Ilustración: Tina Ovalle

Cada noche lo intentas de una forma distinta. Te masturbas, corres diez kilómetros, bebes una copa de vino y tomas gotas de valeriana. Lees y vuelves a masturbarte. Te drogas con cualquier cosa que tengas a mano: una pastilla de ibuprofeno o la televisión. Ves porno, te masturbas. Nada sirve contra el insomnio desde que te diste cuenta de que sufres de insomnio, así funciona con el resto de las cosas: solo duele hasta que lo vives, por eso no sabes cuánto se sufre por amor hasta que pierdes al amor de tu vida. No dormir ahora se te hace natural y no te apagas, te mantienes día y noche conectado con grupos de gente enferma igual que tú. Saltas de persona en persona con tu celular, quejándote en las redes sociales y buscando compañía para la noche larga. Las noches de un insomne siempre son largas, nadie se lleva bien consigo mismo.

La patología empeora cuando se pierde el foco y dudas de tu propio juicio. Pasas a no saber si eres adicto al Facebook y por eso no duermes o por no dormir es que terminas clavado en Facebook mirando hacia la nada. ¿Qué puedes encontrar a las tres de la mañana en la pantalla de tu teléfono? No dormir comienza a doler. Extrañas estar en casa de tus papás y asaltarlos en la madrugada, ni siquiera en un búnker alemán podrías sentir tanta seguridad como cuando te acuestas en medio de ellos, por eso uno renuncia al verdadero amor cuando abandona a la familia.

El insomnio es una sesión de psicología con la doctora conciencia y por más de que te esfuerces es una terapia que siempre termina mal.

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