inaugurarlo antes de Semana Santa que llegan nuevamente los turistas y van a contar su experiencia a los potenciales visitantes de las vacaciones de mitad y final de año. Como decía la vieja frase, turista satisfecho trae más turistas.

A las autoridades regionales actuales les queda un año de gobierno y deben tener ahora gran fuerza o apoyo en el gobierno central, sin importar de qué partidos políticos sean cada uno de los mencionados ¿será que este año que les queda, les alcanzará para urbanizar 500 metros de la ciudad, su entrada del turismo, que permita levantar el orgullo de sus ciudadanos y dar la impresión a turistas y viajeros que están entrando a una capital de departamento que está cada día floreciendo más y tiene todo el potencial para ser un polo de desarrollo de la costa? No dejen que la entrada dañe todo ese potencial y capacidades que tienen. Esperemos que el 2023 sea el año de Sincelejo ¡se tiene con qué! no lo desaprovechemos.