Prohibir, prohibir y prohibir. En mucho tiempo que conozco y he oído del Invima muy pocas veces, o de pronto nunca, he oído elogios para este organismo, que todos lo vemos más como una dependencia de trabas y prohibiciones que de protección, que se supone que es su función social, cada vez gira más alrededor de cobrar para una autorización que en realidad de proteger y ser útil, como se vio en la pandemia, con exagerados tiempos para homologar lo que ya estaba autorizado en países desarrollados y ahora con la última perla, prohibir la Mostaza y no regular/permitir la venta del Viche.

Dos productos tan disimiles, pero unidos por la prohibición del Invima, uno ya estaba autorizado desde la llegada de los españoles a Colombia, que al parecer no existía antes acá y otro un producto ancestral de siempre en este país, pero que ahora necesita licencia del Invima. En el gobierno del respeto a lo ancestral, no permiten a los restaurantes y locales comercializarlo y un organismo que en más de un año de gobierno no se le ha nombrado director en propiedad, va en contra de lo que promulga el gobierno, impidiendo la comercialización de un producto ancestral y sacando de circulación otro producto milenario en la gastronomía universal.

El viche es una bebida tradicional que se ha producido en algunas regiones de Colombia durante mucho tiempo, su historia se remonta a tiempos precolombinos, cuando las comunidades indígenas de la región ya fermentaban y destilaban bebidas alcohólicas, a partir de ingredientes locales como la caña de azúcar. El viche ha sido parte de la cultura y las tradiciones de las comunidades en las regiones donde se produce, durante muchos años. Su producción ha pasado de generación en generación y ha sido una parte importante de la identidad cultural de estas comunidades. Esta bebida ha evolucionado a lo largo de los siglos y se ha transmitido de una generación a otra como parte de la herencia cultural de las diversas comunidades que la han producido y consumido, con algunas diferencias entre las regiones.

La mostaza es un condimento que tiene una larga historia en la humanidad. Se sabe que se ha utilizado durante miles de años en diversas culturas, ha sido parte de la dieta humana desde tiempos antiguos, siendo mencionada en textos romanos y griegos. pero también se conoce de su uso en la antigua China y la India. En la Edad Media, la mostaza se convirtió en un condimento popular en Europa y se producía en monasterios y hogares. Durante este período, se empezaron a desarrollar diferentes variedades de mostaza, como la Mostaza de Dijon en Francia. En el siglo XVIII, se introdujo la mostaza en América del Norte, donde también se desarrollaron diversas variantes regionales. Es evidente que la mostaza ha sido parte de la historia culinaria de la humanidad durante miles de años, hasta que después de por lo menos 200 años de tenerla en el país, no viene de una planta originaria de América, la acéfala Invima se le ocurrió la decisión contra evidente de prohibir o restringir su comercialización.

Esta decisión del gobierno de turno, a través del Invima, y la falta de eficiencia en la reglamentación de la ley del Viche, tiene afectada no solo nuestra libertad de consumir productos milenarios, precolombinos ambos, sino a dos comunidades grandes de nuestro país, los europeos, en especial franceses y alemanes y por otro las comunidades de las regiones afrodescendientes, que encontraban en diferentes partes del país la bebida que ancestralmente consumían ellos y sus antepasados en sus regiones de origen.

Prohibimos porque tenemos el poder para prohibir, no porque sea necesario y menos indispensable

Lo peor de ambos casos es que coinciden en que es más el daño que se hace que la protección que se genera, es así como se han efectuado decomisos y destrucción de Viche en restaurantes reconocidos, que se han orientado a dar a conocer las comidas y bebidas ancestrales, a posicionar la gastronomía de las regiones; el viche le daba un sentido de pertenencia regional y todo ese esfuerzo y muestra de la cultura fuera de sus lugares de origen, como en la capital, permitía mostrarla a capitalinos y extranjeros, que no han tenido la oportunidad de ir a las regiones, dando a conocer esas culturas. Hoy se encuentra obstaculizado por una burocracia, que cada vez se ve más orientada a la tramitología, a retardar y a obstaculizar, que realmente a proteger la salud de los ciudadanos, que razones hay muchas, cuando se trata de una bebida fermentada, o alcohólica, o con ingredientes particulares, pero con expertos como los que deben tener, que ya han autorizado miles de productos con características similares, por lo menos en varios productos, no puede ser una labor de nunca acabar.

Y en el caso de la mostaza, ya se habla de comercio negro de mostaza, recetas de restaurantes que llevan décadas en Colombia, incluso algunos tenían restaurantes en sus países de origen y los trajeron a nuestro país, ahora se encuentran con un país subdesarrollado donde las leyes y regulaciones de un momento a otro se vuelven más exigentes que en los países desarrollados, ¿habrase visto semejante desconocimiento de la historia y falta de respeto por nuestra libre decisión de que tomar y que beber? ¡Por favor! busqué otro país del mundo donde la mostaza hubiera sido prohibida por exceso de sodio y no lo he encontrado, si alguien sabe de uno por favor déjelo en comentarios, pero seguro que ni en Francia ni en Alemania está prohibido y ahora no me van a salir con que el Invima de Colombia es más estricto y sabe más que las autoridades sanitarias alimenticias de estos dos países.

Otro gran problema es que los últimos gobiernos, incluyendo el actual, han tomado por deporte restringirnos cada día más nuestra capacidad de decidir, hay unos políticos colombianos que creen que los elegimos, o por lo menos llegan al poder, para ponernos impuestos y prohibirnos una cosa tras otra, afectando gravemente nuestras libertades y restringiendo hasta donde quieren nuestra libertad de escoger y decidir. Traen normas de otros países y al tropicalizarlas las exageran, como sucedió con los límites de velocidad ya en 30 y 50 km/h en algunos lugares, incluso vías rápidas; o los límites de consumo de alcohol para manejar, hasta el punto que la llamaron “Ley GRADO CERO” es decir que teniendo cero punto algo de contenido de alcohol a un conductor lo declaran irresponsablemente borracho, con niveles de alcohol más estricto que en los países desarrollados y ya vamos en marcarnos cada paquete con todos los peligros imaginables y ahora la tapa, ¡prohibir la mostaza! Otro “veneno” según unos exagerados, calificativo que ya se lo habían acomodado al azúcar para cobrar más impuestos, y encarecer las bebidas hasta la deshidratación, porque como les dije cada vez que le suben a una gaseosa, detrás suben el agua, en un país tan rico en fuentes hídricas ya no se puede comprar el agua, efecto contrario al anunciado.

No somos estúpidos, no nos comemos un frasco de mostaza en una sentada, la mostaza se consume en una untada diaria, un frasco se consume en un mes o dos ¿cómo se va a prohibir por el contenido de sodio de un frasco, un producto que está en la gastronomía por miles de años? mucho antes que existiera este país y sus retrógrados organismos burocráticos que ¡de lo único que nos protegen es de progresar!

¿Hasta dónde vamos a llegar con las prohibiciones, las restricciones, el maltrato a nuestras libertades? ¿Quién los eligió o los colocó en sus posiciones para que nos hagan imposible vivir en nombre de lo saludable, de lo verde, de lo ecológico, que termina en prohibiciones y más impuestos? ¿Hasta dónde se puede soportar vivir en este país? y ¿cuándo llegaran gobernantes que tengan la capacidad de reversar estos retrocesos históricos contra el desarrollo y nuestro libre albedrío?