Nada más pesado que cruzarse con uno de esos nostálgicos que creen que todo tiempo pasado fue mejor. El presente es una maravilla, gracias a las redes sociales y a la tecnología podemos comenzar y terminar una relación sentimental sin verle la cara a la otra persona.
Hay gente que culpa a los aparatos tecnológicos de volvernos peores personas, como si para eso necesitáramos ayuda. Recuerdo ese informe de la revista ‘CyberPsychology and behaviour Journal’ que dio a conocer que WhatsApp acabó con 28 millones de relaciones por culpa del ‘doble check’. A muchos les dio un ataque de sentimentalismo y señalaron a la aplicación como si fuera un peligroso criminal: nacido para aniquilar al amor. Por donde se le mire es una ingenuidad pensar que la maldad del ser humano proviene de las armas, los programas del computador o del exprimidor automático de naranjas, es como decir que lo de Hiroshima fue responsabilidad de la bomba atómica y no de Harry Truman. Pero así somos.
Un gran paso sería ver el lado bueno de las cosas del presente y dejar de lloriquear por las que se extinguieron. Atrás quedaron el VHS, el teléfono de disco de la casa de los abuelos y los álbumes familiares. Ahora los celulares y las redes sociales evitan situaciones incómodas del pasado, como la primera cita o pedir ‘la entrada’ en la casa de los suegros. Hoy con las aplicaciones se le puede coquetear y ‘manosear’ a la otra persona durante un almuerzo familiar sin que nadie se entere. Difícil pensar que alguien quiera algo diferente, en este país de godos sería una brutalidad exponerse.
WhatsApp se convirtió en la mejor casa de citas a ciegas. Son 600 millones de usuarios -12 veces la población de Colombia-, pegados al teléfono, compartiendo 700 millones de fotos y 54 millones de mensajes de texto al día. El futuro es esto, nuestras relaciones son un código binario: mensajes de voz, ‘selfies’, fotos en bola y ‘te amo’ navegan en la red, saltan de casa en casa y de país en país en cuestión de segundos. Es una pena que algunos reduzcan el romanticismo del amor a un mundo análogo que ya no existe, el futuro está cargado de desarrollo tecnológico y el amor y los humanos somos quienes debemos adaptarnos.
Muchas relaciones comienzan ahora por Internet, es una ruta sencilla: de Tinder se pasa a WhatsApp, de ahí a la cama y luego al Facebook. Puede que todavía se den esos casos de amor a primera vista en un aeropuerto o en la estación de tren –difícil que pase en Colombia que solo tiene una ciudad con metro-, pero hay que aceptar estas nuevas formas de ser.
Toda relación es una conexión y mirándolo de forma sencilla, se puede acabar con el amor de la vida bloqueándolo de WhatsApp.