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Como resultado de las últimas encuestas y declaraciones de los candidatos a la Alcaldía de Bogotá, podemos discernir que quedan tres candidatos en contienda real, con una cuarta posibilidad que en casi todas las elecciones está presente pero pocas veces ha ganado, el voto en blanco.

El voto en blanco ha sido un candidato soñado, tan querido por muchos ciudadanos como rechazado por los candidatos y sus seguidores, en especial los que tienen fuertes intereses si ganan. La razón es muy sencilla, además de ser derrotados, es la sensación de candidatos, partidos y seguidores de haber perdido todos los esfuerzos por nada.

Claro está, el voto en blanco tiene dificultades como condiciones más exigentes que los otros candidatos para poder decidir; porque la única forma de ganar es por mayoría absoluta y ha pasado solo en 14 ocasiones en la historia electoral de Colombia.

Si el voto en blanco fuera un candidato, podríamos decir que está en desventaja en la contienda electoral. ¿Por qué ha ganado tan pocas veces? Es muy sencillo, por lo mismo que pocas veces ha ganado un candidato por mayoría absoluta; sobre todo últimamente, cuando hemos tenido que votar por el menos malo, incluso por desconocidos, que sabemos tan poco de ellos que no le conocemos lo malo hasta que gobiernan.

El voto en blanco no ha ganado, además, porque a quienes les gustaría votar en blanco son aquellos a quienes no les gusta ningún candidato, pero entre esos están los que prefieren no arriesgarse supuestamente por no darle su voto tácitamente al peor de los dos; pero, sobre todo, porque muchos de los que prefieren no darle su voto a nadie, no salen a votar y eso no cuenta, obviamente, como voto en blanco. Ese si es un voto desperdiciado para la democracia.

Sobre el voto en blanco, sus detractores esgrimen los casos en que supuestamente unos han perdido porque otros «desperdiciaron» su voto al votar en blanco, pero que yo recuerde el voto en blanco nunca ha sido presentado como una fórmula de unión, y mucho menos como la única forma posible de llegar a derrotar a un candidato en particular.

Ante el descontento general por el rumbo que están tomando muchas cosas en nuestra sociedad, en este caso a nivel de la capital, se podría pensar que, si no fuera por las anteriores consideraciones, el voto en blanco obtendría la inmensa mayoría. Muchos pensamos “yo votaría en blanco si no fuera porque…”.

Si todos tuviéramos la certeza de que los demás no van a dudar al final, los no fanáticos de un candidato o partido y los de poca posibilidad de recoger frutos de cada candidato votarían en blanco, como protesta a la perdida de rumbo de quienes han llegado últimamente al gobierno, que se les olvidó que llegan a un puesto a representarnos y hacer lo que acordamos al momento de votar, a través de su propuesta y nuestra aceptación, nunca a ser nuestros dictadores y menos verdugos.

¿A quién no le gustaría votar en blanco en el momento en que tienen que dejar de viajar o hasta comer, para pagar una valorización cuyas obras (si las hacen) no le aportan nada a su bienestar? ¿o al tener que vender la casa por no tener para pagar el ya desbordado predial? ¿o ante la impotencia de la arbitrariedad de los radares a velocidades imposiblemente bajas en vías de “alta velocidad” como impuestos soterrados? ¿o ante la ineficiencia, la inseguridad, el aumento continuo de los servicios públicos, multas y parqueaderos, y por la corrupción? ¡Claro que sí gustaría votar en blanco!

Entonces, la razón principal por la que no gana es por no ponernos de acuerdo, e incluso más que eso por la incertidumbre de que ese acuerdo a la hora de la verdad no se de y así le ha quedado fácil a los afectados por el voto en blanco para satanizarlo, para crear más incertidumbre alrededor del mismo, así los de la izquierda digan a sus indecisos que si votan en blanco en realidad están votando por la derecha y viceversa.

Pero es claro que el voto en blanco no tiene color, no es de derecha ni de izquierda, ni siquiera de centro, es del ciudadano consciente, independiente y se puede decir que es un voto inteligente por antonomasia, un voto siempre honesto, nadie paga por un voto en blanco, votan quienes no se dejan arrastrar por el trapo rojo, naranja, verde, azul, amarillo ni arcoíris. Es un color propio, único y diferente a todos, usado por eso como color de mediación entre bandos en tanta situaciones, no tiene color y menos orientación política. Excluye a los otros colores por igual.

Definido lo básico del voto en blanco como herramienta democrática, entremos a analizar la situación hoy.

En Bogotá, se presenta una coyuntura en que, parecido al 2011, quedan dos candidatos M y C dividiendo un electorado que se opone a un tercer candidato L, que para concepto de muchos puede marcar un peligro inminente para nuestra sociedad, como la conocemos hoy en día y hay quienes asemejan la situación al drama de países vecinos, así sea solo para esta ciudad, agravado con otras consecuencias en temas tan importantes como, entre otros, el modelo de familia que los colombianos y bogotanos queremos. Con esa división L gana las elecciones sin duda, a pesar de lo cual M y C han asegurado que van hasta el final.

Nota: En 2011 el voto en blanco no influyó en contra de ningún perdedor, los pocos votos en blanco, sumados a uno de los tres candidatos no sumaban para que uno le ganara a quien venció.

Muchas de las personas votando por M solo por ir en contra de L dejan de votar en blanco por no votar tácitamente por L y lo mismo muchos de C. Por las encuestas ya es casi seguro que M no puede ganar solo, C tampoco tiene la fuerza electoral para hacerlo y, a sabiendas de las consecuencias, ambos ya se pronunciaron diciendo que ninguno de los dos va a resignar sus posibilidades.

La pregunta es ¿vamos a dejar los votantes, que somos mayoría, que por dividir nuestros votos vayamos todos a elegir pasivamente a L? En otras palabras, ya ganó L y tenemos una sola oportunidad de reversar la situación, ¿la tomamos o la dejamos?

Todos sabemos que la única solución es sumar los votos de M y C en contra de L, como no se puede por alguno de los dos, toca unirlos por ninguno de los dos y ese ninguno de los doVoto en blancos es el voto en blanco, que es ahora ¡el único candidato que da la posibilidad de unión! Es así como hoy el voto en blanco es voto de unión de los buenos, y los buenos unidos somos más.

A esta suma de los dos grupos por ninguno de los dos, se pueden unir los que hasta ahora piensan votar por L por oponerse a M (o a cualquiera de sus dos padrinos) y por oponerse a C, ahora ya no votarían tampoco por L, pero sí por el voto en blanco y así sería más posible sacar el 50.1% y adivinen qué? Negocio completo, todos ganan, los ciudadanos quienes no querían quedar en manos de L, los que no quieren la continuidad de M, los que no quieren a C; y la ciudad porque L, M y C ya no pueden registrar nuevamente su candidatura.

En otras palabras, hay tres formas de votar por L, votar directamente por L, votar por M o votar por C y una sola de evitar quedar en manos de L, ¡Votar en blanco!

Así, los partidos tienen que escoger candidatos muy buenos, porque ya no vamos a votar por el menos malo, si no por uno muy bueno o volvemos a votar en blanco,   así en la segunda vez se escoja igual al de mayor votación, y la ciudadanía hace ver a los candidatos que van a llegar es a representarnos, no a oprimirnos, a hacer obras hasta donde el presupuesto y los ahorros por disminuir la corrupción (acabarla si me paso de iluso) alcance, porque ya en la situación de los bolsillos no aguanta un solo gravamen más y quien quede lo tiene que entender.

Reconozco un gran problema, como poner de acuerdo a todos los que tantas veces hemos querido votar en blanco en vez de votar por el menos malo y como todos cumplir el compromiso. Debemos asumir que ya M y C perdieron, que, si no hacemos algo novedoso, quedamos en manos de L. Debemos mostrar a todos que el peligro esta vez es votar por cualquiera de los tres candidatos, la única solución segura es el voto en blanco.

A diferencia de la votación para Alcalde, para Concejo y para JAL hay una gran variedad y excelentes candidatos. El voto puede ser para alguno de esos candidatos a Concejal, ojalá que no repitan cargo los que aprobaron algo que no nos gustó, y escoger su candidato para Edil, mientras para el de Alcalde sea el voto en blanco. No es fanatismo por el voto en blanco, es un voto inteligente, es el voto de unión por el bien de Bogotá.

Los buenos somos más, unidos podemos lograrlo y el voto en blanco puede lograr la unión de los votantes buenos, que votan de manera consciente por el candidato más que por un partido, mientras se manda un mensaje contundente a los gobernantes actuales, a los de esta contienda electoral, así como a los partidos y candidatos para las elecciones venideras.

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