Después de elecciones, ¿quién podrá defendernos?
El único momento real de poder del pueblo es el del voto, asumiendo hoy de manera extremadamente optimista que se vaya a contar honestamente. La prueba de este poder está en el aplazamiento de medidas contra los colombianos, para después del 29 de octubre, incluyendo debates en la cámara sobre las reformas, que saben que van contra la voluntad popular y pueden afectar en las urnas a los candidatos de los partidos que, a sabiendas del daño que nos hacen, participan en su aprobación o incluso de los que no hacen nada para archivarlas definitivamente.
Este es un punto importante, si las intenciones y lo que se busca con estas reformas fuera honesto y benéfico para el país, lo aprobarían aceleradamente antes de elecciones y eso les daría votos, pero ellos mismos saben que esas reformas, en especial la de la salud, son tan peligrosas y dañinas que desde ya saben que les restarían votos. Lo que también demuestra que sí saben que queremos los colombianos y que no, pero les importa un comino. Esto, desvirtúa su papel de representantes nuestros en el ejecutivo y en el legislativo, mostrando que solo obedecen a intereses personales, en el caso de la salud, disponer de dineros de la salud con su manejo discrecional, para fines políticos, sin importar el daño que se haga al sistema y a los usuarios.
Esto es de verdad incomprensible para la gente honesta y bien pensada. ¿Cómo es posible que una persona, por medio de su poder legislativo, afecte la salud del pueblo que representa? incluyendo su propia familia y la de ellos mismos el día que ya no estén en el poder y dejen de percibir los beneficios, de quienes coloquen en los puestos de distribución de estos recursos, de la asignación de a quien van a atender, por ser de un partido o del otro, de a quienes les van a autorizar medicamentos, citas, especialistas, tratamientos, con fines más políticos que de salud. Ese daño tan grave los va a afectar personalmente incluso a ellos mismos si votan a favor de semejante despropósito social, pero algunos parecen pensar que van a ganar tanto que eso les va a permitir sobrevivir a ellos mismos, a pesar de la destrucción del sistema, es lo único que se puede concluir.
Es así como la Reforma a la Salud, por las mayorías actuales se encuentra moribunda, porque hay un par de partidos que todavía se mantienen impidiendo que se voten los artículos más perjudiciales, pero al parecer lo están dejando hasta después de elecciones, la pregunta que tiene a los colombianos en esta incertidumbre, en la que llevamos más de un año, es si después de las elecciones van a mantener esta posición o ya abiertamente van a legislar contra los colombianos, al pensar que ya no hay voto castigo que les reprima de hacerlo, ya que nos cuesta creer que su conciencia personal y social lo vaya a impedir.
Por esto, la pregunta del título, en cuanto a la Reforma de la Salud, es ¿en quién confiar? En mi caso, si antes de elecciones no han archivado la reforma a la salud, de esos dos partidos por lo menos no tendrán un solo voto, sea quien sea su candidato y mucho menos de los que descaradamente ya han mostrado aprobación por artículos que han avanzado en el congreso.
Pero no es el único tema, descaradamente este mes aplazaron el aumento de la gasolina, son perfectamente conscientes del daño tan grande que le hacen a los colombianos, hasta el punto de generar hambre, de incrementar la carestía, el costo de vida, de seguir esa espiral inflacionaria, que ya nadie cree que viene de afuera, y ellos lo reconocen parando por elecciones el alza, además anuncian para después ya no solo de gasolina, también de ACPM, en contra de todos los transportadores, que ya sus tarifas no les da posibilidad de aumento, hasta el punto que habrá quienes evitaran transportar, exportar o importar, por costar más el transporte que los productos que mueven. Y todo esto lo saben, pero no les importa, la prueba es que lo congelan hasta después de elecciones. Si creyeran que están haciendo algo bueno, algo útil para el país, para su economía o para el bienestar de todos, lo hubieran hecho antes de elecciones y eso les daría votos, pero saben que es malo y perjudicial, pero solo les importa el castigo en las urnas, no el daño a los colombianos.
La pregunta para después de elecciones, es la misma, quien podrá defendernos, quien les pondrá límites, hasta donde llevar el hambre a nombre de un fondo desvirtuado de su función inicial, que era exactamente la contraria, tener un colchón para evitar grandes aumentos de precios a los ciudadanos, pero ahora ponen precios impagables, para nuestro poder adquisitivo, para alimentar un fondo que durante su funcionamiento nunca ha servido para bajar un centavo de los precios del combustible, si el fondo no sirve para lo que fue creado, para que lo alimentan, o es solo una excusa, pero más importante ¿como pararemos esas alzas, cuando ya no tengamos el poder del voto?
Lo mismo con la reforma laboral, que es una que no genera tanto pánico como la de la salud, que sería catastrófica. La laboral, con base en la gran inflación en que estamos y que sin ninguna duda se incrementaría, además de los puestos que se perderían, al fin y al cabo es reversible y en ella por alguna razón se están oyendo un poco más a los gremios, algunas labores desaparecerán, como las empleadas domésticas, que con las condiciones actuales desde hace tres gobiernos ya es impagable para estratos hasta 5, después de la reforma será uno de esos empleos que desaparecen y solo los estratos 20, como congresistas y altos dignatarios del gobierno y de algunas empresas podrán darse ese lujo, donde los más perjudicados serán los más vulnerables, los ancianos, que compartiendo su alimentación y vivienda complementaban el pago de los servicios domésticos, pero que ya ni así podrán tener un soporte en casa para sobrevivir, lo que en casos graves terminará recargando el sistema de salud.
El anterior es solo un ejemplo, bastante gráfico, pero también para las empresas en especial pequeñas y algunas medianas. Por ejemplo los domicilios: si quedan costando más que el alimento que llevan, pues nadie lo podrá pagar o solo lo podrán hacer las empresas y los de condiciones económicas superiores a los estratos normales. De manera que empleos como estos y varios más desaparecerán, como ya lo están haciendo los servicios de seguridad domiciliarios, cada día son más remplazados por la automatización de edificios, ante la imposibilidad de pagar tan costosas cuotas de administración, que los incluyen, que son actualmente un segundo arriendo o un arriendo para propietarios. Estos también son cada vez menos, con una de la crisis más grande de este año, la de la construcción de vivienda, no hay con que comprarla y después de hacerlo no hay con que pagar cuotas de los bancos y predial, porque a pesar de no ser dueño del predio y apenas poder pagar el préstamo, además hay que pagar un impuesto predial fuera de toda lógica dimensión. A propósito, poco nombrados los prediales en las campañas electorales de las ciudades, a pesar de haber muchas alzas desmedidas en algunas de ellas.
Así en muchos aspectos, en concesiones a violentos, en garantía de la seguridad, en tarifas de energía que hoy todavía sostienen que las van a bajar, mientras van mandando avisos de un fenómeno del niño, que las caídas de puentes por las lluvias y los aguaceros continuos parecen desmentir, pero que ya usan, como preparando el terreno, para alzas a lo que ya es impagable y sube cada mes, también contribuyendo a la espiral propia de inflación.
Entonces, en quién confiar para estas elecciones, qué partidos defenderán nuestros intereses después de elecciones en que ya no pueden ser castigados por los votos y cada vez nos demuestran que lo que pensemos, lo que creamos, lo que queramos no es tenido en cuenta para sus decisiones. Es más, lo conocen y esperan a que pasen las elecciones para tomarlas, evidentemente en nuestra contra. Cada uno se deberá responder esta pregunta y decidir si se da el castigo adelantado o simplemente se vota a conciencia por nuevos candidatos que no dependan ni apoyen los partidos que ya no representan nuestros intereses en el congreso.