Envidio a quienes trabajan desde la casa. Además de que pueden sentarse frente al computador en ropa interior, comer galletas y ver porno sin que los despidan, también están lejos de la gente y los chismes de oficina, que al fin de cuentas es lo que motiva a renunciar, más que un sueldo de porquería.
No hay algo más saludable que alejarse de la gente. No porque alguien nos rodee quiere decir que debamos soportarlo, nada despierta más fastidio que un amigo silvestrista o una vecina con bebé nuevo. Todos necesitamos un espacio en el que no nos jodan, por eso tenemos algo de misántropos y por eso hasta los papás incomodan en algún punto de la vida, más cuando tratan de evitar que los hijos metan droga, tengan sexo y se emborrachen el fin de semana, como si ser joven consistiera en algo diferente.
Pero hoy uno siente que no puede escapar de los demás, que no hay un lugar en el que se esté tranquilo sin el cotorreo y la fantochería snob de los colombianos. En Bucaramanga cada año inauguran un centro comercial con una sala de cine más grande y un Bodytech modernizado; y las personas enloquecen porque hay un sitio nuevo en el que pueden encontrarse con la misma muchedumbre de siempre. Es como Bogotá, que por más de que tenga 475 años sigue siendo un pueblo –sin metro-, en el que usted se cruza a su jefe de compras en el Andino o a su ex novia perreando en Theatron.
Yo decidí hace mes y medio dejar de utilizar mi Iphone los fines de semana. Uno se desvaloriza por estar disponible para cualquiera a cualquier hora. Desde que suspendí el paquete de datos duermo mejor y espero algún día llegar al punto de Gustavo Entrala, quien después de su enfermedad por las redes sociales ahora solo consulta el teléfono media hora al día y lo apaga a las 9:00 de la noche. Nos falta mucho para alejarnos de lo que nos lleva a los demás, sobre todo a nosotros que nos gusta sacar el celular del bolsillo hasta para ver la hora.
En Amsterdam ya usan una aplicación para smartphones que por el sistema de geolocalización permite saber en dónde están las multitudes de gente para evitarlas, lo cual significa que en Colombia gracias a las publicaciones en Instagram, Twitter y Facebook, uno podrá saber cuánto idiota hay acumulado en el Atlantis y abstenerse de ir a mendigar una mesa alrededor de tanto circo.
Es el mejor invento del mundo, una belleza definitivamente: utilizar las redes sociales para evitar a la sociedad.