Los sueños deberían alimentarnos la ambición y no el facilismo. Escribir un libro, sembrar un árbol y tener un hijo son cosas ridículas frente a viajar, tener dinero y follar sin embarazar a nadie. ¿Cuándo una estrella de Rock se ha cansado de las giras, los millones de dólares y las groupies desnudas en el camerino? Hace falta que entendamos que los sueños deben ser fantasías de valor y no cosas que cualquiera puede lograr a los 18 años.
Las cosas difíciles son las que tienen importancia, como firmar la paz, ganar el Mundial de Fútbol o encontrar un trabajo en el que paguen por lo menos cuatro salarios mínimos después de la millonada que usted le donó a la universidad. No nos enseñaron a soñar y eso duele, porque el colombiano piensa que la vida es enamorarse y pasar fin de año en Cartagena, una ciudad llena de pobres y miseria pero que la presentan como la Ibiza latinoamericana. ¿Cuántas universitarios sueñan con un premio Nobel o encontrar la cura contra el cáncer en Colombia? Nos hace falta mucho como sociedad y la culpa no es el vallenato como muchos pensamos, ahí está el ejemplo de Turcios, que se ha ganado los premios más importantes del mundo y dibuja mientras escucha las 4 gigas de Diomedes Diaz que carga en su memoria USB.
En cambio yo sueño contigo desnuda, con tus 51 años y con tus senos. Sentada con las piernas abiertas y comiendo helado frente al televisor como cuando eras una adolescente. Te imagino tapándome los oídos con tus muslos, pegando mi boca a tu coño para chuparlo como un combinado de vainilla y chocolate. Quiero que me enseñes la media vida que me falta en la cama para que jamás olvide tus piernas estrangulando mi cuello, que me trates como a un pardillo asustado y cocines para ambos torta de zanahoria.
Todos sueñan con una mujer menor que los llene de la vida que ya perdieron, pero yo te sueño a ti, mayor, con tus nalgas venidas abajo. Quiero verte descalza preparando café un domingo o acostada anotando los números telefónicos del programa de televentas que ignorabas cuando la ropa interior quedaba suelta. Que nos sentemos a comparar tus fotos de hace 20 años, de días en que soñabas con promesas que no cumpliste. Pero no te preocupes, igual la edad ha hecho cosas buenas en tu cuerpo, aparte de no engordarlo, llenó tus ojos negros de experiencia, como queriendo que se note en ellos las veces que has estado en la cama pidiendo más.
Nos falta soñar con cosas que nos llenen de pasión y nos cuesten trabajo, sueños que realmente no podamos lograr con el puro deseo o la voluntad. Debemos pensar en grande, en golear a Brasil en la final del campeonato mundial, en tener un país sin asesinatos y firmar un contrato millonario. Por ahora sigo masturbándome con tus fotos, soñando cómo me besarías si llegara a tu casa con un pote de helado y un kilo de café para nuestros desayunos.