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El país viene de dos periodos presidenciales en que el gobierno se fue moviendo en el espectro político desde la derecha en sus primeros inicios, pasando por la centro-izquierda hasta quedar en la izquierda, en muchos de sus campos de acción. Ese mismo giro fue dando la oposición en sentido contrario, aunque en los últimos momentos la verdad tiene oposición desde casi todos los sectores políticos, algunos más con ánimos protagónicos y en busca de réditos políticos, que en una real oposición conceptual.

A pesar que el presidente saliente había sido el candidato de una derecha moderada, por la forma en que se llevó a cabo su gobierno y las últimas acciones tomadas se puede considerar que terminó en la izquierda; mientras el presidente electo se puede decir que es de centro derecha, apoyado por la derecha de manera cercana y por otros matices políticos que se le unieron para la segunda vuelta, los últimos no necesariamente van a ser parte de su gobierno, aunque si de la coalición en los asuntos legislativos.

Con estas posiciones y con argumentos por encima de los hechos, que quieren hacer ver que el presidente electo está más a la derecha de lo que señalan sus discursos y sus programas, ya hay varios grupos políticos y personajes de la vida nacional que han anunciado que están en oposición al gobierno electo, ¡desde antes de posesionarse el nuevo presidente¡, lo cual puede ser lógico solo desde el punto de vista que estaban en campaña con diferentes propuestas, pero absurdo si se miran las intenciones del presidente electo de llegar a gobernar para todos.

Lo anterior, es contrario a la costumbre de dar los primeros cien días a todo gobierno como tiempo de gracia para ver que trae, como es su desempeño, si sus acciones van acordes a sus programas y promesas de campaña, su estilo y primeros resultados o claras intenciones de gobierno. Todo en un momento en que la oposición está formada principalmente por quienes decían que lo que querían era la paz para el país.

¿Era esta paz y este sentimiento de labios para afuera? ¿una retórica de campaña o un real deseo para el bien del país y los colombianos? Eso está por verse y nos lleva a la pregunta: ¿así como el Presidente Electo tiene que mostrar que va a cumplir con sus promesas, planes y programas de campaña, no debería la oposición ser consecuente con lo propio? ¿No debería mostrar, si quiere la paz nacional y el bienestar de los colombianos, que no le está apostando a que al presidente electo le vaya mal para ser elegidos en las próximas elecciones, así el país quede destruido por sus acciones?

En cuanto a los argumentos, para aquellos que consideran que todos son corruptos menos los de su partido o preferencia política, no es lógico que empiecen a hacer oposición sin saber quiénes son los funcionarios que va a nombrar el nuevo presidente. En vez de hacer oposición solo por hacerla, si anuncian alguien que consideran corrupto, muestren las pruebas reales de que lo son antes que se posesionen, eso sí sería una gran ayuda en contra de la corrupción. Si se nombran personas provenientes de alianzas malsanas o negociaciones burocráticas, ya habría razones para empezar esa oposición, antes no.

Por el lado de los acuerdos de paz con el grupo desmovilizado, esperemos a ver si los cambios que esbozó el nuevo gobierno, los que sean posibles, porque no todos lo son, van dirigidos a fortalecer la institucionalidad y por ende la propia paz o a destruir los acuerdos como dicen algunos radicales opositores. Hay que esperar a ver cómo se van dando la cosas, con una observación alerta, pero sin presagios apocalípticos que no tienen lugar.

Todos sabemos que durante la campaña se exageran muchas cosas sobre los candidatos, de manera que este tiempo de observación es bueno para ver si realmente se van a hacer trizas los acuerdos, si el que va a mandar realmente es otro, y tantas otras exageraciones de campaña, que se supone que son las que hacen que se vayan a la oposición.

Desafortunadamente, se quedó con el pensamiento que hacer oposición dio protagonismo y algunos dan por sentado que pudo llevar a la victoria en estas elecciones, de manera que hacer oposición aseguraría ganar las próximas elecciones y por eso hay que empezar ya. Pero la verdad, la decisión de los colombianos de dar este voto a Duque, va mucho más allá, es más compleja y si hace las cosas bien, como esperamos, hacer oposición puede que sí de protagonismo, pero no va a ser tan rentable como se calcula a priori, en especial si la hacen con mala intención, con ganas de destruir y no de ayudar a mejorar.

Por ahora algunos de los que anunciaron oposición, parece que prefieren que a Colombia y a los colombianos nos vaya mal para ser una alternativa de solución y desde ya muestran el palo para la rueda de iniciativas positivas para el país, para que los resultados no sean los mejores, con el fin de demostrar que ellos y sus ideologías son la única solución a los problemas de nuestro país, a pesar que esas ideologías han mostrado pésimos resultados en la región.

Desafortunadamente también, hay cada vez más personas que posan de demócratas para presentarse como candidatos, o apoyando el de su preferencia o conveniencia política o personal, pero no lo son tanto para aceptar las decisiones de la democracia. En este caso, la democracia decidió que el candidato Duque es la mejor opción de gobierno para el momento de nuestro país, todos quienes participaron confiando en la democracia, son parte de la misma y deben aceptar la decisión del pueblo soberano, pero aceptarlo no a regañadientes, de buena gana y con la esperanza de un futuro mejor, hasta que el elegido no demuestre lo contrario.

No aceptar la decisión de la mayoría, para tratar de imponer su pensar en forma de oposición, puede ser un arma de doble filo; los colombianos ya no somos borregos arriados a pensar en una sola forma por el cayado del pastor. Se demostró que pensamos y podemos diferenciar a los que hacen oposición para destruir y los que hacen oposición para el bien del país.

Una oposición de los partidos que se adueñaron de la paz como bandera, no sería lógico que fuera violenta, como lo vimos en la campaña, había quienes defendían “la paz” con insultos en la red a quienes pensaban diferente, esto les quitó toda la credibilidad y desvirtuaron completamente su verdadera intención. ¿Van a volver a caer en el mismo error?, mostrar rabia, cero tolerancia a la controversia, violencia para defender la paz, deseo que el otro le vaya mal; en este caso ya los próximos electores no le darán su voto, porque desearle que le vaya mal al elegido es desear que le vaya mal a Colombia ¡tienen que ser coherentes! Seguir apostándole a la paz, guiados por el elegido y corrigiendo respetuosamente con argumentos, cuando se pueda estar saliendo de la senda correcta o las políticas están llevando el curso por fuera de la meta común: la Paz!

Mi invitación entonces es a ponerle algo de lógica a la actividad política, dando la oportunidad de acertar al nuevo gobierno incluso, quienes están desesperados por hacer oposición, se pueden tomar 100 días de vacaciones o estar en una actitud de observación silenciosa o crítica medida y respetuosa, que serviría por lo menos para de una vez empezar a acabar esta polarización insana que vivimos.

El premio es el futuro voto, de quienes ven qué hay oposición a lo malo, a la corrupción, a los abusos, a los mismos con las mismas, que esa oposición viene con ideas proactivas con ánimo de construir un país realmente en paz, hacia el progreso y que respeta el sentir común del ciudadano colombiano de no escuchar peleas y agravios todos los días en noticieros y redes. Que las próximas elecciones, sean para escoger al que muestra que puede mejorar las cosas que se hicieron bien en este gobierno que empieza el 7 de agosto, que esperamos deje un mejor país. Jamás se aceptará a quien trate de destruir todo para erigirse desde la oposición como el salvador, porque quienes votamos nunca le vamos a dar esa oportunidad, quién hace el mal será castigado en las urnas, miren a quienes su adhesión no fue recibida ni gratis por ninguno de los dos bandos de la última elección, eso pasará con el que haga oposición causando daño al país para buscar réditos personales.

Tenemos entonces por primera vez la paz en la oposición y la pregunta es vamos a tener ¿una oposición en paz? y más importante ¿una oposición para lograr la verdadera paz nacional?

Dice el adagio popular, la voz del pueblo es la voz de Dios, oigamos entonces esa voz y demos el tiempo necesario para que el elegido, por la mayoría democrática, muestre lo que tiene, lo que trae y la forma de hacerlo con la esperanza de un mejor país para todos. La gran beneficiada será Colombia, unida por algo más importante, profundo y duradero que por una selección deportiva, una unión de patria para ser cada vez más grandes no en palabras, en hechos y en la realidad.

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