La polarización la sepulta y con ella la posibilidad de salir del subdesarrollo. No puedo comenzar este blog que había planeado, sin mencionar las exitosas movilizaciones del pueblo colombiano de este miércoles 06 de marzo, a las que se intenta restar importancia al calificarlas como de la oposición, haciendo cálculos bajos de su asistencia o incluso mostrando fotos de lugares como la Plaza de Bolívar, en momentos en que ríos humanos se dirigían hacia ellos. Se trató de una masiva movilización nacional que no fue para respaldar a nadie, a ningún partido político, sino que fue claramente en contra de muchas cosas que están ocurriendo en este país, dirigido por personas cuya evaluación de la situación no es acertada, con consecuencias adversas para todos.
La misma falta de evaluación y de objetividad al calificar las situaciones, los procesos y los individuos, o al restarle importancia a la verdad, a lo que los colombianos desean y, en este caso, a la preparación de las personas para ocupar cargos de la mayor importancia para el funcionamiento del estado, nos introduce en el tema de este blog, por su desprecio por la meritocracia.
En la marcha se mencionó por doquier la perdida de la democracia, con la intromisión de un poder en los otros dos, especialmente en el legislativo, que parece que hubiera perdido todo su poder de hacer las leyes y su responsabilidad de dejar de emitir leyes inconvenientes. Pero también se mencionó que cada vez más estamos perdiendo la meritocracia. Cada nombramiento que se anuncia se rige menos al perfil que demanda el cargo. Pero aún peor, lo que empezó tímidamente en cargos de bajo nivel, cada vez más abiertamente ha ido llegando a los cargos más altos del gobierno. Entre más alto, mayores serán las implicaciones en los resultados y en la cantidad de afectados por sus decisiones. Para quienes fueron elegidos sin los pergaminos que se esperaba para altos cargos del gobierno, nombrar a cualquiera sin cumplir los requisitos de los perfiles de cada cargo les parece normal e incluso una obligación con su causa ideológica.
Afortunadamente, existen leyes, normas, plantas de personal y perfiles de los cargos. Pero de manera increíble, al no tener en sus huestes personas que las cumplan, han tenido que modificar perfiles o descaradamente acudir al libre nombramiento y remoción, que nunca se pensó que exonerara de cumplir requisitos, aunque después los pudieran remover a voluntad. Esto empezó en el Ministerio de Minas y Energía, con el tema de los hidrocarburos y el decrecimiento, que se acentuó cuando los tecnócratas no avalaban las cifras mostradas, para acondicionarlas a los discursos que se daban. Esto se tradujo en renuncias al no firmar decisiones marcadamente ideológicas contra la conveniencia nacional, que hoy ya empieza a dar graves resultados, como el anuncio de dejar de contratar exploración, nos lleva a comprar gas de los vecinos, pagándolo más caro y adicionando la comercialización de terceros y su transporte al país.
Muchas otras entidades han bajado requisitos para los nombramientos de funcionarios e incluso de miembros de juntas directivas, como en la Creg, Invima, Planeación Nacional, UNGRD, DPS, Supersalud, Supercomercio, etc. La reciente queja de SineDapre manifiesta que los proyectos de modificación de planta del Dapre se han presentado sin estudios técnicos, obedeciendo a decisiones particulares de las cabezas de la entidad. El caso más reciente es en Ecopetrol, donde los candidatos a la junta directiva fueron devueltos por no cumplir los requisitos mínimos. Esto se suma a la reticencia de su presidente a cumplir el plazo para dar la información a los accionistas para la Asamblea, que podría causar la anulación de las decisiones que ahí se tomen. Los accionistas ya afectados por la reforma tributaria que les rebajó de tajo sus ganancias, pero ese largo cuento se sale de este tema. Lo mismo pasa en la elección de Fiscal, la terna presentada al parecer no cumple requisitos en sí misma y/o cada una de las candidatas. Afortunadamente, la CSJ está para garantizar la meritocracia y si no la puede devolver administrativamente, puede mostrar su inviabilidad hasta que debe ser remplazada. Hay muchos juristas colombianos con méritos para desempeñar ese cargo apropiadamente.
Cada vez se habla más en el país del remplazo de los “tecnócratas” por los activistas, pero como es característico en la polarización, todo se lleva a extremo, llegando la discusión a un punto que todo el que pasó de bachiller es tecnócrata y, como en el pasado y reciente presente, se han presentado casos de corrupción, de alguna parte debe salir la cifra de 50 billones de corrupción en el país, ahora se ha llegado a la aberración de decir que la corrupción es de los tecnócratas y que ¡llegar sin ninguna preparación es lo que va a evitar la corrupción! La polarización en su máxima expresión lleva a la insensatez de la ética y la honradez como excusa para bajar estándares, además faltando a la verdad, ya que grandes escándalos recientes están siendo protagonizados por personas sin preparación.
Además, la misma acción de bajar los estándares para nombrar al personaje que se quiere imponer en el cargo, sin cumplir los requisitos existentes, es faltar a la honestidad y a la ética. La supuesta disculpa ética se basa en la falsa aseveración que todos los preparados son corruptos y todas las personas que no han querido o podido prepararse para el cargo, que se les ocurrió ocupar hoy, son honestos. Ha sido ampliamente demostrado lo contrario, en ambos casos hay problemas de corrupción. Lo que si hay que tener en cuenta es que, además de violar las normas e ir contra toda lógica, nombrando alguien con poca preparación hay un doble riesgo. Primero, que falle por falta de preparación para el puesto, por no conocer los detalles propios del cargo y no tener las capacidades académicas y de experiencia que esa posición requiere. Segundo, que falle por corrupto, además de hacerse a recursos, por violar todas las normas para las decisiones propias del cargo. La discusión es tan absurda que no vale la pena ni profundizar en ella. Ambos polos deberían respetar la inteligencia de los colombianos.
La falta de meritocracia llega también a la contratación estatal, poniendo en peligro los bienes y/o servicios que se produzcan por la dirección de quienes resulten elegidos, en temas de tanta importancia para la nacionalidad como son los pasaportes. La licitación tenía muchos factores técnicos para garantizar una acertada escogencia. Todo se desvirtúa por el tema del único proponente, no porque no haya habido más, sino porque se fueron retirando a medida que no podían cumplir con las exigencias técnicas, de modo y lugar, que todas tienen su razón de ser. Siempre es mejor que se fabriquen en Colombia, por seguridad y por generación de empleo, el cual no sobra en el país, para cambiar este parámetro y dejar de producir empleo con nuestro presupuesto, teniendo una empresa que lo hace, lo ha hecho bien, así haya también bajado los estándares en tiempo de entrega, pero los ha mantenido en seguridad y al menos entrega en unos tiempos no tan graves de demora, lo que antes se hacía en una hora.
La Primera cualidad que debe tener un gobierno que se precie de ser bueno, eficiente y orientado a los intereses nacionales, no los partidistas ni personales, debe ser la de escoger a los mejores a hombres disponibles para gobernar. Así empezó la asociación primitiva, por eso dejamos de ser miles y después millones de individuos por su lado haciendo cada uno lo que quería y se fue acordando asociarse para complementarse con las fortalezas de cada uno y su capacidad de producción. Luego, cuando se formaron los países para ser más fuertes y evitar ser invadidos, se fueron buscando los mejores y más sabios para lograr esa fortaleza. La sociedad que no lo lograba era tragada por las más fuertes. Ahora, miles de años después, en un retroceso sin precedentes, todo lo aprendido desde la prehistoria ya lo quieren desconocer. El factor que va a marcar todo es cómo se es elegido y a quien ayude a ser elegido adquiere todos los derechos para ser designado para cualquier cargo.
Es aceptado que quienes ayuden a la elección participen del triunfo, que el elegido gobierne con sus allegados, pero debe mantenerse dentro de las normas y los perfiles diseñados, mantenidos y perfeccionados por años. La forma correcta de hacer las cosas debe ser la de rodearse desde la campaña de personas capaces, que tengan la preparación, para en caso de ganar ocupar los cargos a que aspira, con una sana intención de hacer el bien a sus electores, e incluso a quienes no voten por ellos, ya que al ser elegidos los convierte en gobernantes de todos. De manera que una vez se empiece a gobernar cada vez vayan siendo más respetados por votantes y contradictores, pero no al contrario. Como está sucediendo hoy, que muchos que públicamente anunciaron que votaron por el gobierno actual, a pesar de ser secreto el voto, ahora también públicamente muestran su arrepentimiento. Los que les queda algo de carácter y honestidad incluso dicen que se equivocaron y porque.
De los anuncios populistas de los últimos gobiernos ha sido el de haber asignado en cada uno el mayor presupuesto de la historia para la educación, aunque sin nunca mostrar en que los usaron y los indicadores en pruebas, y otros, no mejoran. Pero, de nada sirve mostrar una gran importancia a la educación si el mensaje que se envía es que ¡el que estudia se vuelve corrupto! Los grandes cargos de la nación se asignan a quien esté cercano a la responsabilidad de dirigir el país, así no haya pasado por las aulas a las cuales como gran logro se le ha asignado billonarios recursos.
El hecho que, en la empresa privada no se esté perdiendo tanto la meritocracia, es que de eso depende su supervivencia. Aunque exista el nepotismo, sus dueños se cuidan de que sus sucesores se preparen para conducir eficientemente sus empresas. Comparando con lo que sucede en lo público hoy, muestra que la nacionalización de empresas, como las de la salud es un gran peligro. Ya tenemos un abogado, que acepta ser negado para las matemáticas para dirigir la planeación del estado, o un personaje administrando billones con el único mérito de ser cercano a quien lo nombró. En empresas u organizaciones de salud es una fórmula que conduce directamente al fracaso. Con el agravante que en salud estos fracasos se pagan con muertos, claro está, de quienes no tienen ningún tipo de privilegios, ni a quien acudir para ser tratados de acuerdo con sus reales necesidades.
Se confirma lo dicho en varios de mis blogs, la polarización nos tiene en la mediocridad. Ahora algunos defienden que no sean tecnócratas y muestran a unos tecnócratas que han sido corruptos, arguyendo que los honestos son los activistas. Son absurdos argumentos que acentúan la mediocridad. Un país que no ha podido salir del subdesarrollo con parámetros nórmales, si baja los estándares, se hunde en el peor retraso que hayamos enfrentado. Perder la democracia es desperdiciar años de educación, de preparación, de institucionalidad, de certificaciones, de buenas conductas de producción, manejo y liderazgo. Entre las muchas cosas que las marchas gritaron a todo pulmón ayer, fue que no dejáramos perder la meritocracia. Aunque la palabra no fuera exactamente esa, sí lo fueron los hechos denunciados y las demandas expresadas.